La pregunta sobre los descansos durante los días de trabajo es una cuestión que surge en las mentes de todo ejecutivo y empresario que se precie. La responsabilidad y la presión son capaces de ahogar a cualquiera hasta el punto de que eche por tierra en una semana todo lo que se ha construido durante años. Antes de llegar a este punto, poner en práctica algunas técnicas para soportar el peso de esa responsabilidad y gestionar correctamente el estrés se convierte en una estrategia indispensable para garantizar tanto tu efectividad en el trabajo como tu propia salud.
Programa encuentros durante el tiempo que dedicas a tu familia. La balanza entre los negocios y la vida familiar es tan complicada de sostener que, muchas veces, se tiene una sensación de culpabilidad constante: cuanto se está trabajando, surge la idea de que uno debería pasar más tiempo de calidad con sus seres queridos; y cuando se está dedicando a la familia y amigos, surge el nerviosismo de si ese rato no es un tiempo de oro para asegurar el buen curso del negocio.
Una opción para evitar esta clase de sentimientos tan frustrantes es programar encuentros y reuniones familiares del mismo modo que se hacen con las relativas al trabajo. Si uno es disciplinado en el terreno laboral, también puede servir para mantener el control del tiempo que se dedica a la vida privada sin remordimientos. Encajando un tiempo extenso entre las obligaciones del trabajo, sabes que estás donde debes estar.
Regálate 20 minutos para ti mismo. Muchos de los gerentes de empresas y negocios de todos los tamaños salen del lugar del trabajo y prácticamente vuelan a sus casas, como tratando de cubrir al máximo las obligaciones (no solo las laborales, sino también las familiares). La realidad es que la mente no está tan preparada como parece a cambiar de entorno a esa velocidad abandonando del todo la actividad anterior. 20 minutos para dar un paseo antes de meter la llave en la cerradura del hogar, una buena ducha caliente, algo de música o cualquier otra actividad que sea una satisfacción personal pueden adecuarte mejor para el paso del trabajo a la vida personal.
No tengas miedo de volver a ser un niño. La escasa responsabilidad de la infancia es una de las cosas que más envidiamos de esa etapa; con el tiempo, todos tendemos a tomarnos mucho más en serio todo lo que nos pasa, a nosotros y a nuestro entorno. La presión que nos infligimos a nosotros mismos es agobiante, de modo que date un descanso durante el día y permítete a ti mismo regresar a los diez años de edad sin ningún tipo de vergüenza. Haz chistes absurdos, tírate al suelo para jugar con un perro y no tengas problema en reírte de forma escandalosa, al menos durante ese tiempo de hora que has programado para ello. Y como decía Hermann Hesse, “aprende a tomar en serio solo lo que es digno de ello, y ríete de todo lo demás”.