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Telefónica: Pallete empieza a ganar su maratón

“Llegué a casa, y cuando se lo comuniqué a mi mujer y mis hijos, ellos tampoco salían de su asombro”, reconoce el directivo. “Ellos [y mis padres] siempre me han ayudado y apoyado, me recuerdan a diario quién soy y qué es lo que verdaderamente merece la pena”. Un consultor que lo conoce y lo ha tratado con frecuencia confirma que este CEO da una importancia crucial a mantener los pies pegados a la tierra.

No es una tarea fácil en una compañía que roza los 46.000 millones de euros de capitalización y los 100.000 empleados en todo el mundo. César Alierta, que intentaba ser cálido y cercano con la gente, se quedaba algunos días en el comedor de la compañía mientras los empleados miraban con un poco de asombro cómo hacía cola detrás de ellos y llevaba su bandeja a la mesa; casi nadie se atrevía a sentarse con él. ¿Cuántos serán capaces de dirigirse a Álvarez-Pallete en el gimnasio, en el vestuario mientras se pone la camisa o en Twitter?

La sorpresa de este CEO, por supuesto, lo fue sólo a medias. Al fin y al cabo, sabía que estaba entre los principales candidatos a la sucesión y había acumulado, para entonces, más una década en la empresa ocupando puestos de primera línea. De hecho, aterrizó meses antes que el propio Alierta: en 1999, ya era director financiero de Telefónica International, una división de la que llegó a ser, más adelante, presidente ejecutivo, y después lideró las filiales de Latinoamérica y Europa. Cuando enfilaba el pasillo hacia el despacho de su jefe en marzo del año pasado, lo hacía como consejero delegado de toda la multinacional. Ciertamente, había muchas cosas de las que podían hablar en aquella reunión.

A este CEO no le han regalado ni mucho menos los ascensos. Margaret Chen, exdirectora de la Oficina de Presidencia de Telefónica hasta 2013, tuvo la oportunidad de conocerlo cuando ella dirigía la expansión en Asia en 2004 y él capitaneaba Latinoamérica. Chen recuerda que Álvarez-Pallete “dormía a veces más noches en el avión que en tierra” y que, en ocasiones, “visitaba tres países en un solo día”. Reconoce también que se ganó su “gran admiración por su buena visión de negocio, su tenacidad en la ejecución de los planes o la eficiencia a la hora de resolver problemas complejos”.

Para Álvarez-Pallete, “el día del anuncio fue una auténtica vorágine, recibí muchas llamadas y mensajes de felicitación, pero lo más satisfactorio para mí ha sido el cariño de la gente. Tras diecisiete años en Telefónica, ese apoyo me ha dado un gran grado de motivación”.

Su nombramiento se interpretó como un necesario relevo generacional. La cotización de Telefónica se disparó más de un 3% sólo 48 horas después de que asumiese los mandos de la nave el pasado ocho de abril. Aquello era el equivalente a una inauguración presidencial con fuegos artificiales sobre el Potomac, pero ¿a qué venía esa emoción de los mercados?

Según Ricardo Pérez Garrido, profesor de Innovación Digital y Sistemas de Información de IE Business School, estaban dándole un voto de confianza a un nuevo CEO que había tenido éxito en Latinoamérica y que representaba “a una generación de directivos que entiende que hay que transformar el modelo de negocio y el modelo operativo de las empresas de telecomunicaciones”.

Sin revoluciones

Además de la experiencia de Álvarez-Pallete, también aplaudieron la posibilidad de una transición interna sin sobresaltos ni grandes incertidumbres y que, al mismo tiempo, dejaba margen para que el sucesor de César Alierta marcase las distancias frente a determinados aspectos de la etapa de su mentor. Otro elemento importante que explica el buen recibimiento de los mercados, señala un consultor, es que el nuevo CEO era un directivo altamente técnico y centrado exclusivamente en rentabilizar y hacer crecer el negocio.

El nuevo presidente ejecutivo sabía que, muy pronto, tendría que enfrentarse a desafíos de enorme envergadura. Debía relevar sin estridencias y en profundidad a unos directivos y equipos que llevaban en posiciones capitales los últimos dieciséis años, debía afrontar la reducción de la deuda de la compañía sin poner en peligro las inversiones que necesitaba realizar, debía repensar una política de dividendo histórica que había contribuido a impedir que la acción de Telefónica se desplomase –como las de Orange o Vodafone– un 70% durante más de una década, y debía acometer la transformación digital de un imperio de más de 100.000 empleados repartido en veintiún países.

Pedro Fernández de Santaella, consejero delegado de UniCredit para España y Portugal, reconoce que ninguno de los grandes desafíos del nuevo CEO de Telefónica se podrán resolver totalmente “a corto plazo”. Todos exigirán una mentalidad digna de esos corredores de fondo que se dejan la piel durante decenas de kilómetros sin la menor garantía de éxito, pero con la absoluta convicción de que van a conseguirlo. Álvarez-Pallete compite en maratones desde hace diez años. Desde abril hasta hoy, este directivo no ha dejado de correr y confrontar todos y cada uno de los retos de Telefónica. Es la carrera de su vida.

Un reto esencial era, como decíamos, reformar los equipos evitando las estridencias. El primer día como presidente ejecutivo coincidió con el reemplazo de casi la cuarta parte del consejo de administración, en el que entraron profesionales más técnicos y con perfiles tan diversos como el prestigioso científico Juan Ignacio Cirac o la CEO de Iberostar, Sabina Fluxá.

Entre septiembre y diciembre, proyectó una señal inequívoca de la dirección que quiere imprimir a la compañía introduciendo modificaciones en cinco de las áreas que van a decidir el éxito de su gestión: ascendió al antes hacker Chema Alonso a jefe de los datos –llevaba ya tres años en Telefónica como responsable de la filial de ciberseguridad Eleven Paths–, y relevó a los máximos ejecutivos de Brasil, de la dirección financiera y de las divisiones de digitalización y de contenidos audiovisuales.

Álvarez-Pallete confirma que ya ha empezado a rodearse de un nuevo equipo y que, para seleccionarlo, está dando prioridad a determinados valores como la “integridad, el compromiso y la honestidad”. Para él, “en un mundo hiperconectado como el actual, no todo sirve: se necesitan nuevas reglas y se requieren valores, valores muy claros sobre qué vale y qué no vale, en qué creemos y cómo nos comportamos”.

Más allá de su círculo inmediato de colaboradores, apunta el CEO, a la plantilla de Telefónica siempre le han caracterizado la perseverancia , el espíritu de superación o la innovación. Por eso, sigue, ellos son los “responsables directos del éxito de la compañía” y se muestra convencido de que van a ser cruciales a la hora de afrontar “con éxito todos los retos que se nos presenten”.

Necesaria reducción de deuda

El siguiente gran reto que ha afrontado el nuevo CEO de Telefónica era la reducción de la deuda de la compañía. Víctor Peiro, director de análisis de la gestora GVC Gaesco Beka, opina que no hay que alarmarse porque “el bajo nivel de tipos de interés hace que la deuda no sea una amenaza inminente” aunque, ciertamente, haya que empezar a actuar “a corto plazo”. Álvarez-Pallete ya ha lanzado su primera batería de medidas.

Entre junio y septiembre, redujo la deuda en más de 2.500 millones de euros, más rápido de lo que esperaba el mercado, generando más caja libre y vendiendo participaciones entre las que destaca buena parte de las que poseían en China Unicom. En octubre, también se atrevió a recortar con energía el dividendo: los accionistas, que iban a cobrar 75 céntimos por acción, recibirán 55 céntimos por el ejercicio 2016 y 40 céntimos por el de 2017. La retribución del consejo de administración se redujo también un 30% durante el primer semestre de 2016.

Además, en una decidida estrategia para hacer caja, el CEO de Telefónica, ha atacado dos grandes frentes. El primero, apunta el consejero delegado de UniCredit para España y Portugal, sería “la mejora de los servicios, con un fuerte impulso a los contenidos, lo que ha permitido una subida de las tarifas, después de varios años de estancamiento e incluso de bajadas”. El segundo es el de las ventas, desinversiones y salidas a bolsa.

En sus primeros seis meses en el cargo, Álvarez-Pallete vio como la negativa de Bruselas impedía la venta de la división británica de Telefónica (O2) a Hutchison Whampoa, a pesar de que otras operaciones similares de consolidación habían sido permitidas en los mercados europeos meses antes. Tampoco se pudo sacar a bolsa su sociedad de antenas Telxius.

Poco después de que la Comisión Europea impidiera la operación de venta de O2, Álvarez-Pallete empezó a explorar su salida a bolsa; cuando los precios que les ofrecían por la posible salida a bolsa de Telxius le parecieron excesivamente bajos, sondearon a los grandes fondos de inversión para venderles directamente hasta un 49% de la compañía. Iván San Félix, analista de Renta 4 Banco, cree que, aunque no hayan salido como Telefónica esperaba, los pasos van en la buena dirección y que, al final, deberían ayudarles a reducir el endeudamiento.

Digitalizarse o morir

El tercer gran reto que afronta la principal multinacional española de telecomunicaciones pasa, sin duda, por cambiar su estructura. Así lo explica el propio Álvarez-Pallete: “Mi aspiración en esta nueva etapa como presidente es seguir avanzando con paso firme en la trayectoria de éxito de Telefónica, liderando la transformación digital de la compañía”.

Su objetivo es “digitalizar todos y cada uno de los procesos de la compañía, y, previamente, haber simplificado hasta el extremo de lo posible la complejidad del mundo analógico”. De esta forma, advierte, una multinacional como Telefónica podría disponer de “toda su información en tiempo real, organizarse por plataformas y ser capaz de introducir elementos de inteligencia cognitiva para poner a disposición del cliente toda la potencia que proporciona la información generada”. Ha fichado para ello, entre otros, a Mariano de Beer, el ejecutivo argentino que liderará la innovación después de haber presidido las divisiones de Microsoft en Brasil y Latinoamérica, y al hacker Chema Alonso, que lleva todo lo relacionado con datos masivos, desde la protección de su privacidad hasta la posibilidad de conocer en detalle al consumidor final y exprimir ese conocimiento para satisfacer sus necesidades y adaptar la oferta publicitaria.

De Beer y Alonso son la punta de lanza para seguir apostando por la conectividad , los servicios y los contenidos, sí, pero también para capturar el tremendo mercado de servicios que está naciendo al calor del big data e internet de las cosas y devolver al usuario el control de su vida digital.

El nuevo CEO de Telefónica es un convencido del poder de la digitalización. “Lo está transformando todo a un ritmo vertiginoso y en el futuro lo va a hacer aún más. La explosión del internet de las cosas, el big data y la inteligencia artificial va a acelerar todavía más este proceso. Todas las cosas estarán conectadas y empezarán a hablar entre sí y con nosotros, generando información”. Al mismo tiempo, advierte, “dándoles un uso inteligente a todos estos datos, podremos solucionar problemas de transporte, energía, educación o salud, con el consiguiente impacto positivo en la vida de las personas y en la sociedad. Además, el avance tecnológico de un país es una palanca clave para impulsar la productividad, la innovación, el crecimiento y el empleo”.

Para Ricardo Pérez Garrido, profesor de Innovación Digital y Sistemas de Información de IE Business School, el ascenso de Chema Alonso significa apostar por oportunidades “que intentan pegarse a la red y a su conocimiento como base del crecimiento y explotación de dichas oportunidades” al mismo tiempo que la empresa sigue explorando nuevos modelos de negocio a través de su aceleradora de startups, Telefónica Open Future.

Telefónica Open Future, que contiene entre otras cosas a la aceleradora Wayra, ideada e impulsada por el propio Álvarez-Pallete, posee una red mundial de incubadoras de startups que ha acelerado ya a más de 1.500 nuevas empresas tecnológicas. Su inversión en ellas supera los 166 millones de euros.

Aunque Álvarez-Pallete ha apretado el paso de los cambios y parece casi lejana la fecha en la que Alierta le anunció su nombramiento, le queda por delante una extraordinaria carrera. El novelista y maratoniano Haruki Murakami escribió: “Cuanto más corría, más se revelaba mi potencial”. El ejecutivo y maratoniano presidente de Telefónica sabe que “la mayoría de las veces hace falta más valor y coraje para decidir tomar la salida que para cruzar la meta”. Su valor, coraje y velocidad le han ayudado, hasta ahora, a descubrir su potencial y a convertirse, para Forbes, en el mejor ejecutivo de 2016. Quizás sólo sea el principio.

FOTOGRAFÍAS: Jacobo Medrano