Renfe ha alcanzado un acuerdo con CAF, Adif y la Agencia de Seguridad Ferroviaria (AESF) para desatascar el problema con los gálibos de los nuevos trenes de ancho métrico destinados a los servicios de cercanías y media distancia de Cantabria principalmente, pero también para Asturias, País Vasco, Galicia, Castilla y León y Murcia.
Aunque ninguna de las partes ha confirmado el plazo de tiempo que conllevará solventar este problema, se estima que la construcción de los trenes que todavía no se han podido fabricar se demora en torno a tres años, y todavía falta arreglar algunos trámites para que la solución pactada pueda llevarse a cabo.
En concreto, la AESF tiene que autorizar la aplicación de un método que no recoge la normativa española pero sí la europea, y desarrollar sus procedimientos, según han informado a Europa Press en fuentes de Renfe. Se trata del llamado ‘método comparativo’, que consiste en la utilización de un tren que actualmente circula por las líneas como referencia para los nuevos trenes, que Renfe aportará.
CAF también tendrá que contratar una empresa especializada en la aplicación de este método y el contrato entre Renfe y la empresa tendrá que ser modificado para introducir un seguimiento del proyecto con ese tren de referencia. Por su parte, Adif también tendrá que aportar los datos de caracterización de la infraestructura y comprometerse a mantenerla en los mismos parámetros.
El origen del problema se encuentra en los gálibos publicados en la declaración sobre la red de Adif, que Renfe usó para describir las características técnicas de los nuevos trenes en un contrato que publicó en 2019 para adquirir 31 trenes de ancho métrico, destinados a renovar la flota de la red de cercanías y media distancia, principalmente en el norte del país.
En junio de 2020, Renfe le adjudicó este contrato a CAF, fabricante de trenes y autobuses con sede en País Vasco, por 258 millones de euros. Cuando preparaba el proyecto, CAF se dio cuenta de que había un error en los gálibos y que las vías no soportarían los trenes encargados y se lo trasladó a su cliente, Renfe.
ALTERNATIVAS
Durante todo este tiempo, todas las partes han estudiado las diferentes soluciones posibles, como aplicar los gálibos establecidos, pero que obligaría a fabricar unos trenes con unas dimensiones mucho menores de las actuales, lo que impactaría en las prestaciones a los viajeros.
También se barajó adaptar la infraestructura, lo que derivaría en unos plazos largos de ejecución y unos costes elevados, o aplicar una excepción. Finalmente, se decidió el método comparativo, con el que todas las partes, que lamentan el retraso, creen que se minimizará el impacto.
El contrato adjudicado en 2020 fijaba en 220 meses el plazo de ejecución del contrato, en torno a 18 años y cuatro meses. Como incluía el mantenimiento durante 15 años de algunas unidades, los tres años y cuatro meses restantes sería el plazo para la fabricación de los trenes, aunque normalmente se entregan de forma progresiva. Por ello, los primeros trenes tendrían que haber estado listos, como tarde, en octubre de 2024.