Andrew Funk no fue invitado al Foro Económico Mundial que se celebró en Davos del 22 al 26 de mayo. Tampoco lo necesitaba. Es la cuarta vez que el apodado como CEO mundial de los homeless acude a la ciudad suiza para tomar la palabra en sus calles, a las puertas del Palacio de Congresos, y en los hoteles de lujo. En esta ocasión, se ha sentado con líderes de multinacionales, periodistas especializados, y el alcalde de la ciudad para hablar sobre una ambiciosa iniciativa para poner solución a uno de los grandes problemas del mundo: las personas sin hogar.
Funk, (estadounidense de 40 años) no es ajeno a esta realidad. Licenciado en Filosofía y Economía por la Universidad de Arizona, trabajó como consultor internacional en 12 países, como profesor, como traductor, como asesor de finanzas en capital de riesgo, y como director de empresas con enfoque social y ejecutivo de proyectos tecnológicos en el sector público. Es un hombre viajado (conoce 43 países), y habla tres idiomas (inglés, español y catalán). Y a pesar de todo esto, hubo un tiempo en el que la adversidad en los negocios lo llevó a dormir en la calle. “Cualquiera puede verse convertido en un homeless”, dice a FORBES.
Su talento le ayudó a remontar, y decidió aprovecharlo para ayudar a otras personas a conseguir lo mismo: un trabajo y una vivienda digna. Por ello es conocido tanto en Davos como en el Parlamento Europeo, en cumbres como el G7 o el G20, en las cortes españolas y en los escenarios de las TED Talks. Y es que, acude a todos estos lugares con la intención de abrir los ojos a una terrible realidad que acta a millones de personas en el mundo.
Cifras que ponen los pelos de punta
Solo en España hay unas 40 mil personas viviendo al raso, según los datos de ONG como Cáritas, Faciam, XaPSLL y besteBI. Los oficiales los lleva el Instituto Nacional de Estadística (INE), que hace un censo cada diez años: la última actualización es de 2012, cuando contabilizó casi 23 mil personas sin hogar. En Europa, según el Parlamento Europeo, hay más de 700.000 personas sin hogar. En EE UU, la cifra ascendía a 600.000 personas en 2021 —según EndHomelessness.org—, casi 50 mil personas más de las que contabilizó la Casa Blanca en 2019. Y esto es solo un minúsculo ejemplo de lo que ocurre en el mundo entero.
La ONG de Funk, Homeless Entrepreneur, baraja una realidad mucho peor: “Al poder no le gusta que parte de su población malviva en la calle. No facilita datos y puede que ni siquiera los tenga”, expresa. Según sus datos, habría casi siete millones en Europa, el 1,6% de la población sin contar a los extracomunitarios, como son los desplazados y refugiados de conflictos como el de Ucrania; y en EE UU casi seis millones, el 1,8% de su población.
Con estas cifras —y doce miembros de su ONG— viajó a Davos, donde ha vuelto a dormir en las calles para «dar visibilidad a los homeless, que parecen invisibles para los estados del bienestar», durante lo que él llama «la cumbre del capitalismo». Allí, también se ha sentado a conversar con los empresarios que han querido escucharle. Entre ellos, el presidente honorario de la multinacional Nestlé, Peter Brabeck-Letmathe; y Robert E. Moritz, global president de PwC Int. También con periodistas como Andrew Ross Sorkin, editor y columnista de The New York Times; y con el alcalde de la ciudad, Philipp Wilhelm. «He hablado con ellos y con la gente de la calle. Porque hablar con los ciudadanos de Davos es lo más eficaz para crear conciencia de la pobreza y las personas sin hogar», expresa.
A ellos les ha presentado su proyecto arte urbano contra la pobreza, una iniciativa en la que confluyen arte, cultura, innovación y finanzas. El objetivo es erigir una escultura en Davos, patrocinada por grandes firmas internacionales. Los fondos irán destinados en un 90% a iniciativas de inclusión social de los homeless, y el 10% restante a sufragar los gastos de creación de la escultura. Y se lo han comprado.
Variable UnforeSeen (Variable nunca antes vista) es el nombre que recibe la obra hecha en bronce y acero a tamaño natural por los artistas Edwin y Verónica Dam de Nogales, que se muestran orgullosos de formar parte de la iniciativa. «Hemos querido hacer una escultura llena de simbolismo. Representa a un hombre con el hueco de una casa en el pecho, sentado en el suelo, con actitud de levantarse, con un pie descalzo y el otro con vestigios de un zapato, y con camisa y corbata que parecen desvanecerse. El rostro del hombre no refleja tristeza o resignación, sino firmeza y determinación de levantarse, con afán de superación y empoderamiento».
Ambos artistas trajeron a España, en 2019, sus esculturas con motivo de la Conferencia de las Naciones Unidas sobre Cambio Climático, COP25, y las expusieron en la plaza de Colón de Madrid. «Nuestro proyecto es de arte comprometido», explican a FORBES, «queremos dar visibilidad a los grandes retos que afronta el planeta. Creemos que el arte es un gran comunicador, capaz de sensibilizar, inspirar y llevar a la acción a las personas«.
La escultura de Davos, concluye Funk, «será un recordatorio a las naciones para que escuchen y den voz a los homeless; para darles la oportunidad de ser ciudadanos activos y trabajadores, como base de una sociedad sana. Si la experiencia es positiva, nos plantearemos repetirla en más ciudades».