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Ray Dalio, el adolescente ‘caddie de golf’ convertido en estrella de la inversión

Fundó Bridgewater en 1975 y se encuentra entre las 100 personas más influyentes del mundo.
Ray Dalio, fundador de Bridgewater. (Foto: Getty Images)

Convertirse en el mayor hedge fund, o fondo de cobertura, no es algo que se consiga en un día. La dedicación, el tesón y el esfuerzo son conceptos que coexisten y que, caprichosamente, se suelen convertir en la llave del éxito. Sea en el espacio de la cultura, de la política o de los negocios, las dinámicas son bastante similares.

Ray Dalio (Queens, Nueva York, 1949) es otro perfil hecho a sí mismo que ha bebido de las mieles del triunfo a base de darse de bruces con la opinión contraria de la industria financiera. Su perseverancia y carácter tenaz le ha llevado a demostrar a lo largo de los años cómo se puede gestionar una cartera con libertad y con rentabilidades constantes con el transcurso de los años.

Ray ha sido un inversor macroeconómico global durante más de 50 años. Fundó Bridgewater en su apartamento de dos habitaciones en la ciudad de Nueva York en 1975 y, bajo su liderazgo, la empresa ha crecido hasta convertirse en la quinta empresa privada más importante en Estados Unidos.

Graduado con una licenciatura en finanzas de C.W. Post College en 1971, obtuvo su máster en administración de empresas de Harvard Business School en 1973. Los rumores hablan de su excelencia como alumno y sus grandes inquietudes por el mundo de la inversión. De hecho, Ray comenzó a aprender sobre inversiones cuando tenía 12 años, momento en el trabajó como caddie en un club de golf. Muchos miembros trabajaban en Wall Street, y quedó impresionado con la posibilidad de generar retornos recurrentes con el dinero.

Escuchaba a todos hablar sobre la bolsa, que en esos años generaba importantes rentabilidades, y aprovechó los consejos de los más veteranos. Ahorró parte de su salario y usó 300 dólares (unos 284 euros) para comprar acciones de North East Airlines. Un valor que seleccionó, porque era la única compañía de la que había oído hablar que costaba menos de cinco dólares (4,7 euros) por título. Y tuvo mucha suerte con dicha posición, ya que logró triplicar su capital. Sin embargo, tal victoria, que podría nublar a cualquier adolescente sobre la percepción, lo enganchó: pensó que operar en la bolsa era una manera fácil de llenarse los bolsillos.

Comenzó a recolectar entonces cupones para informes anuales gratuitos de compañías del Fortune 500. Este fue el comienzo de la construcción de su cartera de inversiones. Durante la escuela secundaria siguió buceando por el ecosistema de los mercados hasta lograr acumular miles de dólares.

Entre 1967 y 1969 hubo grandes e inesperados descensos en los mercados. Dalio aprendió mucho de este período de tiempo y se dio cuenta de que el futuro no siempre se desarrollaría de la manera que esperaba. Por el contrario, no se había dado cuenta de esto a principios de 1967, ya que siguió adquiriendo más títulos incluso cuando estaban cayendo. La codicia se impuso, aunque se dio cuenta de que algo estaba saliendo mal.

Cree que, para ser un inversor o empresario exitoso, hay que aceptar “desde el dolor los errores”. A su modo de ver, necesitas mirar las cosas “a través de los ojos de los demás para poder tener un mejor aprendizaje”. De este modo, esas primeras experiencias dieron forma a la estrategia de inversión durante el resto de su carrera.

De Harvard a la banca de inversión y a la construcción de su hedge fund

Ray se especializó en finanzas y fue aceptado en la Escuela de Negocios de Harvard. Sin embargo, antes de comenzar en la prestigiosa universidad, trabajó en una agencia en pleno parqué de la Bolsa de Valores de Nueva York en el verano. Pasó ese tiempo aprendiendo sobre el mercado de divisas y las relaciones causa-efecto que conducen a los movimientos de precios, incluida la manera en que las personas reaccionan a los diferentes comunicados de prensa.

El verano siguiente, mientras todos los demás estaban interesados ​​en las divisas y las acciones, consiguió un trabajo en Merrill Lynch, banco de inversión, negociando futuros de materias primas, que era lo que más le interesaba.

Mientras trabajaba, algunos de los mercados de divisas colapsaron. Aprendió que cuando todos piensan y apuestan por lo mismo, a menudo afectará a los precios y por tanto habría que adoptar una postura más cautelosa.

Gracias a toda esa experiencia absorbida y a su MBA de Harvard, se volvió muy exigente. Terminó trabajando para un bróker llamado Dominick&Dominick como director de materias primas.

Mientras trabajaba para la empresa, todavía movía sus propias cuentas de inversión y siguió extrayendo un gran aprendizaje, a través de sus operaciones rentables y perdedoras. En especial, sacó grandes enseñanzas sobre el control de riesgos: “En las inversiones tienes que ser defensivo y agresivo al mismo tiempo”.

Desde 1975, Dalio fundó Bridgewater Associates, trabajando en su apartamento de dos habitaciones. El nombre del hedge fund surgió porque inicialmente intentó vender materias primas de Estados Unidos a otros países, por lo que, estaban “tendiendo un puente sobre las aguas”. Sin embargo, la empresa pasó a centrarse más en ser una consultora de inversión.

Los clientes lo llamaban para pedirle consejos y ver sus valoraciones macro. Esto le llevó demasiado tiempo, por lo que decidió escribir. Esencialmente, se pondría en el lugar de la gente para decirles cómo, en su lugar, mirando sus cuentas, podrían gestionarse.

Fue durante este tiempo que comenzó a tomar nota de sus modelos o principios que impulsaban las decisiones que tomaba. También, llevando su creencia en las relaciones causa-efecto a un paso más allá.

La filosofía de inversión

Entre 1979 y 1981 la economía no pintaba bien y los mercados eran muy volátiles. En marzo de 1981, Dalio escribió una controvertida nota en la que predecía una depresión. Incluso hizo que sus socios examinaran sus observaciones y cálculos para encontrar fallos, pero no pudieron ver nada diferente.

Ray se aferró a sus apuestas y parecía que iba a acertar en sus predicciones, pero a finales de 1982, perdió casi todo el capital por ese pronóstico. En sus propias palabras: “La bolsa inició un gran rally alcista y durante los siguientes 18 años la economía estadounidense disfrutó del mayor período de crecimiento no inflacionario de su historia”.

Pasó mucho tiempo resolviendo sus errores y se dio cuenta de que tenía que observarse a sí mismo objetivamente. Había desarrollado un miedo al error, de modo que en lugar de pensar que tenía razón todo el tiempo, necesitaba cambiar ese paradigma para dar con el modelo del éxito definitivo.

Decidió que la mejor manera sería encontrar a otros analistas independientes para ver las cosas de manera diferente a él, para que pudieran desafiar su forma de pensar y discutir sus opiniones y así dar con la respuesta final correcta.

Fue entonces cuando empezó a llevar a Bridgewater Associates a ser el mayor hedge fund del planeta. Sus métodos a veces han sido criticados, pero más a menudo han sido imitados y estimulados en nuevos enfoques de inversión y negocios. La forma en que dirige su empresa ha influido en cómo se gestionan las empresas, incluso fuera del sector de los servicios financieros.

Ray se decantó por introducir lo que él llama paridad de riesgo, distribuyendo sus inversiones entre acciones (30%), bonos a largo plazo (40%), bonos a medio plazo (15%) y lo restante a partes iguales entre oro y materias primas. Así, la renta fija tiene una proporción 2:1 con la variable, que según el inversor tiene una mayor volatilidad. Actualmente, apuesta por empresas como Starbucks, Alibaba, o criptomonedas como el Bitcoin. Su enfoque es siempre la creación de valor al largo plazo.

Debido al impacto que ha tenido su pensamiento en las políticas macroeconómicas a nivel internacional, se encuentra entre las 100 personas más influyentes del mundo. Ha estado casado con su esposa Barbara por más de 40 años y tiene tres hijos adultos y cinco nietos. También, es un filántropo activo con intereses especiales en la exploración oceánica, las microfinanzas, la justicia sanitaria y la igualdad de oportunidades educativas.

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