¿Por qué un orador que en realidad conserva un discurso interesante puede no ser capaz de capturar la atención de un auditorio y aportar un valor único, a pesar de sus capacidades y de la fama que le precede? Un gran número de veces, porque nunca ha prestado atención a la voz que proyecta.
El único secreto que los presentadores de éxito utilizan para comunicar de forma emocional sobre un tema y mantener a la audiencia involucrada en la información que emite es la modulación vocal. Los grandes oradores se esfuerzan en encontrar las maneras de aportan cierta variedad en los elementos clave de su entrega para lograr crear un clima de suspenso y sorpresa sin agotar sus recursos.
La investigación muestra que nuestro lenguaje corporal y el tono de la voz aporta muchísima información acerca de cómo nos sentimos cuando decimos las palabras que pronunciamos. Si tienes intención de ser más creíble a la hora de dar un discurso y de dar verdadera vida a tus frases, más vale que empieces a prestar atención a cómo se proyecta tu voz. Puedes diseñar toda una estrategia para cambiar la forma en la que dices las cosas para enfatizar ciertos puntos, apelando a las emociones de los demás y potenciando las llamadas a la acción.
Los tres elementos a dominar para mantener a su público despierto, comprometido y comprendiendo son el volumen, el tono y la cadencia. Para ser un gran orador deberías combinar estos tres elementos para lograr combinaciones vocales y dar textura y matiz a tus palabras. ¿Algún consejo para empezar?
Comienza a trabajar un solo elemento. Evalúe si uno de los elementos del habla te supone especialmente un problema. Trabaja a partir de grabaciones y una escucha atenta. Puede ser un tono demasiado alto, o una velocidad difícil de seguir para los oyentes menos acostumbrados a tus temas. Variar sólo un elemento que empeora más que los otros tu forma de atraer al público haciendo lo contrario es el paso para no abrumarte: cuando percibas tener un verdadero control y confianza al respecto, puedes seguir perfeccionando los demás.
No lo pienses demasiado. Para empezar, intenta cambiar el volumen, el tono o la velocidad de una palabra determinada en cada oración. Observa atentamente cómo hacerlo puede despertar a las personas que están escuchándote. Oradores expertos como Hans Rosling, un clásico en las TED Talks, aportan una entonación especial cada pocas palabras con el fin de aumentar el compromiso del público con el discurso que está dando.
Recurre a la poesía. Algo tan fácil como practicar con una rima infantil, por ridículo que te resulte al principio, para romper con el foco que estás poniendo en el contenido de tus palabras y pasar a centrarte en la forma en que modulas la voz. Intenta decir la rima que tengas delante en voz alta, unas seis veces, resaltando una variación de cada elemento vocal. Estudia cómo cada elemento te hace sentir a la hora de enfatizarlo.