Tras un aumento de los avistamientos de roedores en la Gran Manzana del 71% desde 2020, el alcalde de Nueva York, Eric Adams, ha declarado la guerra a las ratas: «Unas calles libres de ratas son fundamentales para la vitalidad de los barrios y la recuperación económica de nuestra ciudad», asegura ante el desafío que recorre las calles y los suburbios de Nueva York. Por si fuera poco, los dos millones de ratas no son el único problema al que se enfrenta la ciudad. Desde que la pandemia obligara a muchos a teletrabajar, los neoyorquinos no han querido volver a la oficina, dejando las calles libres a estos animales.
Ante la doble problemática, Adams ha decidido poner en práctica una serie de iniciativas para devolver a los neoyorquinos a las calles y a las oficinas, y acabar con las ratas, ya que considera está en juego la supervivencia de la ciudad como capital mundial de los negocios. Una de ellas se trata de crear nuevos puestos de trabajo que impliquen estar en la calle. Y es aquí donde se unen ambos problemas: los empleos que ofrece Adams son los de exterminadores de ratas.
Denominado Rat CZar (César de las ratas), el trabajo está dirigido —según el propio alcalde— a personas «altamente motivadas y que tengan sed de sangre». No sorprende este «aura de maldad» que pide el alcalde neoyorquino como cualidad de los candidatos, ya que el mismo ha profesado su odio a las ratas en diversas ocasiones: «No hay NADA que odie más que las ratas», dijo en su cuenta de Twitter.
Los sueldos del trabajo, que dependerá del departamento de la teniente de alcalde de operaciones, Meera Joshi, oscilan entre los 120.000 y los 170.000 dólares. Pero, ¿cuáles son exactamente los requisitos para este puesto? Residir en la ciudad de Nueva York, una licenciatura y conocimientos de Microsoft Word, Excel y Powerpoint, así como otras cualidades prodigiosas como una «actitud de espadachín, humor astuto y un aura general de valentía».
«Si tienes el empuje, la determinación y el instinto asesino para luchar contra la implacable población de ratas de Nueva York, entonces te espera el trabajo de tus sueños», asegura el alcalde sobre un puesto que formará parte del plan de remodelación de la ciudad y que coexiste, además, una iniciativa para acabar con el trabajo a distancia.
El alcalde además está instando a los directores ejecutivos a traer de vuelta a los trabajadores a sus oficinas del centro, a pesar de que persiste esa dualidad que lleva a los empleados a decantarse por un enfoque híbrido, perpetuando un vasto descenso del gasto o la inversión empresarial. Algo a lo que se le acuñó incluso un término con el que referirse al impacto que ha tenido el trabajo a distancia en las ciudades: el efecto donut, que se trata de una dispersión del gasto y la actividad económica lejos de los centros urbanos, y más en la periferia o los suburbios.
En este sentido, para los ayuntamientos que dependen de esos ingresos fiscales, la persistencia del trabajo a distancia se trata de una preocupación latente, que ha reducido las operaciones empresariales en miles de millones de dólares, entre comidas, bebidas, cenas y compras para los oficinistas. Además, la falta de viajeros está afectando de igual forma a su sistema de transporte público, que ha experimentado una fuerte caída tras la pandemia.
«En grandes ciudades como Nueva York y San Francisco, estamos estimando un fuerte descenso del gasto en comercios, ya que los trabajadores de oficina suelen acudir ahora al centro 2,5 días a la semana en lugar de cinco«, afirma Nicholas Bloom, economista de la Universidad de Stanford que lleva años estudiando las modalidades de trabajo a distancia previas a la pandemia, según publicó el New York Times.
Como forma de alumbrar toda esa oscuridad que está acechando la ciudad y hacer que Nueva York siga siendo la gran capital mundial de los negocios, Adams anunció todas esas iniciativas para atraer a los empleados de nuevo a la oficina y acabar con la población de ratas en Nueva York bajo el paquete «Get Stuff Clean» (dentro del cual se incluye, también, un horario restringido para bajar la basura a la calle). Porque la recuperación pospandémica de la ciudad, más allá de basarse en la reactivación del empleo presencial, también dependerá de la exterminación de la plaga enemiga.