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Plácido Domingo: “El trabajo es mi gran amor”

Plácido Domingo (Madrid, 1941) debutó como barítono en 1959 en Guadalajara, México, país al que se trasladó junto a su familia a los ocho años, aunque su primer gran éxito le llegó en la Ópera de Tel Aviv (Israel). Después de más de cincuenta y cinco años de éxito como tenor, ha vuelto a sus orígenes interpretando papeles de barítono, que compagina con la dirección de la Ópera de los Ángeles.

Junto con el fallecido Luciano Pavarotti y José Carreras, hicieron el milagro: transformar la música clásica en un fenómeno fan comparable a los grandes grupos del rock que arrastran millones de seguidores. El disco Carreras-Domingo-Pavarotti: Los Tres Tenores en Concierto, ostenta el récord Guinness como el álbum de música clásica más vendido de la historia.

Otro récord Guinness que posee el tenor madrileño, es el de aplausos recibidos en un escenario. Esto ocurrió el 30 de julio de 1991, cuando, tras finalizar su representación de Otello en la Ópera de Viena, el público del teatro le ovacionó, ni más ni menos que, durante 80 minutos sin interrupción. Ello motivó que tuviera que salir hasta 101 veces al escenario.

¿Qué le hizo decantarse por la ópera como profesión?

Creo que la ópera me eligió a mí. Crecí en el mundo de la música y del teatro, porque mis padres eran intérpretes de zarzuela y tenían su propia compañía. Así que, primero me fui adentrando en la ópera porque era una especie de extensión de mi mundo, y entonces me enamoré de esta profesión. A pesar de llevar casi 60 años en ella, aún sigo enamorado y no puedo siquiera imaginarme mi vida al margen de los escenarios.

Tras muchos años cantando como tenor, vuelve de nuevo a la tesitura de barítono. ¿Cómo se encuentra en este registro?

En mi adolescencia cantaba papeles de barítono sólo en zarzuela, que es un registro más agudo que en la ópera. Tan pronto como empecé a cantar ópera, lo hice como tenor, hasta hace unos años que mi voz ha vuelto a donde estaba y me ha permitido alargar mi carrera con papeles de barítono.

Pavarotti, Josep Carreras y usted formaron durante unos años el trio los Tres Tenores y transformaron la música clásica en un fenómeno fan comparable a cualquier grupo importante de música pop. ¿Cómo recuerda esos conciertos múltiples?

Esos conciertos fueron una gran alegría para mí, así como también para mis amigos Lucciano y José. Nos divertimos mucho juntos, y fue muy emocionante poder acercar la ópera a cientos de miles de personas que nunca antes le habían prestado atención. La relación entre nosotros era muy buena, e incluso diez años después del fallecimiento de Lucciano, José y yo seguimos manteniendo una excelente amistad.

Posee uno de los récords ‘Guinness’ difíciles de superar. Sucedió en 1991, cuando tras interpretar ‘Otello’ en el teatro de la Ópera de Viena, el público le aplaudió sin parar durante 1 hora y 20 minutos. ¿Qué pensaba cuando iban pasando los minutos y el público le seguía ovacionando?

Por encima de todo, me sentí muy feliz de haber sido capaz de comunicar una emoción tan fuerte a tantas personas. Sentí una combinación de emociones: gratitud, asombro, humildad y, por supuesto, orgullo. Como anécdota le puedo comentar que, cuando ya habíamos salido 25 veces a saludar nos lo empezamos a tomar como una fiesta y le preguntábamos al público si no querían irse a cenar.

Usted que tiene un amplio repertorio lírico, ¿cuál ha sido la ópera que más veces ha interpretado? ¿Y cuál es su preferida?

La ópera que más veces he cantado, con 225 funciones, ha sido Otello. Mi ópera favorita siempre digo que es la última que estoy interpretando, porque es la que me absorbe y la que trato de entender e interpretar lo mejor posible.

¿Sigue celebrando sus actuaciones de cien en cien y con una cena con toda la compañía?

Si, trato de celebrar esos momentos tan especiales y me gusta siempre estar rodeado de mis compañeros y también de todos los miembros de mi familia que puedan estar conmigo en esos momentos. Siento una gran satisfacción, pero al mismo tiempo se convierte también en un desafío para llegar a las próximas 100 funciones.

¿Qué país tiene el público más entendido y exigente?

El público está compuesto por personas individuales y cada una de ellas reacciona de manera distinta. Se pueden dar cinco interpretaciones de una misma ópera en el mismo teatro y en cada una de ellas el público reacciona de manera diferente: una noche con gran entusiasmo, otra más contenida, y otra intermedia. Por supuesto, en los países latinos el público tiende a reaccionar de una forma más impulsiva y vocal que, por ejemplo, en Inglaterra, pero esto no significa que el público inglés sea menos entusiasta que el latino. Tienen una manera diferente de expresarse.
La ópera es un espectáculo que no está al alcance de cualquier ciudadano de a pie.

¿Qué habría que hacer para acercarla más al público?

No estoy de acuerdo con usted en que la ópera sea un espectáculo minoritario solo al alcance de unos pocos. El problema es que en los últimos años ha habido otras muchas formas de entretenimiento disponibles como el cine, la televisión, la radio, y en la actualidad también internet, que no requieren el tipo de participación mental y emocional que la ópera si exige. El teatro proporciona una experiencia emocional inmediata que ningún otro entretenimiento puede proporcionar.

España ha dado en los últimos 60 años grandes maestros de la ópera mundial, como Josep Carreras, Joan Pons, Montserrat Caballé, usted, o los ya fallecidos, Alfredo Kraus y Victoria de los Ángeles. Sin ser un país con mucha tradición operística, ¿cómo entiende que hayan podido salir tantos talentos?

Lo que usted dice demuestra cuanto talento musical hay en nuestro país. Y no se olvide de que los cantantes españoles fueron también tremendamente admirados en el siglo IXX. España siempre ha dado grandes cantantes y músicos.

¿Cómo consigue mantener esa voz tan privilegiada? ¿Tiene trucos?

No hay ningún secreto. Siempre ha sido una combinación de ser muy cuidadoso en la elección de mis papeles y de la suerte de tener una buena salud vocal, y una constitución física sólida. Además, puedo estudiar un nuevo papel leyendo la partitura y tocando la ópera para mí mismo en el piano sin tener que cantar mi parte una y otra vez solo para aprender las notas, lo que es muy importante y representa una gran ayuda para la preservación de la voz.

¿Hasta cuándo veremos a Plácido Domingo en los escenarios?

La ópera es el espectáculo más completo, pero también es el más cansado. Cada vez que tenemos una producción ensayamos durante muchas horas todos los días. Quizá algún día, de aquí a unos años, tenga que pensar en dejar los escenarios, pero incluso después de dejar de cantar ópera como tal, tengo la intención de dirigir y participar en la administración de la ópera y ayudar a los cantantes jóvenes. Espero poder continuar ligado a este registro mientras viva.

Lleva más de 20 años becando a cantantes jóvenes de todo el mundo con el proyecto Operalia. ¿Cuántos artistas han salido en estos años que estén ya trabajando?

Este año se cumplen 25 años desde que viene celebrándose esta competición, lo que significa que a una media de 40 participantes cada año, llegaremos a los 1.000 concursantes. Muchos de los ganadores, y de los que no lo han hecho, están actualmente trabajando en teatros por todo el mundo.

Ahora dirige la Opera Nacional de Los Ángeles. ¿Qué le es más difícil: cantar ópera o dirigir una orquesta?

Son igualmente difíciles, aunque de maneras diferentes. Cuando canto, lo hago con toda mi alma y soy la persona que está haciendo los sonidos, así que si el sonido no es el correcto el fallo es mío. Cuando dirijo, los sonidos los hacen los miembros de la orquesta, así que en este sentido, dirigir es más fácil que cantar. Pero por otra parte, como director de orquesta soy responsable de mantener a los músicos tocando juntos y en sintonía, coordinándolos con los cantantes, la puesta en escena, y así sucesivamente. Por lo que, puedo asegurar que dirigir es más difícil que cantar.

¿Cuál ha sido el tenor al que más ha admirado y del que más ha aprendido?

No quiero dar la impresión de que estoy evitando hacer una elección, pero siempre he tratado de aprender de todos los grandes tenores del pasado y sigo haciéndolo con los del presente. Cuando era muy joven, escuchar las grabaciones de Enrico Caruso y Beniamino Gigli, me dieron un gran incentivo para trabajar muy duro. También la maravillosa y elegante voz de Jussi Bjöerling, el temperamento de mi compatriota Miguel Fleta, el refinamiento de Tito Schipa, el estilo moderno de Aureliano Pertile, y en mi época, el hermoso registro alto de Pavarotti. Pero la lista podría seguir y seguir….

En los últimos años ha hecho sus incursiones en la música pop, haciendo duetos con artistas como Carlos Santana, Alejandro Fernández, Michael Bolton… Antes de que se retire, ¿con qué otras estrellas de la música le gustaría hacer un dueto?

Siempre estoy buscando nuevas ideas, nuevos proyectos y colaboraciones con personas de talento. En este momento, no tengo en mente ninguna colaboración específica.

Ha ganado siete Premios Grammy y dos Emmy, y tiene una estrella en el Paseo de la Fama de Hollywood, ¿qué le falta por conseguir en su profesión?

Ganar premios es maravilloso, desde luego, y estoy muy agradecido por los reconocimientos, pero mi objetivo como artista es el de seguir actuando tan bien como pueda, pero no para ganar más premios. Los premios son un extra, pero el privilegio de realizar buena música es el mayor premio de todos.

Es aficionado del Real Madrid, incluso compuso el Himno del Centenario. Cuando coincide un partido de Liga o Champions con un concierto suyo, ¿qué hace para seguirlo?

Eso depende de dónde me encuentre y qué es lo que esté haciendo exactamente. Afortunadamente, siempre puedo ver un partido en diferido, pero sobre todo, pido a mi familia o amigos que no me cuenten el resultado para que sea una sorpresa.

¿Cómo desconecta del trabajo? ¿Qué le gusta hacer?

Bueno, me encanta ver partidos de fútbol y carreras de Fórmula 1, y por supuesto, pasar tiempo con mi familia y amigos, pero el punto principal es mi trabajo, que es mi gran amor. Así que dedico también parte de mi tiempo libre a aprender y ensayar nuevas partituras, reestudiar las viejas, escuchar a jóvenes cantantes, llevar a cabo mis deberes administrativos como director general de la ópera de Los Ángeles… Es un sinfín de compromisos, pero estoy muy contento porque a mis 76 años todavía pueda dedicarme a la ópera y a la gran música.