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El gasto global en defensa toma impulso tras la crisis


El anuncio del presidente Donald Trump de proponer un incremento del 10% para el presupuesto de defensa constata el giro que están experimentando las principales economías de elevar los recursos destinados a las fuerzas armadas tras permanecer casi estancados durante gran parte de la crisis. El argumento del estadounidense es “America first”. Y para la neutral Suecia, su reciente reimplantación del servicio militar obligatorio después de retirarlo en 2010, obedece al objetivo de “dar prioridad a una defensa nacional más fuerte”, según el ministro sueco del ramo. Este verano unos 13.000 jóvenes suecos de ambos sexos se incorporarán a filas ante la creciente actividad militar de la vecina rusa en el mar Báltico, según Estocolmo. El presupuesto militar del país se incrementará en unos 700 millones de dólares (656 millones de euros) hasta 2020 para reforzar los sistemas de detección de incursiones rusas en sus aguas.

El gasto mundial en defensa en 2016 alcanzó 1,6 billones de dólares (1,5 billones de euros), y aunque la cifra prácticamente permaneció estable con respecto a 2015, las previsiones apuntan a un cambio de tendencia ante el importante esfuerzo emprendido por Asia, los diversos conflictos geopolíticos, el terrorismo internacional y, sobre todo, por la mejora del ciclo económico. “Prevemos una década de mayor gasto militar y su recuperación hasta los niveles previos a la crisis”, pronostica Fenella McGerty, analista principal de la firma especializada en análisis de datos IHS Markit que elabora cada año un informe de referencia sobre los presupuestos militares de 105 países. De los 1,6 billones de dólares empleados en gasto militar en 2016, 20 países concentraron 1,3 billones, destacando con fuerza China, que permanece en segundo lugar del mundo, con un aumento del 6% (192.000 millones de dólares) e India, una potencia militar que ha subido al cuarto puesto de la clasificación mundial desplazando a Rusia (cuyo presupuesto se ha reducido casi un 6%), con un incremento del 8,5% (51.000 millones de dólares).

Para Félix Arteaga, investigador principal de Seguridad y Defensa del Real Instituto Elcano, el aumento del gasto militar global responde más a la necesidad de revertir los recortes de los últimos años que a un rearme. “Hablar de rearme es una exageración porque incluso si finalmente se aprueba el aumento pedido, el presupuesto volvería a niveles de 2012, lo que no puede calificarse de rearme. No se justifica por una nueva amenaza sino para revertir el deterioro de las partidas reducidas que afectan al adiestramiento de la fuerza y a los programas de modernización. En realidad, lo que se hace es aprovechar la mejora del ciclo económico para revertir los cortes”, afirma a Forbes.

El británico Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS, por sus siglas en inglés) destaca el esfuerzo presupuestario militar abordado por Asia entre 2012 y 2016, con tasas de crecimiento anual entre el 5 y el 6%, y superando a Europa como segunda región mundial desde 2012, con un gasto 1,3 veces superior. “La superioridad tecnológica militar occidental, que en su día se daba por sentado, se encuentra cada vez más desafiada. Entendemos que en algunas áreas, sobre todo en el control del aire, China parece estar cerca de la paridad con Occidente”, señala John Chipman, responsable del IISS, en una reciente presentación.

EE.UU. y Europa

Estados Unidos es de lejos el país que más gasta en esta materia. Su presupuesto para 2016 rondó los 590.000 millones de dólares (553.000 millones de euros), según la Secretaría de Defensa, aunque su aportación a la OTAN excede esa cifra ampliamente. De acuerdo con las últimas estimaciones de la Organización, su contribución en 2016 representó alrededor del 72% de los 918.000 millones de dólares del presupuesto de la Alianza, en torno a un 3,6% más que el ejercicio precedente. Según Arteaga, el importante incremento que propone Donald Trump para defensa cuenta con el apoyo de la opinión pública y de una coyuntura económica favorable. “La mejora del ciclo económico permite mejorar el presupuesto base. El obstáculo es que se necesita acuerdo entre los dos partidos tanto para superar los topes acordados (Acuerdo Bipartidista 2015), como para distribuir el incremento de gasto entre Defensa o Exteriores. Otra opción es acabar con los topes fijados en 2011 (entonces se acentuaría el déficit o se tendrían que incrementar impuestos). En todo caso, el incremento cuenta con un apoyo social importante para que EEUU sea una potencia militar por encima de cualquier otra y para incrementar el presupuesto actual”.

Asimismo, el presidente Donald Trump quiere reducir la decisiva contribución de su país a la OTAN y que el resto de los socios aporten más dinero. El compromiso de destinar el 2% de cada PIB nacional para 2024 solo lo cumplen ahora cuatro países: Grecia, Estonia, Polonia y Reino Unido. España apenas ha aumentado su contribución (10.104 millones de euros) desde 2015 y su peso relativo sobre el PIB se mantiene en el entorno del 0,9%. El problema que se plantea en la eurozona es cómo aumentar el gasto militar sin poner en riesgo el objetivo de estabilidad presupuestaria. “Algunos países como Francia, Holanda, los países bálticos y los nórdicos han comenzado a incrementar el gasto debido a la presencia rusa, la amenaza terrorista o las acciones contra el DAESH.

Llegar al 2% es sólo posible desde porcentajes cercanos porque pasar del 1% al 2% es imposible en un periodo tan corto en las circunstancias económicas actuales. El incremento no sólo depende de la marcha de la economía internacional sino de los gastos internos obligatorios que crecen sin cesar en los países avanzados junto a la deuda. Finalmente, hay división, encabezada por Alemania, sobre la inclusión o no de los fondos extraordinarios (nuevos) para defensa en el déficit. El acuerdo no está garantizado aunque sería de gran utilidad para normalizar presupuestos como el de España que se deprimen en su gasto inicial para acomodarse artificialmente a los objetivos de déficit. Se podría llegar a algún acuerdo dentro de la Revisión Anual de Defensa (CARD, en inglés) que se va a realizar para coordinar planeamientos de los países de la UE, pero si los países con superávit se oponen no habrá acuerdo”, añade Arteaga.