Permítanme que abra esta tribuna con una reflexión (y con una palabra que no existe): la industria del ecommerce está viviendo un proceso de marketplacización. No se me ocurre otra manera de referirme al cambio que está experimentado el comercio online. Todo está virando hacia la venta en marketplaces. Esas plataformas online –como Amazon–, que dan entrada a vendedores externos y le permiten comercializar sus productos a cambio de una comisión.
Amazon está a la cabeza, sí, pero no está solo. Ni mucho menos. Negocios que antes no eran marketplaces, ahora sí que lo son: MediaMarkt, El Corte Inglés, Decathlon, Leroy Merlin… Empresas líderes que, hace varios años –o más recientemente–, decidieron abrir su web para multiplicar su oferta. Los consumidores recurren de manera habitual a estas tiendas online, muchas veces sin saber que no están comprando a la empresa que aparece en el logotipo de la web, sino a otra.
Esto no es un fenómeno limitado al mercado español, por supuesto. Si miramos hacia Europa, encontramos cientos de ejemplos: Cdon, ePrice, Kaufland, Cdiscount, Allegro… Hay marketplaces europeos de los que en España no hemos oído hablar, pero que lideran la venta online en su país.
La venta ‘online’ tiene nuevas reglas
Que los grandes distribuidores estén convirtiéndose en marketplaces no es fortuito: los consumidores llevan años decantándose por este tipo de plataformas, debido a su amplia oferta y a la confianza que tienen en su servicio post-venta.
Por eso, para marcas, fabricantes o minoristas, estar presente en marketplaces ya no es opcional. Es un paso clave si quieren sobrevivir, y muy recomendable si quieren internacionalizar sus ventas. Esto, unido al auge de la venta directa al consumidor final (también conocida como D2C, Direct-to-Consumer), está definiendo un panorama radicalmente distinto al de hace unos años.
¿Qué supone este cambio para las marcas?
Las marcas se están viendo obligadas a adaptarse a toda velocidad. Pero se enfrentan a un reto complicado: el de vender en decenas de plataformas, cada una con sus propios requerimientos, y de hacer frente a complicaciones logísticas, fiscales y, por supuesto, tecnológicas.
Entendiendo la complejidad de la venta en ‘marketplaces’
Les pongo un ejemplo del reto tecnológico: pongamos que una marca quiere publicar sus productos en un marketplace. Primero, tendrá que (disculpen el tecnicismo) “mapear” su catálogo. Es decir, la marca tiene su catálogo de producto estructurado de una manera, con unas categorías, atributos y valores (como tallas, tamaños o colores), y tendrá que adaptarlos a la estructura del catálogo del marketplace.
Bien, pues por visualizar la dimensión de esta tarea: Amazon UK tiene 35.000 categorías; Cdiscount tiene más de un millón de atributos; Decathlon roza los dos millones. Hablamos de un trabajo titánico de integración, en distintos idiomas y en cientos de marketplaces.
¡Y esto sería solo una pequeña parte del enorme reto que es vender en marketplaces! También está el almacenado de los artículos, la gestión del stock, los envíos y devoluciones, la fiscalidad internacional y las comisiones de los marketplaces. Además, los comerciantes online necesitan publicitar sus productos con el coste del envío incluido en el PVP. Esto aumenta considerablemente la complejidad.
En BigBuy, trabajamos con marcas que quieren vender en marketplaces. Les damos, por ejemplo, acceso a herramientas que les permiten sincronizar todo su catálogo con más de 200 marketplaces con un solo clic. Entre muchas otras cosas.
Si una cosa hemos aprendido en esta década dedicándonos al ecommerce es a adaptarnos rápido. Y es lo que transmitimos a cualquier negocio que quiera sumarse a la venta online. Este sector está en constante cambio, y evolucionar con él es crucial. A día de hoy, el reto son los marketplaces. Estaremos preparados para afrontar lo que venga después.
*Salvador Esteve, CEO y cofundador de BigBuy.