Cansancio continuado
Duermes pero no descansas. Tu cuerpo no consigue relajarse al cien por cien cuando duermes, te mantienes en tensión y te levantas algunos días incluso más cansado de lo que te acostaste. También puede deberse a la falta de tiempo libre, de tiempo para relajarte y no hacer nada. O a la falta de ejercicio, que te hará tener menos capacidades físicas para sobrellevar un día ajetreado.
Insomnio
No paras de darle vuelta a asuntos laborales, a ese proyecto que os tiene totalmente atrapados a ti y a tu empresa. Deja de pensar en todo lo relacionado con tu vida laboral cuando acabe tu jornada y llegues a casa, desconecta y crea una línea invisible que separe tu vida personal de tu vida profesional. Si la última afecta tanto a la primera que es capaz de quitarte el sueño, ¿qué más avisos necesitas?
Dolores sin motivo
No tienes ninguna enfermedad, ninguna dolencia. Sin embargo te duele continuamente la espalda, o la cabeza, estás destemplado, con sensación de malestar… el estrés es nuestro peor enemigo, y una alta presión laboral puede incidir en tu estado físico de una manera mucho más grave de la que piensas.
Mareos y ansiedad
Es uno de los síntomas más claros y evidentes de que algo no va bien. Antes de ir a la oficina o al volver de ella te encuentras ansioso, nervioso e incluso angustiado y mareado. Por favor, pon el freno cuanto antes si notas estos síntomas porque puede salirte caro. Lo primero eres tú.
Trastornos alimenticios
O bien apenas comes en todo el día porque te lo pasas de un lado para otro (o porque, simplemente, pierdes el apetito) o te das atracones en los que acabas por saturar tu estómago. Estos síntomas también pueden ser fruto del estrés laboral, de una presión que alcanza a tus hábitos alimenticios y que te hace tocar los extremos.