Obituario

Requiem por un gigante de la fotografía

“Con 90 años, el tiempo juega en mi contra, pero sin embargo trabaja a favor de la fotografía. Lo que quiere decir que estas imágenes me van a sobrevivir”, Carlos Pérez Siquier.

Al conocer el fallecimiento del Carlos Pérez Siquier, se apaga en mi cabeza una vela de esperanza que tenía encendida desde hace unos días. Fue este pasado sábado, a la puerta del edificio inaugurado el día 6 de septiembre, justo donde se une el Centro que lleva su nombre desde el año 2018, al nuevo edificio recién terminado, donde me informó Andrés García Ibáñez del internamiento hospitalario de Carlos.

Durante la audición del magnífico concierto de la OCAL en esa inigualable plaza de Ciudad de la Cultura en Olula del Rio, no pude evitar pensar en el pobre Carlos en varios momentos del concierto, en los que la quinta sinfonía de Beethoven nos conmocionó a los presentes.

Se acaba la vida física de este gran almeriense, un caballero de la fotografía, y esto es así porque como él decía en un precioso libro de hace no muchos años, titulado Mi sombra y yo, él ha dejado de ver su sombra, «pero que mi sombra siga cuando yo desaparezca». Nos queda a los que aquí seguimos vivos, la estela de su arte fotográfico, su amplio, diverso y de una belleza estética marcada por la sobriedad elegante, exenta de artificios. Su buena sombra, que hizo de la exaltación de la dignidad del fotografiado, su esencia más pura.

En estos próximos días y durante mucho tiempo, podremos volver a leer reconocimientos más técnicos de lo que ha supuesto su obra, por parte de críticos en el mundo de la fotografía. Por supuesto, ahí estará escrito en letras mayúsculas el nombre de AFAL. Todo lo que he leído sobre la obra de Carlos P. Siquier me ha parecido siempre muy elogioso hacia su trayectoria, pero jamás he visto nada que fuera halago por el halago, y mira que su bonhomía se lo merecía. No es casualidad que recibiera tantos años atrás ese más que merecido Premio Nacional de Fotografía (año 2003), orgullo sin duda para todos los almerienses, como un gran patrimonio de nuestra cultura que lo era y será para siempre.

Desde la Fundación de Arte Ibañez Cosentino tendremos un agradecimiento infinito con Carlos; por la confianza que depositó en nosotros, y muy especialmente con Andrés García Ibáñez. Para mi era emocionante percibir el cariño sincero y admirativo que sentían Carlos y Andrés, fotógrafo y pintor; y es por esto que hemos dedicado lo mejor de nuestro tiempo y los recursos de todo tipo para acoger la obra de Carlos con la dignidad que merecía; es por esto que en Olula del Rio (Almería), está el Centro que lleva su nombre, único museo en España dedicado a la obra de un fotógrafo, pero qué fotógrafo!

El trabajo de digitalización de los archivos personales de Carlos realizados en los últimos dos años, así como las excelsas publicaciones producidas desde la Fundación de Arte Ibañez Cosentino, con La Chanca en blanco y negro, y La Chanca en Color, ha permitido recuperar un testimonio histórico de fina ejecución a partir de lo que en su momento vieron los ojos de Pérez Siquier al otro lado de sus míticas cámaras fotográficas, las cuales están expuestas en una vitrina del Centro que lleva su nombre y que son como las armas de un guerrero, con las que miró muchas décadas de la historia de Almería y de España.

Descansa en paz, querido Carlos. Desde tu Centro, en el corazón del Almanzora, velaremos por tu memoria que siempre nos acompañará.

*Santiago Alfonso es patrono de la Fundación de Arte Ibáñez Cosentino.

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