1. Planificar el trabajo
El orden, cuando no se convierte en una manía, es de gran ayuda para conseguir los objetivos que uno se proponga. Hay tres preguntas que debes hacerte si quieres definir un buen plan: ¿cuál es la fecha tope? ¿con qué recursos cuento? ¿qué imprevistos pueden surgir? A partir de ahí, hay que ir integrando las tareas en un calendario y distribuirlas de forma que los imprevistos o la falta de recursos no impidan que se cumplan los objetivos.
2. Mostrar iniciativa
No es cierto que solo en un puesto de responsabilidad se pueda ejercer la iniciativa. Cualquiera tiene tiempos muertos que puede reconvertir en tiempos productivos. Siempre hay tareas que se van quedando pendientes o que ayudan a mejorar los procesos. Esos tiempos muertos son el momento perfecto para adelantar algunas tareas.
3. Contribuir a un buen ambiente de trabajo
Estar a gusto es esencial para que no se produzcan bloqueos y tensiones que entorpezcan el trabajo. Cada uno puede poner de su parte, pero la empresa también debe implicarse si no quiere salir perjudicada. Conseguir un ambiente donde se fomente la colaboración es siempre más productivo que un lugar donde solo se potencie la competencia entre iguales.
4. Revisar metodologías
A veces uno se pasa tanto tiempo dedicado a las mismas funciones que no es consciente de que las cosas se pueden hacer de otro modo. Los cambios pueden llegar a asustar, sobre todo si te los imponen. Pero las transformaciones son necesarias para adaptarse a los tiempos. Si no revisas tus metodologías, otros lo harán por ti y el cambio al final vendrá impuesto.
5. Respetar los biorritmos y los descansos
Las paradas estipuladas en los convenios están por algo. Está más que demostrado que si acumulas cansancio y te sobrecargas habrá dos consecuencias muy negativas: cometerás más errores y perjudicarás tu salud. Estas consecuencias pueden afectar notablemente a la productividad, así como la falta de descanso y el estrés acumulado.
6. Revisar la eficacia de los cambios
Después de revisar las metodologías e introducir cambios y avances en tu forma de trabajar, llega el momento de evaluar los resultados. Trata de hacer observaciones que se puedan medir, por ejemplo, en una gestoría, el número de informes atendidos en un periodo determinado del año, comparándolo con el año anterior. Depende de tu trabajo. La cuestión es determinar si hay que realizar algunos ajustes en los planes u objetivos para incrementar la productividad.