Los paraísos fiscales pueden tener los días contados. El G7 ha puesto este sábado el primer ladrillo de una nueva fiscalidad internacional que apunta a los beneficios que obtienen las grandes multinacionales y busca desincentivar su traslado a Estados de baja tributación.
El acuerdo que han sellado los ministros de Finanzas de Canadá, Estados Unidos, Japón, Francia, Alemania, Italia y Reino Unido, se considera un hito «histórico» que ha tardado casi una década en consumarse. La clave del acuerdo es la instauración de un impuesto mínimo universal de al menos un 15% para las grandes corporaciones. Según el comunicado distribuido por el G7, el impuesto se aplicará a aquellas empresas con un margen de ganancia mínimo de un 10% y será de al menos un 20% sobre los beneficios globales en los territorios donde operan y no solo en el país donde tengan su sede social. A falta de determinar el listado definitivo de compañías a las que afectará, la horquilla incluiría a los gigantes tecnológicos como Google, Amazon y Facebook.
¿El objetivo? Poner fin a «30 años de competición entre los Estados para atraer las inversiones de las grandes multinacionales mediante la reducción de sus impuestos», señalaba la secretaria del Tesoro estadounidense, Janet Yellen.
Los gobiernos de todo el mundo pierden anualmente alrededor de 427.000 millones de dólares a causa de la evasión y la elusión fiscal por parte de compañías y personas físicas que mueven su dinero a paraísos fiscales, recoge Forbes USA. Según datos de la OCDE, compañías como Amazon, Apple, Facebook, Google, Microsoft y Netflix han utilizado este tipo de estrategias de evasión de impuestos y lagunas legales para ahorrarse miles de millones. La cifra ascendería a más de 100.000 millones en impuestos entre 2010 y 2019 entre las seis firmas, según el grupo activista británico Fair Tax Mark.
Este impuesto mínimo global podría canalizar miles de millones hacia las arcas de los gobiernos en un momento económico complejo derivado de la crisis sanitaria y económica que ha generado el covid-19 y, de paso, «garantizar que las empresas paguen los impuestos adecuados en los lugares adecuados», destacaba este sábado el ministro de Finanzas británico, Rishi Sunak. Esta iniciativa, añadía, servirá para «reformar el sistema fiscal global y que se ajuste a la era digital».
¿Por qué se impone un impuesto mínimo global?
Las normas que rigen actualmente datan de 1920 e, inevitablemente, se han quedado desfasadas para la realidad que impone la economía digital, con multinacionales tecnológicas que venden servicios en remoto y que logran gran parte de sus beneficios gracias a derechos de propiedad intelectual que tributan en Estados con impuestos bajos.
La migración de estos ingresos y beneficios derivados de intangibles como las patentes de medicamentos, software o regalías sobre la propiedad intelectual hacia países con impuestos bajos ha sido un quebradero de cabeza para los Estados durante la última década. Este acuerdo persigue disuadir a las multinacionales de trasladar esas ganancias y lograr que tributen allí donde operan, no solo donde radique su sede social.
El paso dado esta semana por el G7 llega tras casi una década de trabajo impulsada desde la OCDE, que ha coordinado las negociaciones fiscales entre 140 países durante años para gravar los servicios digitales transfronterizos y frenar la evasión de impuestos. El FMI también ha defendido, junto a otras entidades, la imposición de una tasa corporativa mínima a nivel global al considerar que la facilidad con que las multinacionales pueden evitar pagar impuestos más altos y la reducción progresiva del impuesto de sociedades a nivel global en los últimos años ha «socavado tanto los ingresos fiscales como la fe en la equidad del sistema fiscal en general».
¿Cómo funcionaría este impuesto mínimo global?
El objetivo de esta reforma del sistema fiscal global apunta a dos aspectos: primero, que los países puedan gravar una parte de los beneficios que genera en su jurisdicción una multinacional con sede en el extranjero. Es decir, gravaría el origen de los ingresos de una empresa independientemente de la ubicación física de la empresa; segundo, que los países puedan imponer un tipo mínimo del impuesto de sociedades sobre los beneficios en el extranjero de las grandes empresas con sede en su jurisdicción. Así, el impuesto mínimo global se aplicaría sobre las ganancias que una empresa obtiene en su operación en el extranjero.
¿Cuál será el siguiente paso?
Por el momento, los gobiernos han logrado un amplio consenso sobre el diseño básico del impuesto, pero aún tienen que atar algunos cabos. El acuerdo logrado en el seno del G7 servirá de fuerte impulso para lograr que el nivel se sitúe en al menos un 15%.
Todavía falta negociar si se incluirán los fondos de inversión y los fideicomisos de inversión inmobiliaria, cuándo empezaría a aplicarse la nueva tasa y lograr que sea compatible con las normativas locales, como es el caso de la norma estadounidense que busca disuadir la evasión.
Tras la cita del G7, la medida buscará un consenso mayor en la próxima cumbre del G20, prevista para el mes que viene en Venecia (Italia). Si se logra un consenso más amplio será complicado que países con bajos niveles impositivos logren bloquear el acuerdo. En cualquier caso, una reforma de este calado tendrá un claro impacto sobre países con baja tributación -como es el caso de Irlanda, cuya tasa del impuesto de sociedades se sitúa en un 12,5%-, y en los Estados conocidos como paraísos fiscales.
¿Cómo han reaccionado los gigantes tecnológicos?
Por ahora, las primeras reacciones de las grandes tecnológicas al pacto del G7 son positivas. Amazon considera que la reforma, dirigida por la OCDE, «ayudará a dar estabilidad al sistema fiscal internacional». El acuerdo de este sábado, afirma un portavoz, «supone un paso adelante en el esfuerzo para alcanzar este objetivo».
Facebook, por su parte, dice que ha llamado «desde hace tiempo» a una reforma de las reglas fiscales globales. «Damos la bienvenida al importante progreso realizado en el G7», valoró Nick Clegg, jefe de asuntos globales de la compañía, a través de su cuenta personal de Twitter.
Desde Google, un portavoz ha celebrado el trabajo que se está realizando para «actualizar» las normas fiscales y ha animado a los países a que sigan colaborando juntos para «garantizar un acuerdo equilibrado y duradero».