1. La gran utilidad del email
El email puede ayudarte mucho más de lo que crees. Si no es la primera vez que un empleado o compañero te pregunta esa duda en concreto, ¿por qué no la escribes por email? Puedes hacer dos cosas: enviarlas a todo aquel que le pueda venir bien y crees que pueda tener (ahora o en el futuro) esa misma duda; o dejarla guardada en la carpeta de “borradores” por si alguien te vuelve a preguntar. Te ahorrará muchísimo tiempo no tener que repetir una y otra vez lo mismo y no dejarás a nadie colgado.

2. Espera al momento del café o la comida
Otra buena opción es resolver la duda con la persona en cuestión en un momento en el que tuvieses pensado tomar un café o ir a comer. Podéis de esta forma charlar de una forma algo más distendida y no perderás tiempo de tu trabajo, ya que son pausas que tenías previstas.

3. ¿Quedamos después del trabajo?
Si la duda no es urgente, ¿por qué no quedar al salir de la oficina? Podéis resolverla en un rato tomando algo y no perderás tiempo. Además aprovecharás para distraerte después del trabajo, ya que una vez la duda quede resuelta podéis charlar de otras cosas. Es una buena forma de relacionarte con tus compañeros o empleados más allá de las paredes de la empresa.

4. Notas de voz
Puede parecer algo tan absurdo que quizás ni siquiera se te había ocurrido. Los antiguos post it han quedado atrás: escribiendo tardas muchísimo más que contándolo con tu propia voz. Pues bien, es tan sencillo como grabar una nota de voz y enviarla a través de email o cualquier app de mensajería instantánea. Si la duda es sencilla de resolver es uno de los mejores métodos, porque además la persona en cuestión puede escucharla cuantas veces quiera (sin que tengas que repetirlo) hasta que le quede bien claro.