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Por qué contratar a una persona que haya sido scout


* Ana Sáenz de Miera, Directora España & Portugal y Co-Directora Europa de Ashoka.

Sabe trabajar en equipo. Puede llegar a tener 15 años de experiencia en trabajo en equipo, siempre con el respeto al otro como valor transversal. Montar una tienda de campaña u organizar un campamento de verano para 200 niños de forma voluntaria. El aprendizaje en scout es, por naturaleza, cooperativo y por proyectos.

Es creativo. Lleva muchos años encontrando soluciones creativas a situaciones adversas. Ha tenido que improvisar techos ante tormentas imprevistas, inventarse un juego de vikingos que motive a 100 niños durante 15 días, o montar una campaña de captación de fondos para cubrir los gastos de un campo de trabajo en Siria.

Respeta su escala de valores y su palabra. Está acostumbrado a programar y llevar a cabo actividades basadas en los valores scout, que tienen un marco bien definido (algo como el “código ético” al que nos referimos en el mundo profesional). Esto le genera la necesidad de creerse los proyectos de los que forma parte, y alinearlos con sus intereses y pasiones. La verdad, la nobleza, justicia, la solidaridad o el respeto por la palabra dada son valores inamovibles en ese marco de actuación.

Sabe liderar y ser liderado. Tiene práctica desde los 6 años en tomar decisiones y trabajar en varios proyectos a la vez; en algunos de los cuales lidera y en otros es liderado por sus compañeros. Cuando lidera, lo hace con consenso, confianza, poniéndose en la piel de los demás y siendo consecuente con sus decisiones. Cuando es liderado, trabaja en equipo con respeto, fomentando el consenso y la cohesión.

Es empático. Al igual que en la empresa, en un grupo scout conviven todo tipo de niños y niñas, con diferentes edades, capacidades e intereses. La empatía juega un papel esencial para la convivencia y la ayuda mutua. Un scout ha aprendido que no todos deben llevar el mismo peso en la mochila, sino que éste se distribuye en función de las capacidades de cada uno, o que la mejor excursión no es la que llega más alto sino la que está al alcance de todo el grupo.

Valora el esfuerzo. Desde muy pequeño las actividades de la vida scout, muy vinculadas a la naturaleza, van encaminadas a que aprenda a valerse por sí mismo, a superarse incluso cuando cree que no le quedaban fuerzas ni para un paso más, a sonreír ante las dificultades y a esforzarse para conseguir aquello que se propone.

Sabe ponerse objetivos y evaluarlos. Desde los 6 años tiene práctica en ponerse metas, tanto personales como de equipo y después autoevaluarlas y recibir la evaluación de los demás. El feedback constructivo es, por tanto, una práctica que un scout domina a la perfección cuando comienza su vida laboral.

Es generoso. “Dar” y “compartir” son las verbos más presentes en la vida scout. El agua que queda en una cantimplora no es de su dueño sino de quien más la necesita, y un educador puede llegar a invertir 1.000 horas al año como voluntario, dedicadas a educar a niños a ser mejores personas.

Lucha contra la injusticia. Con el lema “deja el mundo mejor de lo que lo has encontrado”, la pedagogía scout se basa en que los niños sean capaces de entender y practicar su potencial de mejorar su entorno, resolviendo con valentía los retos a los que se enfrentan, y no mirando hacia otro lado ante las injusticas sino actuando para cambiarlas.

Es una persona “con recursos”. Tiene una dilatada experiencia en dinamizar reuniones, inventarse un juego para resolver un conflicto, hablar en público, o localizar la empresa más barata de alquiler de furgonetas. Es aventurero y dinámico, y está acostumbrado a resolver problemas de diferente tamaño y forma.

¿No son estas habilidades que todos buscamos en la gente que incorporamos a nuestros equipos de trabajo?

  • Si has sido scout y educador scout, ponlo en tu CV y cuéntalo en tus entrevistas de trabajo
  • Si buscas talento, no pierdas de vista las ventajas competitivas de un scout
  • Si eres madre o padre y quieres educar a tus hijos en habilidades tan esenciales: apunta a tu hijo a los scout, aunque esto te conlleve madrugar los sábados.

*La fiabilidad de estos principios es proporcional al número de años como scout y se incrementa significativamente si ha sido educador scout.

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