Las siglas IPC significan Índice de Precios de Consumo y recogen la variación de precio de todos los artículos incluidos en una cesta de la compra concreta. Este índice es el principal indicador de inflación en nuestro país.
El Instituto Nacional de Estadística (INE), ha elaborado una cesta de casi 500 artículos a partir de encuestas realizadas a distintos tipos de hogares en España. Esta cesta de la compra incluye alimentos, vestido y calzado, vivienda, comunicaciones, medicina, transporte, ocio y cultura, enseñanza, hoteles y restaurantes y otros bienes y servicios.
Lo interesante no es cuánto cuesta esa cesta, sino cuánto ha variado su precio respecto al período anterior, su tasa de variación. El INE publica esta variación mensualmente, pero nos interesa conocer también la variación anual.
El IPC mide la evolución de los precios de la cesta de la compra de las familias. Lo que varían los precios respecto a un período anterior, nos indica la inflación que ha habido en la economía.
¿Qué significa que en los últimos 12 meses la variación del IPC ha sido del 2%? Que lo que hace un año costaba 100, hoy cuesta 102. Como consumidores, quizá nos gustaría que costase 98 (la tasa de variación sería negativa, -2) pero es deseable que haya una cierta inflación: que los precios suban ligeramente indica que una economía crece, está sana: hay demanda porque hay empleo, las empresas crecen y el dinero circula normalmente.
De hecho, el IPC tuvo una tasa de variación negativa durante la crisis sanitaria del coronavirus (la variación de diciembre de 2019 a diciembre de 2020 fue de -0,5%). El confinamiento y las restricciones posteriores, hicieron caer el consumo de combustible, ocio, restauración o servicios turísticos, por ejemplo.
Para permitir la comparación del índice de precios nacional con el de resto de países, el INE utiliza una metodología internacional para calcular el IPCA, Índice de Precios de Consumo Armonizado.
Un indicador muy relevante para conocer la inflación, es el índice de precios subyacente, que descuenta, del índice general, los índices de alimentos no elaborados (frutas, verduras, carne…) y de productos energéticos (electricidad, gas, gasolina). Estas categorías de producto, que no tienen ningún proceso antes de llegar al consumidor, suelen tener variaciones de precio más acusadas que otros bienes elaborados.
El objetivo de este indicador es tener una medida más realista de la inflación, descartando una subida de precios puntual a causa del precio del combustible, por ejemplo. De hecho, este indicador se creó a partir de la crisis del petróleo de 1973.