En el primer semestre de 2021 se produjo un sólido repunte del crecimiento económico junto con un aumento de la inflación. Una expansión que se ha visto ligeramente mermada en las últimas fechas como consecuencia de la crisis de la cadena de suministro. Esa bonanza tras la crisis sanitaria del covid ya está mostrando signos de desaceleración a medida que los estímulos fiscales y monetarios se desvanecen.
Mientras, la inflación sigue siendo elevada debido a las interrupciones de la cadena de suministro y al aumento de los costes de la energía. “En conjunto, se teme que se esté produciendo un entorno de estanflación, es decir, de bajo crecimiento y alta inflación”, advierte Sean Markowicz, responsable de estrategia, estudios y análisis de Schroders.
Los escenarios de repuntes de precios son siempre favorables para los metales preciosos como el oro y la plata. ¿Merece la pena, entonces, invertir ahora en ellos? Según Nitesh Shah, director de análisis en WisdomTree, históricamente, las materias primas han funcionado como una excelente cobertura contra la inflación.
“Es posible que la correlación no haya sido tan estrecha con el oro como lo ha sido durante casi todos los períodos de la serie con las cestas de las materias primas, aunque, en la década de 1970, cuando la inflación pasó a ser particularmente elevada, el oro hizo un gran trabajo al actuar como cobertura contra la creciente presión de precios”, dice el experto.
Analizando los resultados, las materias primas tienen un mayor impulso en momentos de inflación que cualquier otra clase de activo, incluyendo el oro. “De todos modos, el metal dorado ha tenido un beta inflacionario muy fuerte, el cual es varios múltiplos mayores que el de las acciones”, apunta Shah.
Esto se traduce en que, a pesar de que las cestas de materias primas siguen la tendencia ascendente de la inflación, también lo hacen cuando baja. En cambio, el oro, tiende a seguir el curso de la inflación solamente cuando sube, lo que se traduce en una beta más pequeña en general.
Varias clases de activo responden a la “inflación esperada”, las cuales generalmente se forman a raíz de las condiciones monetarias y de cómo se perciba la fortaleza de la demanda en la economía.
Estas expectativas se centran generalmente del lado de la demanda. Sin embargo, la inflación también puede generarse del lado de los shocks de oferta. Por ejemplo, el ataque cibernético a Colonial Pipeline el mes pasado, aumentó el precio de la gasolina para los consumidores. Otro ejemplo es el de la sequía en curso en Brasil, la cual está presionando al alza el precio de los productos alimentarios.
“Aunque la mayoría de las clases de activo tienden a reaccionar mucho menos a este tipo de inflación, los precios de las materias primas tienen una conexión directa con muchos shocks del lado de la oferta, lo cual las hace un instrumento superior de cobertura contra la inflación materializada”, relata el analista de WisdomTree indicando los vientos favorables para el metal amarillo.
El escenario significa que el oro puede tener todo de cara para subir. Y más aún pensando en el largo plazo. “Desde un punto de vista técnico, el futuro del oro con vencimiento en el mes de diciembre se encuentra cotizando sobre el nivel psicológico de los 1.850 dólares, después de ascender más de un 1,30%, una vez conocido el dato de inflación de Estados Unidos”, explica Diego Morín, analista de IG.
Según el experto, seguidamente, si el oro consigue sostener dicho nivel, podríamos estar ante un nuevo impulso alcista en el metal precioso, después de mantenerse dentro de un rango lateral en los últimos cuatro meses. “Así, la situación del oro continuará atrayendo las miradas de los inversores a medida que continúen las tensiones inflacionistas, con el reto mayor de romper la barrera de los 1.900,0 dólares, niveles testeados durante el pasado mes de junio”, relata.
Las proyecciones de la plata son positivas
Por otra parte, más del 50% del uso de la plata corresponde a aplicaciones industriales (en contraste con el oro, donde menos del 10% proviene de dicho sector), por lo que la mejora de la actividad manufacturera afecta positivamente a este metal.
“A ello hay que sumarle el crecimiento en los inventarios de plata; el aumento de los inventarios indica una mayor disponibilidad del metal y, por lo tanto, tiene un impacto sobre su precio”, concreta Shah.
El experto cree que la rentabilidad de la plata será, incluso, superior a la del oro, al apreciarse de acá a un año un 37,5%. “Para el segundo trimestre de 2022, esperamos que la onza de plata cotice en el entorno de los 38,81, beneficiándose del efecto positivo que el repunte de la actividad industrial tendría sobre su demanda”, pronostica.
“Asimismo, la contracción del gasto de capital en minería y la reducción de los inventarios de plata en bolsa apuntan a una restricción de la oferta”, agrega.
Y no solo eso. El valor de la plata también se puede ver impulsado por una recuperación económica de corte ambientalista. Un enfoque renovado en el cumplimiento de los objetivos climáticos intensificará la electrificación del transporte y aumentará la demanda de energía fotovoltaica. Ambas tendencias se espera que repercutan positivamente sobre la demanda de plata.