Sostenibilidad

Ahora o nunca

'Una sola Tierra' es el lema de este año durante la celebración del Día Mundial del Medio Ambiente. Las Naciones Unidas recuerdan así la importancia de tomar acción sin demora.
La biofactoría Sur de Granada, referente en economía circular a escala internacional.

Cada año que pasa el llamamiento debe sonar más fuerte y el tema que centrará la celebración este año del Día Mundial del Medio Ambiente —la más destacada de las jornadas de concienciación medioambiental que organiza Naciones Unidas y que se celebra cada 5 de junio— es un aviso a navegantes. Una sola Tierra recuerda que solo tenemos el planeta que habitamos y que lo que ocurra con el entorno nos afecta a todos y cada uno de nosotros.

La lección debe ser tenida presente al analizar el futuro, tanto el lejano como el más próximo. Así alertaba de ello la directora ejecutiva del Programa de las Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA), Inger Andersen, cuando adelantaba el pasado invierno cómo sería la conmemoración de este día en un mundo que se esperaba ya pospandémico: «Lo hacemos con el conocimiento de que continuamos enfrentando las tres crisis planetarias que amenazan nuestro futuro: la del cambio climático, la de la pérdida de la biodiversidad y la de la contaminación y los desechos«.

Las estadísticas y las proyecciones de cifras dejan muy claros los efectos del cambio climático y la necesidad imperiosa de tomar decisiones sostenibles. La pérdida de biodiversidad se ha acelerado en los últimos años, lo que conlleva que el propio cambio climático (que causa esta situación en origen) tenga efectos más duros en todos los ecosistemas y, por ende, en la vida diaria de las personas que habitamos el planeta.

«SE NECESITA UNA ACCIÓN URGENTE PARA ENCAMINAR AL MUNDO HACIA UN FUTURO MÁS SOSTENIBLE», RECUERDAN DESDE AGBAR

Como recuerda el informe Hacer las paces con la naturaleza, elaborado por el PNUMA, «los cambios ambientales están socavando los logros en materia de desarrollo que tanto ha costado conseguir», amenazando el bienestar de los jóvenes y de las generaciones futuras o empeorando ya ahora nuestra salud. Son puntos que también han destacado los recientes informes del IPCC, que han advertido que el pico de emisiones no debe llegar más tarde de 2025 y que la mitad de la población mundial ya se está viendo afectada por las consecuencias del cambio climático.

Agua, por favor

Las reservas mundiales de agua son uno de los espacios en los que se ve de forma más clara los efectos del cambio climático y el riesgo que supone para la población. Como recuerdan desde Agbar, parte de Veolia, por múltiples razones, «el cambio climático afecta directamente a los recursos hídricos». La crisis medioambiental hace que los ciclos del agua sean más variables, lo que a su vez lleva a que resulte más difícil calcular la disponibilidad de recursos. También baja la calidad del agua y limita el acceso a los acuíferos. Si todo sigue igual, nos enfrentaremos a un futuro inevitable de escasez de agua, por mucho que este sea un elemento básico para la vida. Se calcula que, en 2030, el 47% de la población mundial vivirá en zonas afectadas por estrés hídrico. De forma paralela, de aquí a 2050 aumentará la necesidad de agua entre un 20 y un 30%. Es decir, necesitaremos cada vez más agua, aunque si no actuamos tendremos cada vez menos.

Por tanto, el papel de las empresas es crucial. Como recuerdan desde la compañía experta en gestión hídrica, «se necesita una acción urgente, con el compromiso de todos, para encaminar al mundo hacia un futuro más sostenible», por lo que hay que apostar por proyectos que sean más responsables y que, además, hagan que las ciudades sean más resilientes. Lograrlo no solo es necesario, sino también factible. La estrategia de Agbar apuesta por encontrar «soluciones innovadoras, basadas en la digitalizacion y las tecnologías más recientes» que ayuden a mejorar la gestión del agua, logrando reducir el impacto que tiene nuestro consumo en los recursos naturales. Porque la ciudadanía necesita agua, pero su uso debe tener la huella más reducida posible.

Líneas maestras de una estrategia sostenible

Las compañías deben contar con una estrategia climática que ayude a mejorar la sostenibilidad. Si se es consciente de ello, es posible lograrlo. Desde Agbar trabajan partiendo de cuatro ejes, que en conjunto les ayudan a impulsar la transformación ecológica y luchar contra el cambio climático.

Se centran en desarrollar soluciones de mitigación que contribuyen a la reducción de la huella de carbono. Apostar por energías renovables es clave: el biogás de sus estaciones depuradoras, por ejemplo, se convierte en energía aprovechable. En 2021, ya generaron 88,55 GWh de energía eléctrica renovable, destinada al uso propio e incluso inyectada también en la red eléctrica, evitando un total de 13.283 toneladas de CO2 equivalentes.

«NECESITAREMOS CADA VEZ MÁS AGUA, AUNQUE SI NO ACTUAMOS TENDREMOS CADA VEZ MENOS»

También crean planes para adaptarse a las consecuencias del cambio climático. La transformación digital y su potencial análisis es clave en este terreno. Su plataforma digital estudia las infraestructuras hídricas para desarrollar simulaciones que mitiguen los efectos de potenciales inundaciones o logre mejorar la resiliencia en la zona.

A esto se suma el desarrollo de modelos de economía circular que les permitan alcanzar residuos cero. Así, las depuradoras tradicionales se convierten en biofactorías en las que todo se aprovecha. En la Sur de Granada, el agua depurada sirve para el riego y los residuos son abono para agricultura. Durante todo el año, se consigue un balance energético positivo.

El desarrollo de soluciones basadas en la naturaleza es una prioridad para la compañía, como los humedales de Illa de Mar y del Embut en Cataluña.

Por último, en Agbar apuestan por infraestructuras verdes. La potabilizadora de Sant Joan Despí, en Barcelona, no solo depura el agua, también es una reserva de mariposas y de flores, con refugios para erizos, hoteles de insectos o cajas para murciélagos. También desarrollan soluciones basadas en la naturaleza, como el parque La Marjal en Alicante, una zona de ocio inundable que retiene aguas pluviales, mitiga las inundaciones en la ciudad y funciona como un refugio para la flora y la fauna.

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