El Airbus A380 de Emirates con rumbo Dubái va lleno. Las dos plantas de este mastodonte del aire van hasta la bandera, tanto la de clase turista como la de Business y First Class. El bar del avión es un hervidero de conversaciones, cóctel en mano, nadie diría que estamos a 12.000 metros de altura. Y no solo se oye hablar en árabe o en inglés, hay mucho español tomándose una copa de champagne. Casi todos los presentes van a la Expo Dubái 2020, un foco para hacer negocios como lo puede ser cualquier otro con la diferencia de que las exposiciones universales se celebran cada cinco años y que sus metros cuadrados nada tienen que ver con los de las ferias convencionales.
La de Dubái es la primera exposición universal que se celebra en la región de Oriente Medio, África y el Sudeste Asiático, en una ciudad que siempre quiere estar en las primeras posiciones. A saber, la noria más alta del mundo está en Dubái (250 metros de altura), también el edificio más alto (Burj Khalifa, 828 m.), el jardín de flores más grande, el Dubái Miracle Garden (72.000 metros cuadrados), la piscina infinita más grande … Dubái siempre quiere más y por eso no es de extrañar que a la última exposición universal le hayan dedicado un espacio equivalente a 600 campos de fútbol (olvídese de hacerse una idea general de la muestra salvo que le dedique, qué menos, que 48 horas). El evento coincide además con el 50 aniversario de la creación de Emiratos Árabes Unidos. Al final, como dice la sabiduría popular, no hay mal que por bien no venga: la muestra estaba prevista para 2020, pero la pandemia retrasó la cita que arrancó en octubre 2021.
Son 192 los países que muestran sus innovaciones en tecnología, sostenibilidad y movilidad hasta el 31 de marzo. Es la primera vez en la historia de las exposiciones universales (se celebran desde hace 170 años) que la organización no se hace por regiones sino por áreas, en concreto tres: Oportunidad, Movilidad y Sostenibilidad, donde tiene su pabellón España. El lema de la expo es Conectar mentes, construir el futuro y las previsiones antes de la pandemia situaban la cifra de visitantes entre 20 y 25 millones. A comienzos de noviembre pasado habían recibido 3 millones de visitantes.
Dubái es una fiesta
A finales de 2013 se lanzaron fuegos artificiales desde el Burj Khalifa: la ciudad había ganado la candidatura para acoger la Expo que se levantaría en el Dubai South, al sur de la ciudad, una zona que se convertirá en el distrito 2020 una vez finalice la muestra y que combinará zonas residenciales y zonas verdes, si bien lo verde es algo que escasea en la urbe. Basta caminar por alguna de sus arterias para darse cuenta de que no está pensada para el peatón.
La muestra acoge a más de 3.200 empresas extranjeras de las cuales, 170 son españolas. El pabellón español ha sido patrocinado por 15 compañías (Cosentino, Andreu World, Zeleros, Naturtex o Iberchem son algunas de ellas), que han aportado millón y medio de euros entre todas. “Llevamos casi 3 años trabajando para que el pabellón sea un escaparate de nuestro tejido empresarial y hemos conseguido una bonita representación: mucha empresa pequeña y mediana, familiar, algo del IBEX, emprendedores… Muchos entraron antes del COVID y en aquellos momentos en los que todos pensábamos que el mundo se acababa fueron un ejemplo de visión y continuaron apoyando la iniciativa”, explica Cristina Ordinas, de Acción Cultural Española, la empresa pública que gestiona el pabellón.
¿Cómo llegan estas empresas al evento? En el caso de Iberchem, los creadores del perfume del pabellón (algo totalmente disruptivo en una cita en la que apenas se ha pensado en el marketing olfativo), a través del ICEX: “Pocos saben que España es el segundo país exportador de fragancias a nivel mundial, por eso un evento de esta magnitud nos pareció que reunía todos los factores para hacer algo novedoso. Presentamos dos proyectos: una experiencia olfativa que complementa al diseño arquitectónico en varios espacios y la creación del perfume exclusivo del pabellón”, explica Guillaume Audy, de Iberchem.
Los que más han aportado a nivel económico han sido Cosentino, con más de 3.000 m2 de materiales de última generación que revisten distintos espacios, y Andreu World, con unas 300 piezas de mobiliario. Zeleros, Iberchem, Naturtex (responsables, por ejemplo, de los textiles del restaurante Amazónico) y Barceló son las otras empresas que más han aportado. Zeleros, fundada por estudiantes de la Politécnica de Valencia (en 2016 ganaron el concurso de Elon Musk para el desarrollo de Hyperloop cuya maqueta puede verse en el pabellón) lidera el desarrollo de este innovador método de transporte que permitirá viajar a 1.000 km por hora con cero emisiones directas de CO2. Aqualia, dedicada a la gestión del agua, aporta uno de sus vehículos de biogás.
La muestra es un excelente lugar para el business y para dar a conocer al mundo el know-how de cada uno, pero hay un componente de gran valor que va más allá del dinero: la reputación. “La exposición es un ejercicio de diplomacia cultural y económica, y su legado supone un impacto positivo en la evolución empresarial”, finaliza Ordinas.
Apuesta por el diseño
Uno de los aspectos que destaca es la arquitectura de los pabellones: quién más, quién menos ha apostado por el diseño si bien en muchos casos la experiencia de usuario se queda un tanto vacía porque la arquitectura predomina pero el contenido no está a la altura. Sucede así en el pabellón de China (precioso por fuera, sin más por dentro), el de Suiza, el de Austria o el de Singapur… No sucede así con otros, como es el de España, el de Terra (de los más interesantes, por cierto) o el de Emirates, uno de los patrocinadores de la feria. Su pabellón destaca por un imponente diseño (son cuatro plantas) y por su fachada, inspirada en las alas de un avión, con 24 aletas revestidas de aluminio que se curvan alrededor de los dos lados del edificio.
El pabellón de Emirates no defrauda, ni el exterior ni el interior, y si eres un friki de la aviación o simplemente tienes curiosidad por saber cómo se volará en el futuro, tienes que visitarlo. La compañía, que cuenta con una flota de 150 aviones, nos propone un viaje al futuro en una experiencia totalmente interactiva. A través de una “semilla” que recibes en la entrada vas interactuando en las distintas partes del recorrido: con los robots que te enseñan aeronáutica, en el laboratorio del futuro… Lo más destacable, el viaje de realidad virtual 360 grados, un simulador de vuelo de cómo serán los vuelos y las cabinas del futuro. Un viaje muy realista sin moverte de la expo.
Historia de las Expos
Tienen 170 años de historia y en cada una se ha pretendido dar a conocer las innovaciones de la época: la última cita tuvo lugar en 2015 en Milán y la de Shanghái 2010 fue, por ejemplo, la del mayor número de visitantes en la historia. ¿Sabían por ejemplo que el icono por excelencia de París, la Tour Eiffel, fue creado para una exposición universal? En concreto la de 1889 y el monumento no se hizo popular de inmediato, de hecho hubo quien hizo campaña para que lo desmontaran una vez finalizase la muestra. Otro emblema creado para una de estas muestras es el Atomium, que vio la luz para la muestra de 1958 de Bruselas: en su día contó con los ascensores más rápidos. La primera emisión de televisión en directo tuvo lugar en una de estas citas, en Nueva York en 1939. También fue en USA, en Filadelfia, donde se presentó el primer teléfono, en 1876. Ha habido incluso innovaciones culinarias: las palomitas de maíz nacieron en estas citas y también el kétchup de Heinz, que se presentó en Filadelfia en 1876. En la actual exposición cabe destacar la cúpula sin apoyo más grande del mundo, la Al Wasl Plaza.