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Empresas

El (rentable) negocio de la marihuana

Alrededor del aún tímido negocio legal de la ‘maría’ están surgiendo fondos de inversión y consultoras, y hasta Microsoft anunciaba recientemente su alianza con una ‘startup’ que fabrica ‘software’ para la comercialización de cannabis. En el caso de España, donde la legislación sigue estando llena de lagunas, la legalización de la marihuana supondría para el Estado alrededor de 1.500 millones de euros anuales. No cabe duda de que se trata de la nueva fiebre verde.

as ventas con fines médicos y recreativos de la marihuana en Estados Unidos podrían alcanzar los 23.000 millones de dólares en 2020. Solo cuatro estados permiten el uso recreativo de esta sustancia, pero otros cuantos están a la espera, en un fenómeno de legalización que parece ya imparable: es la nueva fiebre verde.
Cannabis, the next great American industry , es el título del video que ilustra la web de ArcView, una empresa que realiza estudios económicos sobre los negocios basados en la marihuana. Por si pudiéramos pensar que es algo residual y de unos cuantos iluminados o ‘fumetas’, recientemente Microsoft anunciaba que se aliaba con Kind Financial, una startup californiana que fabrica software para la comercialización de cannabis. Esta firma monitoriza las semillas de la planta, todo el proceso de cultivo y venta, lo que impide que el producto acabe en el mercado negro.

La plataforma ya es utilizada por autoridades locales y por los organismos reguladores que se encargan de supervisar el cumplimiento de las leyes sobre su venta. El espaldarazo del gigante Microsoft (que tiene su sede social en Redmond en el estado de Washington, donde está permitido el uso para fines recreativos de esta droga) es visto por muchos como un paso de gigante hacia la legalización al otro lado del Atlántico y es que se trata la primera gran empresa que se implica abiertamente con este sector.

Whoopie Gooldberg o familiares de Bob Marley han asociado de algún modo su nombre a estos negocios, y otros artistas han convertido la legalización del cannabis en una verdadera cruzada personal. Es especialmente relevante el caso de Willie Nelson, venerado –y venerable– cantautor country de sempiternas coletas y considerado poco menos que una institución nacional. En su página web, junto a sus discos y fotos promocionales, puede encontrarse todo tipo de merchandising –bastante simpático, por cierto– relacionado con el consumo de marihuana. Hasta una marca propia ha lanzado al mercado. Lo curioso en el caso de Nelson es que enarbola por igual los valores más tradicionales de la sociedad estadounidense y la filosofía más progresista, todo un abanderado hippie en el corazón conservador del país.

En cualquier caso, lo que resulta innegable es que se trata de un negocio, si nos atenemos a los ríos de tinta que corren sobre la temática y a los múltiples instrumentos que surgen a su alrededor: fondos de inversión en ‘maría’, consultoras, etc. Todo hace pensar que si la legalización plena no llega por el lado de una moral más laxa, lo acabará haciendo por el lado del que sin duda es el motor de la economía americana: el sacrosanto dólar.

Legislaciones al gusto

Hablando únicamente de Estados Unidos, el uso de cannabis es ilegal a nivel federal pero cada estado tiene una legislación diferente. Son numerosos aquellos donde el uso está permitido con fines médicos (Montana, Nueva York, Minessota, Pennsylvania, Nevada, California…); otros tienen leyes específicas para el CBD, uno de los cannabionides presentes en la planta (ver apoyo) y que se usa en el tratamiento de algunas enfermedades (la farmacéutica briátnica GW Pharma, por ejemplo, podría comenzar en breve ensayos clínicos con un medicamento basado en este componente), mientras que en otros, el cannabis sigue siendo ilegal. El uso recreativo de la marihuana está solo permitido en cuatro: Colorado, Oregón, Washington y Alaska.

Washington y Colorado –que tiene una floreciente industria basada en el cannabis de uso recreativo– fueron los primeros: aprobaron sus leyes a finales de 2012 y el debate sobre la ‘maría’ ocupa la agenda pública, tanto es así que en 2015 Obama reconocía estar a favor de la despenalización. Y no solo eso, según una encuesta de Gallup, el 58% de los estadounidenses está a favor de su legalización.

En Colorado, donde se permite que cada persona cultive hasta seis plantas, con un límite de 12 por familias, hay un impuesto del 25% por la venta de la sustancia. Las ventas con fines médicos en 2015, solo para este estado, superaron los 418 millones de dólares, mientras que las de uso recreativo fueron de 587 millones, según datos de la National Cannabis Industry Association, Ncia, que reagrupa a empresas del sector y que también ejerce de lobby de presión. Medio año después de la legalización, Colorado estaba generando beneficios de 20 millones de dólares en un mes. Al ser el mercado más desarrollado, representa el 21% de la tarta en EE UU: las ventas aumentaron un 93% entre 2014 y 1015 según New Frontier, una firma de análisis del sector.

Por su parte, en Washington, las ventas para fines médicos superaron los 93 millones de dólares ese mismo año, y las de uso recreativo fueron de 615 millones. Según el informe Marijuana Business Daily , el impacto anual de la industria podría ir de los 14.000-17.000 millones de dólares en 2016 a 24.000-44.000 en 2020, unas cifras que quizás estén infladas pero que resultan mareantes. Otro informe, de la consultora ArcView, habla de unas ventas (tanto medicinales como recreativas) de 23.000 millones de dólares para dentro de 4 años. Lo que es innegable es que crecerán: para 2020 se espera que otros 14 estados legalicen el uso recreativo.

Los negocios que surgen alrededor de esta materia prima son variopintos, y donde más desarrollados están, por supuesto, es en aquellas zonas donde se legalizó primero: aparte de los típicos dispensadores y estaciones de marihuana, hay empresas fabricantes de lámparas hidropónicas, idóneas para estas plantas, vaporizadores, redes sociales, plataformas que ponen en contacto a proyectos e inversores, empresas que desarrollan códigos de barra para detectar el origen y las posibles alteraciones de la mercancía, productos comestibles, destilerías, etc. El Founder’s Fund, que invirtió en Facebook y Airbnb, por ejemplo, ha inyectado dinero en la empresa Privateer Holdings, dueña del productor canadiense de marihuana Tilray. Se diría que, tras la fiebre del oro, llega la fiebre verde y eso a pesar de que en general, la legislación sea muy confusa y en muchos casos esté supeditada a la opinión y moral de los gobernantes, lo que genera incertidumbre a la hora de tomar decisiones por parte de potenciales inversores.

Hasta las monjas

En California se permite el uso médico de la marihuana desde hace 20 años y la legalización para uso adulto no debería tardar en llegar. Allí, las hermanas Kate y Darcy, denominadas Sisters of the Valley , fabrican productos a base de CBD, el cannabidiol, pero escasos en THC: venden aceites, ungüentos, sprays y hasta incienso a base de este componente. El aceite por ejemplo, es muy demandado por enfermos de cáncer, comentan las monjas que se han encontrado más de un problema por su actividad. Por ejemplo, la web de productos artesanos Etsy, plataforma a través de la cual comercializaban sus artículos, les cerró su cuenta, lo que les llevó a abrir su propia página en internet. El ungüento, que distribuyen a clientes de todo el mundo, es el producto más solicitado.

Pero la legalización de la marihuana, sea para fines médicos o recreativos, va más allá de las fronteras de Estados Unidos. En Uruguay las farmacias pueden vender cannabis y además se permite el autocultivo; en México está legalizado el consumo recreativo, permitiéndose la posesión (el límite aumentó recientemente) de hasta 28 gramos. También se permite el consumo y cultivo en Chile, en Colombia es legal el uso medicinal, etc. “En Canadá y en Israel hay propuestas también. No tardará mucho en que se legalice en la costa californiana y eso va a suponer un arrastre de otros países”, comenta Hugo Madera, de la revista Soft Secrets , una de las principales del sector.

Vacíos nacionales

En España hay vacíos legales en lo que a esta sustancia se refiere: está claro que no se puede consumir en la vía pública (sancionado con multas desde la ley Corcuera que posteriormente fue endurecida por el Partido Popular), pero sí se puede consumir de forma privada (es ilegal vender). “Se puede autocultivar para consumo propio siempre que las plantas no se vean desde lugar público. Los textos legales no recogen que sea ilegal hacerlo, con lo cual se puede. Hay además jurisprudencia de absoluciones a cultivadores”, añade Madera.

Este es uno de los primeros vacíos legales de nuestro país, pero hay más: la legislación también es confusa respecto a los clubes de marihuana, que se basan en leyes de consumo compartido. “Se cierran muchos pero por cada uno que cierra, abren unos cuantos más”, detalla. “Estos clubes se autoabastecen gracias al cultivo colectivo: se paga una cuota de socio y posteriormente se reparten los resultados de la cosecha. Esta práctica se basó en el vacío legal que crearon los espacios de consumo compartido de usuarios de heroína”, comenta Xosé Barge, de Cannabis Magazine . Aunque su actividad no está del todo clara: “El Tribunal Supremo ha dictado sentencias que ya especifican ciertas cosas que se podrían hacer y otras que no respecto al cultivo compartido”, añade Barge.

Curiosamente, somos potencia en la venta de semillas de marihuana feminizadas, hay varias empresas dedicándose a ello: “Y lo que producen se vende mayoritariamente fuera”, aclara Madera. Lo que es totalmente legal es la venta de derivados del cáñamo (productos cosméticos, ropa…): la UE permite la producción de cáñamo industrial y hortícola cuando su contenido en THC esté por debajo de unos parámetros.

En Soft Secrets calcularon cuánto ingresaría el Estado español en caso de legalizar la marihuana, vía impuestos y por ahorro en penas de prisión: unos 1.500 millones de euros anuales. Una cifra nada desdeñable que acabará siendo sopesada cuando la legalización se extienda por otros países por una simple razón: lo de la ‘maría’ no es nada personal, solo negocios.