l dólar y el euro, por este orden, son las monedas más utilizadas en las emisiones de bonos para proyectos verdes (green bonds), con un 80% del mercado, según datos de Climate Bonds Initiative (CBI). Le siguen, a larga distancia, el yuan y la libra esterlina. La financiación de proyectos verdes es un mercado importante. Hasta 2016, un total de 780 entidades habían colocado 3.590 emisiones de bonos verdes por un equivalente a 694.000 millones de dólares. De esta cifra, sólo el 17% (118.000 millones) son emisiones directamente etiquetadas como green bonds, aunque el resto también financian proyectos alineados con el medio ambiente.
El volumen anual de green bonds se ha multiplicado por 36 entre 2012 (2.600 millones) y 2016 (93.400 millones). Y este año, la agencia de calificación Moody’s calcula que las emisiones podrá llegar a alcanzar los 206.000 millones, 2,2 veces más que en 2016.
“Prácticamente el 80% del volumen de bonos verdes emitidos en 2016 corresponde a deuda corporativa y de entidades financieras, mientras que la cuota del volumen emitido por organismos supranacionales se mantiene en el 20%”, apunta Julián Romero, responsable de Bond Syndication Europe & Sustainable Finance de BBVA.
Luz y sombras
Pero las declaraciones del presidente de Estados Unidos, Donald Trump, cuestionando las políticas medioambientales, proyectan una sombra de duda. ¿Afectará a los proyectos sostenibles?
Mikel García-Prieto, director general de Triodos Bank en España, no lo cree: “Sí o sí, esto va hacia adelante”, responde rotundo a Forbes. “Es un camino sin retorno que estos sectores crezcan”, añade, aunque también reconoce que podrían ralentizarse. Una opinión que coincide con la de Sylvain Vanston, del equipo Group Corporate Responsibility, de la aseguradora Axa. “Las nuevas políticas estadounidenses podrían poner frenos, particularmente en lo que respecta a los compromisos relacionados con la COP21 (Acuerdo climático de París)”, admite. Pero, añade: “No anticipamos retrocesos significativos del mercado ni de los inversionistas, que mantienen ampliamente su compromiso”.
Además, el gran mercado de la emisión de bonos no está en Estados Unidos (111.300 millones de dólares hasta mediados de 2016, según CBI), sino en China, con 246.000 millones. En tercera posición se sitúa Francia, (63.900 millones) y, ya en los últimos puestos, España, con 1.300 millones.
El chino es un liderazgo que se reforzará este año. El crecimiento del sector en 2017 “refleja la importancia de las emisiones de bonos en China y el impulso del acuerdo de París”, subraya la agencia Moody’s en su análisis.
El posicionamiento de entidades como Axa o Triodos es relevante por su apuesta verde. Al cierre de 2016, Triodos –un banco mediano en España– sumaba un total de 560 millones de euros de financiación al sector medioambiental, sólo en nuestro país. Además, en este trimestre lanzará un fondo de inversión verde para “todas aquellas personas que tienen interés en invertir en mercados cotizados con criterios que discriminen, no sólo por la gestión financiera sino por su propia actividad en pro de la sostenibilidad”, explica García-Prieto.
Por su parte, Axa tiene un plan plurianual (2015 a 2020) por el que ha desinvertido 500 millones de euros de actividades relacionadas en más de un 50% con energías contaminantes (carbón, etc.), al tiempo que está invirtiendo 3.000 millones en energías limpias.
El impulso eléctrico
Los datos de CBI sobre España han quedado superados sólo con la apuesta del grupo Iberdrola por la energía verde. Hasta el primer semestre de 2016, la eléctrica había colocado dos emisiones de bonos verdes por 1.750 millones de euros, pero a esta cifra hay que añadir otras tres emisiones por 2.450 millones, lanzadas entre septiembre de 2016 y principios de 2017, más un crédito verde (green loan) con BBVA, por otros 500 millones.
Iberdrola se ha situado en cabeza de los emisores. ¿Qué consigue con ello? Por un lado, rentabilidad: “La visión y valores de Iberdrola están plenamente alineados con el desarrollo sostenible, no solo por cuestiones de ética y responsabilidad social corporativa, sino por criterios de rentabilidad empresarial”, explican a Forbes desde la dirección de Financiación y Tesorería. Por otro lado, diversifican financiación: “Los bonos verdes suelen generar una mayor demanda, ya que se incorpora el interés de los inversores socialmente responsables (ISR). De hecho, más del 50% de las operaciones que realizamos de este tipo se suelen colocar entre este colectivo de inversores”. Así, añaden, “Iberdrola consigue diversificar su base inversora con costes tan competitivos o más que los de un bono tradicional”.
CaixaBank es otra entidad española comprometida con los valores medioambientales. El grupo destaca que gestiona el negocio, sus productos y servicios en el marco de su compromiso con el respeto del entorno y las personas. “Por ello –señalan a Forbes–, apoya las iniciativas y proyectos más respetuosos con el medio ambiente y que contribuyen a prevenir, mitigar y dar respuesta al cambio climático”. Su plan plurianual para reducir el impacto de su gestión en el medio ambiente le ha valido entrar en el índice Climate A List, de la organización CDP, durante tres años consecutivos. En este índice están también grupos corporativos como Mapfre, Meliá o NH Hoteles.