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India, la gran esperanza del lujo


Una familia india de unos nueve miembros alquilando una lancha privada en Venecia; otra alojándose en uno de los hoteles más exclusivos, Le Royal Monceau-Raffles París; decenas de compatriotas visitando la conocida feria de relojes de alta gama Baselworld, en Suiza; dos treintañeros indios probando el último modelo de Audi en Marbella… Basta con viajar por los principales escenarios internacionales del lujo para constatar que la presencia de hindúes se ha disparado. Y es que ha llegado la hora de la India, un país que ya cuenta para la industria más suntuosa.

Cierto es que el lujo lleva lustros esperando a que la India despegue definitivamente. Y que el país aún se halla en una etapa de desarrollo incipiente. Pero es el único de los BRIC que está dando alegrías. Con Brasil en recesión, Rusia con problemas como el desplome del precio del crudo y la caída del rublo y un crecimiento en China que ya no es lo que era, puede que la India sea el único candidato con posibilidades de convertirse en un actor principal para este mercado.

Cuando se hace referencia a un gigante asiático nos llega la imagen de China. Y sí, es el país más poblado del mundo, con 1.371 millones de personas en 2015, según el Banco Mundial. Pero la India no le va a la zaga, acercándose a esa cifra con sus 1.311 millones de habitantes y arrojando datos de crecimiento más halagüeños que los de su vecino. La economía india, que dibuja una línea alcista imparable, creció un 7,6% en 2015, y el FMI prevé una progresión de su PIB del 7,4% en 2016, frente al 6,6% de China.

En este marco favorable, el número de millonarios se ha multiplicado. Para 2020, la consultora WealthInsight pronostica que aumente un 34%, hasta 371.150 personas. “No sólo hay dinero para comprar bienes de lujo, también hay intención de gastarlo”, dice Dildeep Kalra, vicepresidenta del grupo de restauración indio Massive Restaurants y creadora de la aplicación de moda Stylehorn, con sede en la capital, Nueva Delhi. Ella forma parte de esa base embrionaria de jóvenes urbanitas adinerados que se dan el gusto de consumir lujo, tanto por razones de estilo como de estatus.

¿Está llamada la India a ser la sucesora de China como motor de una industria a la que últimamente le llueven contratiempos?
Las fluctuaciones en las divisas, el turismo internacional tocado por los atentados terroristas y los inquietantes resultados económicos de pesos pesados como Hermès y el grupo Richemont (con una caída del 14% en sus ventas de los últimos cinco meses de su ejercicio fiscal) tienen en guardia al sector. Pero la India disfruta de una situación parecida a la que se encontraba China a principios de siglo, cuando las ventas del lujo empezaban a despegar, los bolsos Monogram de Louis Vuitton eran los más solicitados y las falsificaciones estaban al cabo de la calle.

Los ingresos del lujo crecen sin pausa en el terreno. Según la compañía de análisis de mercados Euromonitor International, el país contribuye hoy al comercio mundial del lujo –que en 2015 sumó unas ventas globales de 289.100 millones de euros– con un pobre 1% o 2%, pero vaticina que las ventas aumentarán este año alrededor de un 15% con respecto a 2015. La Asociación de Cámaras de Comercio e Industria de la India (Assocham) espera que la plaza alcance un volumen de 18.300 millones de dólares (16.375 millones de euros) en 2016. “Alimentada por una desaceleración en el mercado negro y un alza proporcional en el mercado legal, la India será el único mercado importante que registrará un crecimiento anual de más del 10% en dólares, aunque permanecerá fuera de los 20 mercados principales del mundo por valor de venta”, dice un analista de Euromonitor.

De todas formas, no vaya a pensar que la India es nueva en esto del lujo. Los indios de clase alta tienen, por tradición y cultura, el gusto educado y refinado, por lo que la opulencia no les resulta desconocida. En el país de los interminables palacios, del Taj Mahal, de la tradición joyera y las lustrosas telas que sedujeron a Occidente saben apreciar todo aquello que conlleva el mundo del lujo. Además, “la población de la India es relativamente joven, con una media de 27 años (incluso se espera que en 2030 el 48% esté por debajo de los 29 años), y está dispuesta a experimentar con nuevos productos y a gastar. La aspiración de tener bienes de lujo está en su punto más alto entre las masas”, señala Euromonitor.

Existen marcas locales que están subiendo como la espuma. Tres de ellas se han colado en el ranking de las 100 mayores compañías del lujo y la alta gama de 2016 de la consultora Deloitte Touche Tohmatsu. En el puesto 32, con unos ingresos de 1.965 millones de dólares en 2014, aparece Titan Company, que fabrica relojes y complementos y que nació en los años ochenta como una joint venture entre los grupos Tata y Tamil Nadu Industrial Development Corporation. Le acompañan en la lista las joyeras Gitanjali Gems (puesto 40) y PC Jeweller (44).

Tampoco el lujo europeo es nuevo para los indios. Ya los maharajás recurrían a Cartier, Chaumet y otras joyeras francesas para adornarse, y las firmas del Viejo Continente quieren recuperar a la nueva India en ascenso. Para conseguirlo, algunas han hecho guiños a su consumidor. “Estas marcas están viendo el éxito mediante la diversificación de sus productos y servicios para el mercado indio, yendo más allá de proporcionar los artículos clásicos y adaptándose a una cultura única. En la moda, Hermès, por ejemplo, ofrece una colección de saris a medida, mientras que Gucci, Chanel y Jimmy Choo están arañando parte del pastel de las bodas, muy relevante en el país”, dice Erminia Blackden, directora de Estrategia de la agencia británica de marketing especializada en lujo Cocoon Luxury.

Afortunadamente para las marcas occidentales, el Gobierno indio está allanando el camino a la inversión extranjera para que deje de toparse con piedras. Por ahora, sigue vigente el elevado impuesto sobre importaciones del lujo, que asciende al 30% o 40%. Y, además, la reglamentación de la distribución es competencia de cada uno de los Estados que forman la India, “lo que da como resultado una gran diversidad de normativas que impiden el desarrollo de un mercado uniforme y unificado, y que explica también en cierto modo la abundancia de intermediarios y redes de distribución locales”, según la Oficina Económica y Comercial de España en Nueva Delhi.

Hermès fue la primera
enseña de lujo que se animó a abrir una tienda a pie de calle en Bombay, en 2011. “Para Hermès, es el camino ideal para estar presente en la India. Es un símbolo de la relación de la marca con la India, con ser indio en la India y con compartir algunas actividades con nuestros clientes”, dijo el entonces consejero delegado de la compañía francesa, Patrick Thomas. No obstante, lo habitual es que las empresas del ramo, aunque no lo prefieran, se instalen en hoteles de cinco estrellas (The Taj Mahal Palace y The Grand Hyatt Plaza, en Bombay, y The Leela Palace, en Nueva Delhi, entre otros) y en centros comerciales de alta gama, como Palladium, en Bombay, UB City, en Bangalore, y DLF Emporio, en Nueva Delhi, que fue el primero que abrió sus puertas.

Según Assocham, Nueva Delhi se erige como el principal mercado del lujo por volumen de facturación, seguido de Bombay, Ahmedabad, Pune y Bangalore. Porque el lujo en la India no vive solo en las megalópolis. Los millonarios están dispersos, y el aumento de la renta disponible en otras ciudades lejos de Delhi y de Bombay hace que las marcas tengan que valorar si deben posicionarse también en aquellas urbes en las que se han desarrollado industrias clave como textiles, farmacéuticas, tecnología y fábricas de productos químicos. Están Chennai, Calcuta, Hyderabad, Ludhiana…

Emporio Armani, además de recalar en Nueva Delhi y en Bombay, lo ha hecho en Bangalore, como Louis Vuitton, y en Calcuta, igual que Jimmy Choo. Burberry suma Chennai y Hyderabad a las mencionadas. Y Gucci permanece en Gurgaon y en Calcuta.

Solo entre 2014 y 2015 entraron en el país las firmas John Lobb, Kiton, Bvlgari y Stefano Ricci. Este año, Montblanc, perteneciente al grupo Richemont, ha vuelto a la India gracias a la joint venture que firmó el pasado diciembre con Titan, tras haber roto con su anterior socio, Entrack Trading. Ahora gestiona puntos de venta en Bombay, Delhi, Hyderabad y Pune. “Este es un mercado que presenta una oportunidad excepcional para Montblanc, y nuestra estrategia de expansión sin duda ayudará a servir a nuestra base de clientes local, que es fuerte y leal. Las dos primeras tiendas en Bombay y en Delhi son excelentes puntos de partida para nosotros, y esperamos una larga y exitosa presencia en la India, ha dicho Nicolas Baretzki, vicepresidente ejecutivo de Ventas de Montblanc.

También Louis Vuitton quiere ampliar su presencia en el país, pero según Euromonitor, las enseñas foráneas se encuentran con un problema de falta de espacio para expandir sus tiendas. Aún se ven demasiadas calles no asfaltadas en el país, las infraestructuras dejan mucho que desear incluso en las principales ciudades, y los centros comerciales de lujo escasean. Por si fuera poco, los alquileres no son precisamente baratos, ni tampoco la compra de un local.
“Aunque varias marcas occidentales han abierto tienda en la India y yo adquiero mi ropa habitual en algunos de estos espacios, sobre todo en el centro comercial Emporio, la mayoría de mis artículos más especiales los compro durante mis viajes internacionales, porque muchas firmas aún no están presentes aquí. Además, me gusta ir diferente, y prefiero etiquetas más discretas, que en su mayoría están disponibles fuera del país. Muchos de mis amigos también compran durante sus viajes para hacerse con las últimas tendencias, que llegan más tarde a la India”, dice Dildeep Kalra, vicepresidenta de Massive Restaurants.
Como Kalra, “una proporción sustancial de la población está viajando al extranjero por trabajo y por placer. A su regreso a la India desean un estilo de vida similar al que han experimentado en los países occidentales, y por lo tanto la demanda de bienes importados de lujo va en aumento”, señala Euromonitor. Y estos turistas están compensando la caída del consumo de los viajeros chinos.

Además de en viajes de lujo, los indios están gastando su dinero en restaurantes, electrónica, bienes de cuidado personal y joyas, sectores que se espera que crezcan entre un 30-35% en los próximos 3 años, por el 18-20% de los coches de lujo. Las mujeres son un objetivo relevante para las marcas, pues cada vez gozan de más poder adquisitivo y comienzan a buscar nuevos productos.

Y no hay que olvidar el canal online, ya que la India es un país con una alta penetración de Internet. Para 2020 se estima que unos 350 millones de personas serán susceptibles de influir digitalmente, cuando actualmente lo hacen 150 millones, lo que se traducirá entre el 20% y el 25% del total del gasto en tiendas. Dentro de cuatro años habrá entre 200 y 250 millones de indios comprando en la Red. Ahora lo hacen unos 90 millones. “Dado el amplio alcance del medio digital y las muy bajas barreras de entrada, las marcas de lujo están comenzando a expandir su presencia online. Recientemente han aterrizado en el país portales como RockNshop; Luxury Station, Exclusively.in y Luxepolis, que ofrecen productos de lujo procedentes de varias boutiques. El lujo de segunda mano es otro fenómeno de rápido crecimiento que busca satisfacer las aspiraciones de lujo de los vecinos de ciudades pequeñas, en las que no hay acceso a las marcas del sector”, dice en la página web Luxury Society el fundador y consejero delegado de la consultora Luxury Connect, Abhay Gupta.

Solo es cuestión de tiempo. Tarde o (como parece) temprano, India se convertirá en uno de los mercados fundamentales del lujo.