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¡Por otro siglo de sueños!

Perelada, bodega de referencia del Empordà, celebra su centenario manteniendo su esencia en cada botella y compartiendo la riqueza de una tierra única

Tal vez es cierto eso de que las casualidades no existen. Porque es difícil imaginar que una bodega como Perelada no hubiese nacido en el Empordà. El paisaje único de esta comarca, situada en Girona, así como su tradición vinícola, que se remonta al siglo VI a. C. de la mano de los griegos focenses, son inseparables de la historia de esta empresa familiar que ahora celebra su primer centenario. Sin embargo, la historia de Perelada tiene algo de azaroso, al menos en sus orígenes. Arranca en el año 1923, cuando la familia Mateu, dedicada al sector del metal y fundadora de la Hispano-Suiza, se instala en el Castillo Perelada, ubicado en pleno Empordà. Llegaron hasta allí pensando que el edificio medieval era perfecto para albergar sus colecciones de libros y pintura, pero entonces surgió otro deseo: revitalizar la larga tradición vitivinícola de la zona recuperando la antigua bodega del Convent del Carme, que se encontraba también en el complejo y donde los frailes carmelitas elaboraron caldos hasta la primera mitad del siglo XIX.

Esta edición limitada quiere ser un tributo al sueño visionario de una familia por recuperar siglos de tradición vitivinícola en el Empordà

Así, partiendo de un sueño, en cierto modo, visionario, empezaron a elaborar vinos y cavas que convertirían Perelada en una etiqueta de referencia de la región del Empordà conocida en todo el mundo. De hecho, entre sus vinos encontramos iconos nacidos en la década de los 50 como el champán rosado de Perelada, que el mismísimo Dalí (quien, por cierto, era abstemio) ofrecía a sus invitados en su casa de Portlligat. O el cava Gran Claustro, seleccionado para la visita a España de Eisenhower en 1959. Y, por supuesto, otros más contemporáneos como Finca Garbet (primera cosecha en 2001), uno de los más singulares de la bodega y considerado entre los 10 mejores vinos de Cataluña o Amfitrió y Obsequi, un tinto y un blanco que nacen en el marco de este centenario y rinden homenaje a la historia de la casa. Para alcanzar tales éxitos, la familia Suqué Mateu (Suqué es el apellido del yerno del fundador, Miguel Mateu, que también se unió a la empresa tras casarse con su hija Carmen) ha liderado este enclave con apuestas innovadoras, e incluso intrépidas, pero manteniendo siempre un gran respeto por las tradiciones y el territorio.

Más que una bodega

Porque si hay algo que han hecho las tres generaciones al frente de Perelada, en manos hoy de los nietos del fundador, es asegurar que este enclave sea mucho más que una bodega. A lo largo de estos 100 años, su patrimonio artístico y cultural ha crecido hasta convertirse en un legado de gran valor: con una biblioteca única en España con más de 100.000 valiosos ejemplares; un museo del vidrio que se encuentra entre los mejores del mundo o una galería con colecciones de arte imprescindibles.

Interior de la nueva bodega Perelada (Peralada).

De hecho, Carmen Mateu, hija de Miguel, y su marido Arturo Suqué fueron los artífices del Festival de verano Castell Perelada, de referencia a nivel europeo y por donde han pasado artistas relevantes de diferentes géneros como Jonas Kaufmann, Josep Carreras, Montserrat Caballé, Jordi Savall, Seal o Simply Red. Una apuesta por la cultura que no pierde de vista la excelencia enológica que persigue la empresa desde sus inicios. En ese sentido, en 2022 inauguraron nueva bodega Perelada, la primera de Europa con el certificado de sostenibilidad LEED Gold. Diseñada por RCR Arquitectes –ganadores del Premio Pritzker 2017–, sus instalaciones conjugan la vertiente enológica, sostenible, artística y enoturística integrándose en el terreno. Un nuevo ejemplo de que Perelada forma parte ya del paisaje del Empordà.

El Castillo Perelada se ha convertido en icono de esta pequeña población gerundense cercana a la Costa Brava. Allí encontraron su hogar los Mateu hace un siglo. Además de recuperar su antigua bodega y convertirse en una reconocida enseña en el país, la familia ha contribuido a crear una propuesta de ocio y cultura única en un lugar tan excepcional como el Empordà. Por eso se dice que Perelada es más que una bodega. Es arte, cultura, ocio, bienestar, deporte… Un destino enoturístico que mira hacia el futuro sin perder de vista sus raíces.

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