Bill Gates y Warren Buffett, el primer y el tercer hombre más rico del planeta respectivamente, parecen dudar de algunas de las novedades introducidas por el ejecutivo de Trump, y muestras sentimientos favorables hacia la inmigración. En una entrevista reciente para analizar el estado del país, Buffett manifestó que la presencia de Trump en la Casa Blanca no puede lograr empequeñecer a Estados Unidos ni al mundo; y Gates predijo un “regreso a la verdad”: “En la medida en que ciertas soluciones no parecen basarse en hechos, no tendrán el mismo éxito que aquellas que sí. La democracia se autocorrige”.
En cuanto a la inmigración, ambos fueron rotundos: al tratar de explicar el éxito de la fórmula nortemericana, Buffett afirmó: “En el pasado se tuvo en Estados Unidos una actitud de bienvenida hacia los inmigrantes, y ellos hicieron verdaderas maravillas por este país”.
A pesar de sus preocupaciones y reticencias, Buffett y Gates son firmes creyentes del progreso, no solo porque han basado en él el éxito de sus negocios, sino también porque sus proyectos filantrópicos han arrojado resultados muy positivos. La Fundación Bill y Melinda Gates ha invertido millones de dólares en salvar vidas, y sus iniciativas benéficas son un peso pesado por la presión que ejercen sobre otros multimillonarios para donar parte de sus fortunas.
Bill Gates estaba considerado como un ejemplo del capitalismo despiadado, pero el trabajo de la fundación que comparte con su mujer para combatir la mortalidad infantil ha servido para cambiar en gran parte su imagen pública. Las acciones llevadas a cabo han ayudado a vacunar a 580 millones de niños desde el año 2000. Enfermedades como la poliomielitis han sido casi erradicadas. en 2016 hubo tan solo 37 nuevos casos, frente a los 350.000 de cuando se lanzó la campaña, en 1998.
En una carta enviada desde la Fundación a Warren Buffet se afirma que el mundo es un lugar mejor; sin embargo, la realidad es que no existe una visión generalizada que se asemeje, especialmente desde la aparición de Trump en el panorama político.
Buffett afirma: “Quizás no muchos tienen la fortuna, el poder o el prestigio de Rockefeller. pero sí hemos conseguido, en gran medida, que muchos vivamos mejor gracias al avance de la medicina y la forma de vida. Hay quien piensa que sus hijos vivirán peor que ellos; están absolutamente equivocados”.
Según el multimillonario amante de la comida basura, lo que genera infelicidad es la disparidad de hechos que ocurren simultáneamente: “La renta per cápita se ha multiplicado por seis en Estados Unidos desde 1930; sin embargo, un porcentaje significativo de la población no es capaz de mantener una familia trabajando cuarenta horas a la semana. Las dos cosas se dan al mismo tiempo”.
Preguntado por este tema, Bill Gates asevera que, como escribe en su libro, “lo único que ha disminuido más rápido que la violencia es la disposición a aceptarla. Cuando percibimos esa infelicidad, se trata de aprovechar la insatisfacción que genera y transformarla en algo positivo. No nos estamos quedando quietos, es una reacción a las situaciones injustas”.
“Somos un país con aspiraciones, que cuenta con un mecanismo que permite que esas aspiraciones se abran paso en la sociedad. Estados Unidos es una superpotencia que deriva de la grandeza de lo que hemos construido gracias a la cantidad de inmigrantes que hicieron historia en este lugar”.
Ambos magnates concluyen que, aunque la presencia de Trump ha sido perturbadora en muchos ámbitos, otros tantos elementos de los que depende el verdadero progreso, como la investigación científica, son independientes de la Casa Blanca y seguirán su trayectoria ascendente para marcar un futuro mucho más generoso.