Si algo está claro es que los ahorradores que invierten en fondos lo hacen para intentar obtener retornos interesantes, que varían en función de los riesgos que estén dispuestos a asumir. Además, en los últimos años se ha ido consolidando la tendencia de invertir en carteras socialmente responsables, respetuosas con el medioambiente y que apuesten por el futuro del planeta. Así lo desvela una encuesta de Deutsche Bank que realizó en mayo de 2021 a 2.130 clientes, que concluye que más del 75% de los inversores opinan que sus inversiones deberían contribuir a un futuro mejor para el planeta.
Una forma de hacerlo es a través de los fondos conocidos como ESG (Environmental, Social and Governance, por sus siglas en inglés), que ponen el foco en alcanzar sus objetivos de inversión a través de carteras que integrancriterios medioambientales, sociales y de buen gobierno corporativo. De esta manera, se controla también el riesgo que supone invertir en empresas que no tienen políticas responsables.
Mayor conciencia tras la pandemia
Retos como el cambio climático o los derechos humanos, entro otros, están marcando el presente y el futuro del planeta y cada vez son más las empresas que están inmersas en procesos de transformación para cumplir con objetivos medioambientales, sociales y de gobierno. Los inversores son más conscientes de que invertir en este tipo de empresas reduce la volatilidad y el riesgo.
Los fondos ESG dan respuesta a las inquietudes y demandas de este tipo de inversores, más concienciados con el impacto de la actividad empresarial en el entorno. Y lo hacen con una cada vez más amplia oferta de fondos basada en criterios sostenibles que además se presentan como una opción interesante desde el punto de vista del retorno financiero. En definitiva, una inversión consciente, pero que no pierde de vista el objetivo de la rentabilidad.
Una tendencia que ha adquirido fuerza tras la pandemia. De hecho, el 57% de los inversores que participaron en el estudio se mostraron de acuerdo en que la pandemia les ha hecho ver con más claridad que sus inversiones deberían tener una huella positiva.
Un fondo de inversión sostenible
La transición energética hacia una economía mundial más sostenible exige un mayor nivel de inversión. Para cumplir con los objetivos planteados en el Acuerdo de París hasta 2050 será necesario triplicar el dinero invertido hasta ahora. De hecho, la agencia internacional de renovables Irena estima en 130 billones de dólares (unos 110 mil millones de euros) la inversión que se necesita para alcanzarlos. Y en esto, el capital privado ejerce un rol fundamental.
Las inversiones en fondos ESG pueden ayudar a financiar la protección del medio ambiente, a abordar los retos sociales y a impulsar el buen gobierno corporativo. La evolución es positiva: si en 2018 el volumen en inversiones sostenibles se situaba en 30.700 millones de euros, dicha cifra superaba los 40.000 millones en 2020, con un incremento nada despreciable del 32%.
Las inversiones ESG pueden tomar posiciones en distintos activos, con una combinación de renta fija y renta variable para lograr un equilibrio entre rentabilidad y seguridad.
En esta línea Deutsche Bank ha lanzado la comercialización del fondo Amundi FS Sustainable Income 2027, un fondo dirigido a ahorradores e inversores concienciados con la inversión socialmente responsable.
Criterios para una inversión sostenible
Para una inversión ESG, podemos destacar algunos criterios fundamentales:
Por una parte, está el criterio de exclusión, que se plasma en la abstención de invertir en una industria o empresa cuyoproducto pueda ser nocivo para el medio ambiente debido a su alto nivel contaminante, por ejemplo; o si su actividad no respeta principios éticos, como podría ser la fabricación de armas o el uso de mano de obra infantil. También se tiene en cuenta la manera en que se relaciona con su entorno más directo, es decir, con empleados, proveedores y clientes.
Asimismo, se pone el foco en las políticas de gestión de las compañías, como la transparencia, los códigos de conducta o la composición de los Consejos de Administración, entre otras.
En segundo lugar, es necesario encontrar oportunidades de inversión en productos o compañías que contribuyan a construir un futuro mejor y que arrojen buenas perspectivas de rentabilidad para la inversión. Y esto supone no solo mirar a las iniciativas que se están materializando actualmente, sino mirar al futuro para detectar nuevas tendencias.
Sin perder de vista la rentabilidad financiera
Se trata de un cambio social que tiene aristas en el campo financiero y regulatorio. Cuidar del planeta nos permitirá afrontar con mejor pie los retos del cambio climático, frenarlo y revertirlo. A partir de esta reflexión, surge por primera vez la idea de inversiones ESG, un concepto mencionado por primera vez en el informe Who cares wins, publicado por la ONU en 2004. En él se ponía el acento de que incorporar criterios de sostenibilidad en las decisiones de inversión tendría un impacto positivo en los mercados financiero, en los propios inversores y en la sociedad misma.
Esto también se ha plasmado en el ámbito regulatorio. El Reglamento 2019/2088 del Parlamento Europeo y del Consejo de 27 de noviembre de 2019, sobre la divulgación de información relativa a la sostenibilidad en el sector de los servicios financieros que entró en vigor en marzo de este año, establece la obligación de las gestoras y los asesores financieros de incluir en sus decisiones de inversión el riesgo de sostenibilidad y de informar del mismo a los inversores y del efecto que tendría en sus carteras.
*Artículo patrocinado por Deutsche Bank. Más información: https://www.deutsche-bank.es/pbc/data/es/fondo-sostenible-amundi-inversiones-pa.html