La verdad es que es natural y saludable experimentar una gama de sentimientos, incluyendo los menos agradables como decepción, tristeza o culpa. Mientras que no hay duda de que rumiar en las emociones negativas puede convertirse en tóxico, blanquear tus inseguridades con el pensamiento positivo es sólo una solución temporal.
El pensamiento irracionalmente optimista puede desencadenar una espiral autodestructiva, en particular para aquellos propensos a la ansiedad y la depresión. Las investigaciones demuestran que si bien la repetición de afirmaciones positivas puede beneficiar a las personas con autoestima alta, puede ser contraproducente para aquellos que carecen de confianza.
Si las afirmaciones positivas pueden ser ineficaces, incluso perjudiciales, ¿cómo podemos tomar el control y mentalmente darnos poder para cambiar?
Comienza con la articulación y el reconocimiento de los pensamientos que te pesan por abajo, los que no sirven a ningún propósito útil más allá de mantenerlo atascado. La liberación de declaraciones, tales como, “me perdono a mí mismo por la dilación” o “está bien para mí estar enfadado” liberará recursos emocionales. Puedes redirigir esa energía en romper un proyecto en tareas manejables y en realidad abordar tu lista de tareas pendientes en el lugar.
También, la investigación demuestra que hacernos preguntas en lugar de emitir órdenes es una manera mucho más efectiva de crear un cambio. Es tan simple como ajustar la forma de hablarte. Cuando captas tu crítica interna lanzando acusaciones, piensa: ¿cómo puedo convertir esta declaración en una pregunta?
Enfoque en el progreso, no en la perfección
Usar una afirmación positiva como “soy maravilloso y poderoso” puede ser contraproducente si no lo crees profundamente, tanto a nivel cognitivo como emocional. Para reestructurar eficazmente tu pensamiento, considera en quién te estás convirtiendo, centrándote en el progreso: la pista o el camino actual en el que te encuentra.