72.480, El Gordo de la Lotería de Navidad
Lifestyle

¿Por qué romper hábitos es más complicado de lo que pensamos?


Lo que comienza como un comportamiento más, a la larga se torna un hábito que consigue hacer cambios en los circuitos de nuestro cerebro. Esos cambios acaban por mejorar y fortalecer nuestra resistencia gracias a la repetición y el tiempo. De ahí que sea tan complicado después eliminar ciertas costumbres.

Un nuevo estudio realizado por investigadores de la Universidad de Duke ayuda a aclarar cómo funciona nuestro cerebro frente a los hábitos. Lo hace demostrando que el consumo de azúcar cambia circuitos específicos del cerebro y cómo estos cambios refuerzan el hábito de tomarlo.

La investigación comenzó consiguiendo que un grupo de ratones sanos se engancharan al azúcar. Al igual que en los clásicos estudios sobre la drogadicción, los ratones en este estudio fueron entrenados para pulsar una pequeña palanca cada vez que quisieran recibir una dosis de dulce.

Una vez que se enganchados, los ratones continuaron presionando la palanca incluso habiéndoles retirado los dulces. Los ratones pulsando la palanca para reclamar azúcar aún cuando no lo había serían traducido en los humanos como tener un antojo.

Después de este primer paso, los investigadores compararon los cerebros de los ratones dependientes del azúcar con los de otro grupo de ratones sanos, centrándose especialmente en los ganglios basales.

En los estudios de adicción a las drogas, la actividad eléctrica en esta red cerebral se puede rastrear a lo largo de dos vías principales: GO, que es la que desencadena la acción para perseguir el objeto de la adicción, y STOP, que es la que frena la persecución. En esas dos vías se regula casi todo, desde el sexo a la comida, pasando por nuestras propias metas.

En el cerebro de los ratones enganchados sobre el azúcar las señales de GO eran, evidentemente, más fuertes que las del STOP. De hecho, en ellos aparecieron mucho antes las señales de GO que las de STOP. En definitiva, los cerebros de los ratones dependientes del azúcar perdió la capacidad de regular su comportamiento, de regular el STOP.

Los cambios cerebrales eran tan fuertes y patentes que los investigadores podían saber de qué grupo era cada ratón sólo con analizar su cerebro, sin saber de que grupo de muestra provenían. Una vez que establecieron el hábito de pulsar el botón para obtener mas azúcar, los ratones cambiaron sus cerebros.

“Un día seremos capaces de dirigir estos circuitos en las personas para ayudar a promover los hábitos que queremos y echar a los que no queremos”, asegura la investidora principal del estudio Nicole Calakos, profesora asociado de neurología y neurobiología en el Duke University Medical Center.