El cine español tiene una serie de caras que cualquier persona que lo siga reconoce al instante. Una de ellas es la de Luis Tosar (Cospeito, Lugo, 1971), ganador de tres premios Goya: dos al Mejor actor por su interpretación en Te doy mis ojos (2003) y Celda 211 (2009); y el otro al Mejor actor de reparto por Los lunes al sol (2002) (los tres están en el salón de la casa de sus padres). El 18 de marzo estrena película: Código Emperador, un thriller de intriga ambientado en las altas esferas del poder y el espionaje, donde da vida a Juan, un agente de investigación del CNI, que se ve inmerso en una serie de acontecimientos que no tiene tanto que ver con la seguridad nacional como con salvaguardar la imagen de la patria.
PREGUNTA. ¿Cree que en Código Emperador se puede sentir identificado algún personaje español poderoso?
RESPUESTA. No, no sé si alguien en concreto, pero sí que la película va a producir ecos de personajes que sí nos suenan. Quiero decir que seguramente pasará por la mente de cualquier espectador un tipo como Villarejo, porque aunque no se refiere a su historia cuenta algo que sí tiene una cierta relación con ese mundo. La película trata de contar cómo podría ser y fantaseamos un poco con la idea de cómo se podrían haber manejado ciertas cosas que quizás podrían haberse producido. No es que se reproduzcan en la película, pero sí que tiene ecos a osas que seguramente nos suenen como espectadores y como ciudadanos.
P. Cuando le proponen un guion, ¿qué es lo que más valora para aceptarlo?
R. Lo valoro por grados, o por fases, por así decirlo. Habría una primera fase en la que valoro si me ha ocurrido algo con la lectura de ese guion, si me ha emocionado o no, si me ha interesado la temática o no, si despierta mi curiosidad hacia algún lado, si se abre un mundo nuevo que no conocía… Ese tipo de parámetros. Si ninguna de esas cosas ocurre, normalmente no hay más progreso en la negociación o en el interés por ese guion. Una vez que algo de esto ocurre, empiezo a fijarme en cosas, y comienzo a pensar en cuál es mi personaje, si me interesa hacerlo o no, si es una cosa nueva para mí y supone un reto… Y luego, en otra fase más adelantada, empiezo a pensar con quién voy a compartir ese proyecto; quién lo va dirigir, quiénes formarían parte del reparto… Todo esto se va sumando y voy haciendo un conglomerado que me ayuda a tomar la decisión final. Hace unos años recibía muchísimos guiones, pero ahora me están llegando alrededor de diez al año, con suerte, y los que llegan a solidificar son pocos, tres a lo sumo.
P. Ha trabajado prácticamente con los mejores directores del cine español. ¿Hay alguno en especial con el que le gustaría rodar?
R. Sí, uno con el que nunca he tenido la oportunidad de trabajar ha sido Amenábar. Además de encontrarlo talentosísimo, porque siempre me ha gustado lo que ha hecho, es una persona que me cae muy bien y me transmite muy buenas energías. Tengo la sensación de que sería una buena experiencia.
P. Recientemente, Cayetana Guillén Cuervo ha sido elegida presidenta de la Academia de Artes Escénicas. ¿Le gustaría presidir la Academia más adelante?
R. Es un fichaje maravilloso para dirigir la Academia, porque es una de las personas mejor preparadas que conozco para este cargo. Curiosamente, a mí me lo propusieron hace muchos años, pero sinceramente, creo que todavía no es el momento, pero más que nada por una cuestión familiar, porque ahora tengo dos niños muy pequeños y bastante tengo con trabajar y dedicarme a ellos todo el tiempo que puedo, y no puedo liarme en una cosa tan gorda como esa, que exige mucho tiempo y dedicación.
P. Ahora, las nuevas generaciones ven las películas en un móvil o en una tablet. ¿Qué le parecen estás opciones?
R. Un terror, pero, yo que sé, es el signo de los tiempos, y tampoco podemos luchar contra eso. Creo que hay que defender el uso de las salas y un tipo de cine que se hace para ver en el cine, en una sala grande y con una gran pantalla, y creo que también, didácticamente, nos queda algo por hacer, ya que no estamos enseñando a las nuevas generaciones qué es el cine, cómo se ve, cómo se disfruta… En ese sentido, tengo la sensación de que nos estamos dejando ir y que somos demasiado cómodos. A veces sólo nos quedamos en la protesta de que estos chavales no saben apreciar el cine, pero, en realidad, igual lo que tenemos que hacer es enseñarles, porque seguramente no tienen las herramientas ni el conocimiento necesario para valorar.
P. ¿Cómo vive ahora el momento Luis Tosar?
R. Hemos tenido la suerte de trabajar mucho dentro de este contexto tan extraño de la pandemia, algunos, no todos, evidentemente, porque la gente que hace habitualmente teatro ha tenido que sacrificarse mucho durante este tiempo, y siguen haciéndolo, aunque no sabemos cuánto durará. Pero sí que es cierto que en el audiovisual ha habido mucha demanda, precisamente por las plataformas, porque se han encargado de servir entretenimiento doméstico a un montón de personas que han tenido que estar en buena parte confinadas o teletrabajando durante mucho tiempo. Con lo cual, ha habido una paradoja curiosa, y es que, aunque las cosas estaban muy paradas, la demanda de entretenimiento aumentaba, así que ha habido ciertos sectores en los que se ha trabajado muchísimo. En este contexto, asistes con un sentimiento agridulce, porque al mismo tiempo que nosotros trabajamos para hacer productos que se exhiban en las plataformas, en el cine y en las salas la demanda ha bajado. Va a ser una situación difícil de recuperar, pero confío en que cuando empecemos a ver la luz (en septiembre y octubre hubo una buena afluencia de espectadores) la gente vuelva a los cines, aunque siempre puede venir una ómicron y acabar con todo.
P. ¿Entonces ve imposible recuperar los 94 millones de euros que se recaudaron en taquilla en 2019?
R. Bueno, va a ser muy complicado, pero no digo que imposible. Tengo la impresión de que tenemos que pasar esta etapa tan extraña, para nosotros y para el mundo en general, y ver en qué se quedan las cosas, porque no soy tan fatalista con respecto a que no se pueda recuperar el público en las salas. Pienso que hay un público nativo de sala que todavía está en edad para disfrutar muchos años del cine, y que van a intentar volver de manera masiva. Si esto acaba lo más pronto posible, y no tarda muchísimo más, creo que tenemos posibilidades de recuperarlo más pronto que tarde.
P. ¿Es partidario de subvencionar las películas?
R. Estoy a favor de que se subvencione cierto tipo de cine. Creo que cada vez, como se está polarizando tanto el cine, sobre todo las salas, es muy difícil que se mantengan las series medias, las producciones de tamaño medio, por lo que va a ser complicado que sean rentables. Creo que, seguramente, la tendencia, o lo que deberíamos hacer para el futuro, es que se subvencione el cine más pequeño, el que tenga menos posibilidades de producción, porque el más grande ya lo están asumiendo las plataformas como propio. Seguramente estamos abocados a auspiciar un poco más el cine pequeño, porque va a ser el único que pueda estar en las salas. Al final, creo que sólo estarán los muy grandes o los muy pequeños, mientras que da la sensación de que todo lo medio está en otro territorio.
P. ¿Está bien remunerado un actor en el cine español?
R. Depende del caso, evidentemente. Tenemos un buen convenio, y luego ya depende de los factores añadidos de cada intérprete, por lo que se refiere a su grado de conocimiento, fama, éxito, exposición, poder de negociación, por así decirlo.
P. Es un actor muy cotizado y habrá ganado sus euros. ¿Es de las personas a las que le gusta ahorrar?
R. (Ríe). Pues sí, soy bastante ahorrador, y, de hecho, nunca he sido muy gastador. No he llevado una vida de excesos, no me gustan los coches caros, nunca he querido tener un barco, ni cosas por el estilo, pero en lo que sí me he gastado mucho dinero ha sido en ayudar a gente. Siempre he sido muy manirroto con eso…
P. Estuvo metido en política, incluso se presentó en las listas del BNG. ¿Qué sensaciones sacó de su paso por la política?
R. Uno cuando está dentro lo ve desde otro lugar, así es que me queda mucha información privilegiada. Me quedó muy clara la conclusión de que no es mi territorio, porque a mí me gusta mucho la política como espectador, pero no estoy tan a gusto dentro como parte tan activa. Me gusta estar implicado, porque soy un ciudadano que creo firmemente en las instituciones y, sobre todo, en la política y en la legislación, para que las cosas salgan adelante y construyamos entre todos una sociedad mejor, pero está claro que no es mi mundo y prefiero verlo desde fuera.