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El éxito depende más de la personalidad que de la inteligencia

Olvídate de toda esa idea: el Nobel James Keckman y su equipo sugieren en un reciente estudio que el cociente intelectual no tiene nada que ver con el éxito. Para llegar a esta conclusión, los investigadores rastrearon los datos de registro del cociente intelectual, resultados de test de personalidad estandarizados y las clasificaciones en distintos niveles educativos de cientos de personas de Reino Unido, Estados Unidos y Países Bajos.

Calcularon qué relación tenía cada uno de esos elementos con el éxito que posteriormente tuvieron las personas que participaron en la investigación. ¿Qué porcentaje de los casos de éxito económico dependía del cociente intelectual del sujeto? Vale, no es del todo correcto medir el éxito de una persona en base a sus ganancias, pero en cualquier caso el grupo de investigadores consideró que era el baremo más aproximado para medir los resultados. La cuestión es que solo entre un 1% y un 2% de los analizados guardaba relación con un cociente intelectual más alto de lo normal.

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En pocas palabras: el CI rara vez importa en cuanto a éxito profesional se refiere. Pero entonces, ¿cuáles son los factores que más guardan relación con un futuro caso de éxito profesional y económico?

Las notas escolares y universitarias resultaron ser un tanto más relevantes que los resultados arrojados por tests de inteligencia. Está claro que tu sobresaliente en Física y química durante el instituto no guarda una relación directa con tu talento o con tus capacidades intelectuales; pero el estudio concluye que rasgos de la personalidad como la constancia o la inquietud predicen mejor los resultados personales y profesionales que se experimenten en el futuro.

¿Por qué las calificaciones son más significativas que un baremo objetivo de la inteligencia de una persona? Porque, según los expertos, las calificaciones reflejan no solo una buena habilidad mental, sino también (y quizás, sobre todo) habilidades no cognitivas como la perseverancia o los buenos hábitos.

Es una buena noticia para los interesados en la introspección y la mejora personal, porque mientras el cociente intelectual es mayor medida un valor estable, la personalidad es más moldeable. Otras investigaciones de Heckman demuestran que es posible enseñar desde pequeños las habilidades y los hábitos que tienen mayor relación con el éxito en la edad adulta. Cometemos un error cuando damos por hecho que nuestro carácter es inflexible; de hecho, la ciencia sugiere que nuestro comportamiento es fácilmente alterable por nuevas circunstancias, miedos o acontecimientos inesperados.

En definitiva, es la hora de dejar de preguntarse si tenemos el cerebro suficiente para ser personas de éxito en nuestra vida profesional (y también en la personal) para empezar a preguntarnos si lo que tenemos es la personalidad para ello. Y ante todo, por cuánto tiempo: en cualquier momento, si tienes interés, puedes adquirir esas habilidades.