Todólogo: Persona que cree saber y dominar varias especialidades.
Hace unos meses se popularizó un meme. Mejor dicho, una serie de memes. En ellos, se mostraba al doctor César Carballo junto a un rótulo que lo ubicaba como experto en los temas más bizarros: girasólogo, cervezólogo, vulcanólogo o cesarcarballólogo. De tanto aparecer en televisión, de tanto opinar sobre temas tan variopintos, la gente comenzó a hacer chistes sobre esa ubicuidad y sobre una destacada capacidad para saber sobre todo. Reconozco que yo compartí con fruición esos memes y que fue en esa época cuando descubrí la palabra todólogo, que recoge la RAE. Carballo ha sido la persona que le ha creado un imaginario, pero no es propiedad exclusiva de este hombre; de hecho, el mundo está cada vez más lleno de esos todólogos, expertos en todo y en nada.
En general, soy bastante comprensivo con los todólogos. Al fin y al cabo, no son ellos quienes elaboran la parrilla televisiva o los que deciden los invitados de un espacio radiofónico. Además, no sé vosotros, pero yo cuando hablo cinco horas seguidas acabo siendo bastante inconexo y, por qué no decirlo, diciendo tonterías como una catedral. Nadie (quizá sólo Toni Segarra) puede ser brillante durante tanto tiempo. Porque es mucho tiempo, muchísimo. Con algunos programas televisivos actuales te afeitas y, para cuando terminan, ya estás de nuevo con barba; ha habido días de Al Rojo Vivo que se emiten por temporadas; El Irlandés es un breve en comparación con estos espacios; estos magazines duran más que un partido en “Óliver y Benji”.
Hablar de César Carballo como síntoma ha circunscrito esta columna a los medios de comunicación, pero la epidemia de todólogos va muchísimo más allá. Hoy muchos creen saber más que nunca sobre los temas de actualidad, cuando lo que suelen conocer realmente no supera el tweet, no deja de ser un pequeño titular que se aprovecha como el cerdo, le sacan todo el jugo. Realmente, no saben mucho más allá de un par de pinceladas, pero son capaces de debatir e, incluso, alterarse, con esos temas de los que de repente conocen algo. Da igual que sea política norteamericana, aspectos sísmicos de las Canarias, finanzas del Barça o la pandemia. De todo saben los todólogos.
El problema de los todólogos es que pueden hablar de la superficie, pero se ahogan a un metro de profundidad. Les pasa como a los grandes todólogos políticos, que se quedan hablando horas y horas de la capa principal, de la punta del iceberg, en vez de profundizar en la raíz de los temas. Un titular, un canutazo, un comentario ingenioso… Contenido, poquito. Son los todólogos supremos.
Me encanta el tono irónico que traslada la palabra. Cuando se habla de los “todólogos”, precisamente estamos refiriéndonos a todo lo contrario. No saben, sino creen saber. Si fuésemos precisos, pero menos finos, habríamos acuñado una palabra bien distinta:
Nadálogos: Personas que no saben ni dominan varias especialidades.
Feliz lunes y que tengáis una gran semana.