El índice de precios de consumo (IPC) en Hungría se ralentizó ligeramente en febrero tres décimas, hasta el 25,4% interanual, por la moderación de los precios de los alimentos y la energía, ha comunicado este miércoles la Oficina Central de Estadísticas Húngara (OCEH).
Por su parte, la inflación subyacente cayó dos décimas en tasa intermensual, hasta el 25,2%. El índice subyacente se contuvo por los costes de la electricidad, gas y otros combustibles, que avanzaron un 49% desde el 52,4% del mes anterior. Igualmente, los precios de los alimentos se encarecieron un 43,3%, lo que supuso una caída de siete décimas.
Entre los víveres que más se han apreciado, están los huevos, un 79,2% más caros que doce meses antes; los productos lácteos, un 76,2% más; y la mantequilla, un 75,1% más. Los que menos vieron crecer sus precios fueron la harina, un 9,8% más, y el aceite, con un 3,4%.
En cuanto a los productos duraderos y las bebidas alcohólicas y el tabaco, estos repuntaron un 12,6% y un 18,8%, respectivamente. Los servicios lo hicieron un 11,6%.
En términos mensuales, el IPC subió un 0,8% en febrero, inferior al 2,3% de enero. El componente subyacente pasó del 1,8% en enero al 1,1% del mes pasado.
MEDIDAS ANTIINFLACIÓN
El Gobierno de Hungría informó en diciembre de que ampliaría hasta finales de abril de 2023 el tope a los precios de los alimentos establecido en plena crisis a raíz de la invasión rusa de Ucrania.
El ministro de Agricultura húngaro, István Nagy, ha indicado que el Gobierno procedió a extender estas medidas debido a la guerra y a la creciente inflación provocada por las sanciones y las «medidas fracasadas» impuestas desde Bruselas.
Así, Nagy lamentó que, debido a las sanciones de la UE, «los precios de la energía y los alimentos han aumentado a niveles históricos en toda Europa», al tiempo que ha señalado que las sanciones contra el sector petrolero «solo empeoran la situación».