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10 preguntas que debes hacer antes de aceptar un ascenso


“¿Por qué quiero ese puesto?”
¿Es el título que te interesa? ¿Tiene ventajas? ¿Cuánto cobrarás? El factor más importante a la hora de decidir si aceptar o no un ascenso es la motivación, y hay que saber encontrarla más allá del dinero, el status y el reconocimiento.

“¿El ascenso hará que mi carrera avance en la dirección que quiero?”
Si el ascenso que te ofrecen es un paso hacia adelante en la dirección correcta hacia lo que deseas, debes aceptar. Es importante tener en cuenta los objetivos a largo plazo, porque a veces un ascenso puede ser beneficioso a corto plazo pero alejarnos del verdadero objetivo.

“¿Cómo le fue en el puesto a la persona a la que voy a sustituir?”
La alta rotación en algunos puestos suele ser una clara señal de que el ascenso quizá no es lo mejor que te puede pasar. Por esto, es conveniente saber por qué se fueron los que estaban anteriormente y qué se esconde realmente detrás de esa promoción que tan bien pinta.

“¿Cómo voy a combinar mi vida personal y profesional a partir de ahora?”
Pon encima de la mesa tus prioridades personales y profesionales y combínalas con las características del futuro cargo que puedan afectarlas. A veces no compensa el aumento de sueldo con e de horas de trabajo o el estrés que puedes sufrir. Y no te olvides de la salud.


“¿Prosperaré o me paralizarán la ansiedad y el miedo?”

Siempre hay baches en el camino, pero si antes un ascenso estás más preocupado por tu posible falta de capacitación que por lo que puedes crecer y aprender, esta es una clara señal de que no debes aceptar esa promoción.

“¿Estaba en la terna de candidatos por defecto o postulé por interés propio?”
La respuesta a esta pregunta es un buen indicador del interés propio en el cargo a ocupar tras el ascenso. Si se trata de una posición para ocupar la cual estabas en la línea sucesoria, posiblemente no tengas mucho interés, en cambio, si tú mismo te has postulado como candidato para ocuparla, la motivación seguramente sea mucho mayor.

“¿Seré feliz levantándome para ir a trabajar cada día en ese puesto?”
Si, por ejemplo, el ascenso implica estar al cargo de un equipo de trabajadores problemático o un producto que no crees que valga la pena comercializar, tu estado anímico se puede ver afectado. Si crees que no trabajarás a gusto, es mejor que no aceptes.

“¿El ascenso afectará a mi relación con amigos y compañeros?”
Cuando los amigos se convierten en socios, la relación puede tornarse problemática. Los mismo puede suceder con los compañeros si te conviertes de repente en su jefe. Valora si el cambio de roles te afectará negativamente en el desarrollo de tu trabajo en ese nuevo cargo.

“¿Soy la persona adecuada para el cargo?”
A veces los empleados se ven implicados en la línea sucesoria para ocupar un puesto para el que realmente no tiene las habilidades adecuadas y esto puede dificultar mucho la tarea. Para evitar sorpresas, lo mejor es hablar con la persona que deja el puesto y conocer de cerca el trabajo a realizar para ver si realmente eres capaz de hacerlo.

“¿Puedes cumplir con la misión encomendada?”
En caso de que el ascenso implique el cumplimiento de una misión en concreto, como alejar del borde de la quiebra una división, es necesario revisar las posibilidades reales de éxito. Si crees que tus habilidades son están a la altura, mejor no arriesgar tu prestigio.