Ubicada a 532 kilómetros al suroeste de Costa Rica, se encuentra la misteriosa isla de Coco, nombrada Patrimonio Mundial de la UNESCO en 1997. Catapultada a la fama gracias a la novela clásica de Robert Louis Stevenson La isla del tesoro, también sirvió de inspiración para Parque Jurásico. Pero más allá de la ficción, al lugar no le faltan historias de piratas que han llevado hasta ella a exploradores durante siglos en busca de las riquezas valoradas en mil millones de dólares que —aparentemente— se encuentran allí escondidas.
El Tesoro de Lima
Todo empieza en 1820, cuando Perú inició una guerra contra el Imperio español que había colonizado gran parte del continente. El general argentino José de San Martín planeaba invadir Lima, y el virrey español decidió que lo mejor sería sacar todas las riquezas de la zona de guerra para resguardarlas y devolverlas cuando estuvieran a salvo.
El encargado de tal tarea fue el capitán británico William Thompson, que con su barco Mary Dear debía salvaguardar lo que hoy se conoce como el Tesoro de Lima. Un botín lleno de monedas de oro, plata, diamantes y una estatua de la Virgen María de tamaño real de oro macizo. Al salir de Perú, la avaricia pudo con Thompson y sus hombres, que mataron a los soldados y sacerdotes españoles a bordo del barco y se dirigieron hacia la Isla del Coco, donde enterraron la recompensa. Un barco de guerra español los persiguió y la tripulación fue condenada, a excepción del capitán Thompson y su primer oficial, quienes acordaron cooperar para localizar y recuperar el botín del tesoro. Pero ambos escaparon en la isla y nunca fueron capturados.
Desde entonces, cientos de exploradores han intentado en vano localizar el tesoro. Las primeras expediciones fueron organizadas por un supuesto amigo de Thompson, John Keating, en 1844. Se dice que Keating recuperó oro y joyas de la ubicación del tesoro después de recibir un mapa de colega. Se rumorea que en su lecho de muerte compartió el inventario que se documentó del tesoro:
- Un cofre con adornos de un altar de tela de oro con marquesinas, custodias, cálices, todos recubiertos con hasta 1.244 piedras preciosas.
- Un cofre con dos recipientes de reliquias de oro que pesan algo más de 54 kilos con 624 topacios, carnelianos, esmeraldas y 12 diamantes.
- Un cofre con tres recipientes de reliquias de metal fundido que pesan algo más de 72,5 kilos con 860 rubíes, 19 diamantes y otras piedras preciosas.
- Un cofre que contiene 4.000 doblones de a ocho con marca española, 124 espadas, 5.000 coronas de oro mexicano, 64 dagas, 120 cinturones de hombro y 28 escudos redondos.
- Un cofre que contiene otros ocho contenedores de madera de cedro y plata con 3.840 piedras talladas, anillos, platos de ofrenda y 4.265 piedras sin tallar.
- Siete cofres con 22 candelabros en oro y plata que pesan algo más de 113 kilos, y 164 rubíes.
- Una estatua de oro macizo de 2,13 metros de la Virgen María con el Niño Jesús, que pesa casi 354 kilos, enrollada en una casulla de oro adornada con 1.684 joyas (incluidas esmeraldas de 10,16 centímetros, topacios de 15,24 centímetros y siete cruces de diamantes).
Décadas después de la incursión de Keating, en 1897, el aventurero alemán August Gissler se convirtió en gobernador oficial de la Isla del Coco. Se dice que el hombre estaba obsesionado por localizar a la Madonna de oro macizo y otro tesoro que se encuentra en la isla, el del pirata Benito Bonito. Durante su mandato, se dedicó a excavar un extenso sistema de túneles subterráneos en su búsqueda. Finalmente abandonó la isla en 1908 después de reunir algunas pistas sobre dónde se encontraba el tesoro, pero solo se fue con algunas monedas al azar.
El Tesoro del pirata Benito Bonito
El pirata Benito Bonito hizo carrera saqueando 350 toneladas de oro y quemando galeones españoles. Según los rumores, enterró sus riquezas en un túnel profundo en el área de Wafer Bay en la isla del Coco, pero cometió un error: permitió que dos ingleses se unieran a su equipo. Varios años después, los dos hombres fueron capturados y enviados a prisión. A cambio de la libertad, prometieron que ofrecerían el escondite de Benito Bonito, lo que resultó en el final de la vida pirata de Bonito.
El Tesoro de Devonshire
En 1818, Bennett Grahame, que capitaneaba el HMS Devonshire en un estudio costero en el Pacífico Sur, acabó por convertirse en pirata después de acumular más de 350 toneladas de oro que robó a barcos españoles. El Capitán y la mayor parte de su tripulación fueron finalmente arrestados y ejecutados por sus acciones.
Una de las tripulantes sobrevivientes del barco, Mary Welsh, que fue enviada a una colonia penal y posteriormente liberada, dijo que vio al Capitán Grahame y sus hombres enterrar el tesoro en la Isla del Coco. Welsh dirigió una expedición en su búsqueda, pero después de muchas tormentas, los puntos de referencia que recordaba habían desaparecido.
A la búsqueda de los tesoros
A lo largo de los siglos que han pasado, se han realizado más de 500 expediciones en la isla. Todas ellas sin éxito. El gobierno del país finalmente prohibió la entrada para estas actividades en 1994. En 2012, los medios de comunicación británicos y canadienses informaron ampliamente que el aventurero e ingeniero Shaun Whitehead llevaría a cabo un importante estudio arqueológico de la isla utilizando un radar de penetración terrestre y una cámara serpiente. La expedición nunca ocurrió.
Ha habido informes de que se ha encontrado y recuperado el supuesto Tesoro de Lima, pero todos se consideran un engaño creado para desviar la atención de la isla. También ha habido quien ha asegurado que el tesoro se encuentra en una ubicación alternativa. Y muchos escépticos dicen que no hay ningún tesoro, que todo forma parte de los mitos sobre piratas.