1. Pasa tiempo con tus compañeros
No se trata de que salgas de after work obligatoriamente, sino de que simplemente pases algo de tiempo con ellos de manera informal. Comer juntos o tomar el café de media mañana pueden ser dos buenas maneras de establecer vínculos positivos en las horas de trabajo sin hablar de él: que fluya la conversación.

2. Comparte el éxito
Si el trabajo realizado en grupo sale bien, no te apuntes tú todos el mérito. Aunque hayas hecho tú la parte más dura o hayas invertido más esfuerzo que otros, trata de hacer sentir al resto que el éxito es común. Todo el mundo aporta algo y no siempre puede estar al 100%, pero si se sienten valorados, te valorarán a ti y querrán volver a trabajar contigo.

3. Responde a los e-mail: siempre, rápido y de forma completa
No responder es un símbolo de dejadez que hará que los demás acaben por ignorarte. Contesta lo más rápido posible, aunque sea para decir que más tarde darás una respuesta completa. No hay que abusar de las excusas, pero una pequeña a tiempo puede hacerte quedar muy bien. Y acuérdate de revisar todo bien antes de contestar: sin faltas de ortografía y con todos los archivos necesarios adjuntos.

4. No estés pendiente del teléfono en las reuniones
Si estás esperando algo importante, comunícalo al empezar y así a nadie le extrañará que tengas el teléfono encima de la mesa o que le eches un vistazo de vez en cuando. Si no es así, mantenlo alejado de ti para no dar sensación de falta de atención. Recuerda que es de mala educación usar el móvil mientras estás con gente.

5. No seas negativo
Hay días en los que es difícil ser positivo, por eso mismo lo que te aconsejamos es no ser negativo. Intenta aportar siempre cosas buenas, soluciones y una sonrisa si puedes. Cuando tengas un mal día, trata de guardarte la negatividad para ti: no aportarás nada positivo, pero tu negatividad no afectará a tus compañeros.

6. Sé sincero (pero di las cosas con tacto)
No hablar las cosas puede dar lugar a malentendidos, pero decirlas de una manera demasiado brusca, también. Si no estás de acuerdo con algo o hay alguna cosa que te irrite, dilo. Eso sí, trata de hacerlo de manera prudente y con tacto: que lo que digas no sea contraproducente para ti, ni para el equipo.

7. Apréndete los nombres de tus compañeros
Seguro que a ti tampoco te gustaría que de repente un día llegase alguien, después de estar trabajando contigo un tiempo, y te preguntara que cómo te llamabas. No hagas lo que no quieras que te hagan. Apréndete el nombre de tus compañeros y dales la importancia que merecen.

8. Ayuda todo lo que puedas
“¿Eso no lo tenía que hacer tal persona? ¿Entonces por qué me toca a mí? Vamos hombre, no fastidies”. No seas el artífice de frases como esas. No es tu trabajo, pero si quieres que el proyecto salga adelante, no pongas pegas y ayuda, seguro que no eres el único al que le fastidia. Ya llegará el momento en el que aquel que no ha cumplido su misión tenga que cargar con su parte de culpa.

9. Asume responsabilidades
No eres perfecto y los demás tampoco. A lo mejor tu parte del trabajo estaba bien esta vez, pero no te preocupaste de revisar si el resto también lo estaba, así que si algo ha salido mal, la culpa es de todos, como el trabajo. No quieras escurrir el bulto y asume tu parte de culpa.

10. Mantén la mente abierta y no seas terco
No creas que lo sabes todo. Puede que tengas razón y tu compañero no, pero considera si lo que él dice es posible y no seas testarudo. A veces nos encerramos en nuestra propia verdad y no vemos más allá. Amplía tu horizonte, ten en cuenta las opiniones de los demás y no trates de imponer tus ideas. Si sabes con firmeza que llevas razón en algo, argumenta tu postura y habla las cosas calmadamente.