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Aramburo: “Una de las claves de la felicidad es elegir libremente tu profesión, si la disfrutas has ganado mucho más que un sueldo”

Ana Santos Aramburo, directora de la Biblioteca Nacional, posa para la revista Forbes. © Jaime Partarroyo

¿Cómo se sintió cuando la nombraron directora de la BNE?

En ese momento me sentí igual que ahora, solo que un poco más abrumada… En primer lugar muy agradecida por la confianza depositada en mí para dirigir una institución del valor de la BNE, pero a la vez consciente de la responsabilidad y del reto que suponía, y que hoy todavía supone, hacer mi trabajo de la mejor manera posible intentando dar lo mejor de mí misma. La tarea directiva, además de la superación de las dificultades inherentes a la gestión, supone unas cualidades humanas que yo, cada día, me exijo. No se puede ejercer autoridad si antes no has demostrado que tú, moralmente, la tienes.

¿Cómo encaró esta nueva etapa?

Llena de ilusión y de ganas por trabajar al máximo de mis posibilidades, ilusión que hoy todavía no he perdido.

¿Qué objetivos se marcó?

Primero, mejorar el marco jurídico a través de la aprobación de la ley reguladora y la garantía de la preservación de los contenidos de la web española. En segundo lugar, dar un nuevo sentido de apertura a la institución, que se perciba su valor tanto como centro generador de conocimiento como lugar esencial para nuestra cultura. En tercer lugar, contribuir en el desarrollo de políticas culturales y bibliotecarias de nuestro país y finalmente, mejorar la gestión interna, lo que era imprescindible en un momento de reducción de recursos.

Hasta ahora, ¿los ha cumplido?

Ha habido luces y sombras, pero me siento modestamente satisfecha porque creo que el resultado es más positivo que negativo. La BNE tiene ya su Ley reguladora y el Estatuto derivado. También, se ha aprobado el Real Decreto sobre el Depósito legal electrónico. La programación cultural de la BNE atrae cada vez a mayor número de visitantes y se ha mejorado de forma significativa la gestión y los indicadores son positivos. Pero todavía nos queda mucho por mejorar.

¿Qué le ha aportado este cargo a su vida laboral?

Estoy tremendamente agradecida, porque es un regalo tanto a nivel profesional como personal. Dirigir la Biblioteca Nacional obliga a aprender cada día, a no quedarte atrás en los avances de la profesión y a participar en proyectos de innovación permanente.

¿Y en lo personal?

A nivel personal es un privilegio haber conocido a personas de enorme valía que me han abierto nuevos caminos de conocimiento y que, incluso, algunas de ellas me honran con su amistad. También procuro no olvidar aquellas virtudes que nos hacen mejores personas: honestidad, humildad, superación en la adversidad…, porque creo que, tanto las personas que trabajan en la BNE como el inmenso valor de la institución, merecen la mejor persona como Directora.

¿Cuál es su libro favorito?

Me resulta muy difícil elegir uno solo. La predilección por un título u otro es algo que corre paralelo a la propia evolución de la vida de las personas. Me gusta tanto la prosa como la poesía, aunque suelo leer más novela.

¿Y uno que no le haya gustado?

Algunos los empiezo ilusionada y luego me decepcionan. Antes me obligaba a terminarlos, pero ahora los abandono porque el tiempo tiene un enorme valor.

¿Qué aconseja a un futuro bibliotecario?

Le aconsejo lo mismo que a cualquier persona: que ame su profesión apasionadamente. Creo que una de las claves de la felicidad de las personas es poder elegir libremente tu profesión, si la disfrutas has ganado mucho más que un sueldo. Además la profesión bibliotecaria es muy vocacional, gracias a la entrega de muchos bibliotecarios estos espacios se convierten en lugares únicos de convivencia y aprendizaje.

¿Qué papel juega la BNE en la sociedad española?

Creo que es una de las grandes instituciones culturales de nuestro país que conserva todo lo que se edita y, por lo tanto, es garante de la preservación de nuestra identidad cultural. Su papel es fundamental como centro de referencia. Por el valor patrimonial de las colecciones que conserva y por su valor como institución emblemática se puede considerar una de las grandes bibliotecas del mundo y eso es un enorme privilegio para cualquier país.

¿Qué público acude a la Biblioteca?

Afortunadamente todo tipo de público y cada vez más variado. Estudiosos e investigadores que vienen a las salas de lectura para consultar las colecciones. Y personas con deseo de aprender, dentro de este colectivo destacar niños y jóvenes participantes del programa pedagógico. Pero también turistas atraídos por la belleza del edificio y por el significado de la institución.

¿La BNE se ha adaptado a las nuevas tecnologías?

La adaptación al entorno tecnológico es algo fundamental. Desde hace años se viene haciendo un esfuerzo considerable de digitalización de las colecciones. La demanda de servicios digitales es continua y esto nos obliga a seguir mejorando cada día, este es el camino que ahora vamos a iniciar planteando la estrategia digital de la BNE. Las posibilidades son muchas y es nuestra obligación ponerlas a disposición de todos.

¿Qué debe mejorar la institución para lograr lo que a su parecer sería una biblioteca ‘perfecta’?

Puestos a soñar… la BNE necesita el mismo impulso de cambio que el resto de la administración pública española para que pueda tener un nuevo modelo organizativo que debe proporcionar una mayor agilidad en la gestión y facilitar la ruptura de inercias que incrementan la burocracia de manera estéril. Debemos, también, tener muy clara la conciencia de servicio público y del valor fundamental de las personas en las organizaciones, pero para esto también es necesario introducir cambios importantes en la administración pública.

¿Cuál es la obra de la BNE que considera la más valiosa?

Es muy difícil elegir una sola. Por citar algunas: El Beato de Don Fernando y Doña Sancha, el manuscrito del Cantar del Mío Cid, los Códices Madrid de Leonardo da Vinci… La lista sería muy larga…

¿Qué opina del sistema de educación español?

No soy la persona más adecuada para opinar sobre este tema, hay voces mucho más autorizadas que llevan tiempo planteando la necesidad de una reforma duradera que de estabilidad y coherencia al sistema de educación en nuestro país desde la enseñanza preescolar hasta la universitaria. Soy consciente que el reto es tremendo, pero, dada su importancia vital para el futuro, confío en la capacidad de consenso de los responsables políticos para alcanzar un pacto a nivel estatal.