Hasta hace unos años, las casas prefabricadas eran sinónimo de construcciones baratas, deshumanizadas, de una estética vagamente industrial rutinaria y sin pretensiones. De un tiempo a esta parte, sin embargo, el buen gusto, la ambición y la excelencia en el diseño han desembarcado de manera contundente en este segmento de mercado. Hoy tenemos auténticas residencias de lujo ensambladas en fábricas y distribuidas por parcelas exclusivas de todo el planeta.
Es el caso de Hurley House, un espectacular hotel “nómada” diseñado por la startup Moliving y que estará disponible en varios emplazamientos del valle del Hudson, en la parte rural del estado de Nueva York, a partir de la próxima primavera. O de las coquetas residencias veraniegas creadas por Koto Design en los Costwolds, en plena campiña inglesa. Es tal la popularidad de esta nueva tendencia, que estudios punteros como Garrison Arquitects están fabricando ya cabinas modulares en apariencia sencillas pero de alto impacto estético e instituciones públicas como el ayuntamiento de Los Ángeles están recurriendo a contenedores marítimos rediseñados y reacondicionados en sus planes de vivienda de protección oficial.
Más aún. En Montevideo se inauguró hace unos meses un aparcamiento de varias plantas diseñado por MAPA –y bautizado como The Florida Building– que es el edificio prefabricado de estas características más ambicioso (y más atractivo) de que se tiene constancia. Woonpioneers, vanguardista estudio de los Países Bajos, ha optado a premios internacionales con sus cabinas Indigo, lujosas residencias forestales de madera que están empezando a proliferar en los alrededores de Ámsterdam y podrían replicarse en cualquier sitio. Y las cabinas panelizadas de cristal del estudio canadiense Bourgeois Lechasseur, un ejemplo de chic rural de discreta inspiración vanguardista, causaron sensación cuando fueron presentadas el pasado mes de octubre.
¿Panelizadas? ¿Modulares? ¿Contenedores habitables? Conviene aclarar conceptos, porque la de las casas prefabricadas es una procelosa jungla en la que caben árboles de procedencias muy distintas. El periodista británico Dylan Crosbie, experto en arquitectura y diseño sostenible, lo resume en un par de frases sencillas e intuitivas: “Las viviendas prefabricadas son aquellas que se construyen en una fábrica o taller y a continuación se transportan e instalan en la parcela del cliente. Esta forma de construir garantiza un alto grado de control del proceso y con frecuencia produce viviendas eficientes, de alta calidad y notable impacto estético a precios competitivos”.
Responde a cuatro tipologías, básicas, tal y como detalla el propio Crosbie: las manufacturadas, “que se construyen de una pieza, se transportan ya montadas y se instalan con un grúa bajo la supervisión de un contratista local”; las modulares, “que se construyen pieza a pieza, normalmente con un alto grado de atención al detalle, y se ensamblan en destino”; las panelizadas, “en general más livianas y de diseño minimalista, porque en el lugar de por módulos se construyen por paneles”; y los contenedores habitables, “el último grito por su sencillez y versatilidad, que en esencia son contenedores de los que se utilizan en el transporte marítimo que han sido rediseñados para convertirlos en viviendas”.
Un hotel en el muelle
Crosbie expresa su preferencia personal por este último tipo, “un ejemplo de lo eficiente que resulta hacer de la necesidad virtud: están empezando a proliferar compañías de diseño que ofrecen modelos muy bellos y eficientes desde el punto de vista energético a precios muy inferiores a los de una vivienda convencional”. Es el caso de The Krane, un minimalista hotel boutique de una única habitación, obra del arquitecto danés Mads Moller, que se ha convertido en uno de los principales atractivos del muelle comercial del norte de Copenhague. En este singular espacio patrocinado por la casa de moda italiana Bottega Veneta uno se siente, en opinión del propio Moller, “habitando una fantasía futurista que, al mismo tiempo, viene a ser una simple variación de las casas que construíamos en los árboles cuando éramos niños”. Hace unos años, el arquitecto y empresario estadounidense Ryan E. Smith afirmaba en su ensayo Prefab Architecture: A Guide to Modular Design and Construction que las viviendas prefabricadas tendían a ser hasta un 30% más baratas que las convencionales debido a “que se construyen en entornos controlados y en condiciones de trabajo idóneas, sin necesidad de hacer frente a viento, lluvia o temperaturas extremas, lo que hace posible un alto grado de atención al detalle y una sustancial reducción de costes”. Pese a todo, tal y como reconoce Dylan Crosbie, “se sigue tratando de una opción relativamente minoritaria, por lo que no se beneficia de las economías de escala, y el incremento gradual de la calidad de los materiales y el nivel de exigencia en el diseño hace que los precios tiendan a aumentar”. Aun así, es posible adquirir contenedores habitables o viviendas panelizadas de dimensiones básicas, pero diseñadas con eficiencia y buen gusto, “por cantidades inferiores a los 100.000 euros” tanto en Europa como en los EE UU.
Atendiendo tanto a su precio como a su grado de sostenibilidad y eficiencia energética, Crosbie recomienda modelos como la smart house compacta Nest de Roombus, una vanguardista residencia de alrededor de 50 metros cuadrados que cuesta poco más de 80.000 euros, o Zum, de Unity Homes, una especie de mansión victoriana de bolsillo cuyo modelo básico, de dos habitaciones y poco más de 100 metros cuadrados, puede adquirirse por unos más que sensatos 250.000 euros.
Bastante más lujosas resultan opciones como Connect 6, de Connect Homes, un hogar inteligente construido con paneles metálicos que aúna simplicidad y excelencia en el diseño y cuesta algo más de medio millón de euros. Para los sibaritas, Crosbie recomienda el modelo RPA Living Home 3, comercializado por Plant Prebab y diseñado por el arquitecto estadounidense Richard Pedranti, una passive home (es decir, un hogar autorregulable, pensado para reducir hasta en un 90% el consumo de energía habitual en viviendas convencionales) capaz de aunar opulencia y eficiencia ecológica, aunque un precio nunca inferior a unos 700.000 euros a los que habría que añadir el coste del transporte, la instalación y los correspondientes permisos.
Bauhaus en la campiña inglesa
No existe nada parecido a un ranking oficial al respecto, pero la que tal vez sea la residencia prefabricada de lujo más célebre del mundo está en Cobham, en el condado británico de Surrey, y pertenece a Antonio Banderas. Se trata de una mansión modular de más de 500 metros cuadrados, con tres plantas y cinco habitaciones, tejado a dos aguas, espléndida fachada de cristal y bigas de madera sobre una base de hormigón. Esta rotunda delicia fue construida en sus talleres de Hartenfels por la empresa alemana Huf Haus, cuyos diseños se inspiran en la tradición arquitectónica de la Bauhaus. El actor malagueño pagó por la vivienda algo menos de tres millones de euros en 2015 y, tras residir en ella de forma esporádica en compañía de su pareja, Nicole Kimpel, la puso a la venta el pasado verano por 3,5 millones. En Cobham, a apenas treinta kilómetros del centro de Londres, en este área conocida como la Beverly Hills británica, Banderas podía recorrer en su moto las carreteras que circundan el cercano parque natural de Surrey, en el que abundan los zorros y ciervos, o codearse con vecinos ilustres como los exfutbolistas Frank Lampard, John Terry, Gary Lineker y Peter Crouch, el tenista Andy Murray o los músicos Nicola Roberts, Ronnie Wood o Mick Hucknell.
Por supuesto, las casas prefabricadas de gama alta no sólo proliferan en entornos tan exclusivos y glamurosos como Cobham. Entre los diseños prêt-à-porter que hacen furor ahora mismo destaca el modelo Marbella de la compañía inHAUS, una villa modular de más de 600 metros cuadrados repartidos entre dos plantas, seis habitaciones y siete cuartos de baño que se vende al en absoluto módico precio de un millón de euros. Alrededor de la mitad cuesta el emblemático modelo Breezehouse de la constructora californiana Blu Homes, especializada en vivienda ecosostenible. Y por entre 200.000 euros y alrededor de un millón es posible hacerse con alguno de los vistosos cubos de poco más de 100 metros cuadrados que fabrica la también estadounidense Connect Homes.
Para los que prefieren diseños de un cierto aire vetusto, con sabor a mansión sureña, pero todas las comodidades y la eficiencia energética de las modernas smart homes, una de las opciones más recomendables serían los modelos de Champions Homes, muy extendidos en Norteamérica, Gran Bretaña y Canadá. Opciones diversas, en definitiva, para quien esté dispuesto a embarcarse en la aventura de comprarse una vivienda de gran calidad, aunque recién salida de fábrica.