Casi todas las personas han sufrido bullying en algún punto de sus vidas. Ya sea en la guardería o en la oficina, todos conocemos ese sentimiento de depresión, de sentirnos muy pequeños porque alguien nos ha hecho sentir así en algún momento.
Algunos tipos de acoso son deliberados y premeditados, y por tanto inexcusables. Pero puede que existan excepciones, particularmente en periodos laborales de gran estrés en el ambiente, cuando alguien no se da cuenta de que su comportamiento ha sido irrespetuoso o intimidatorio incluso.
Si te encuentras en una posición de autoridad, no estaría nada mal que te preguntaras a ti mismo si esa persona eres tú. Por mucho que sea un tipo de acoso involuntario, no se puede excusar ni es mucho menos ideal. Es un producto de los altos niveles de estrés, frustración, y sí, puede darse el caso de que se deba a una actuación pobre por parte del personal.
La frustración toma vida propia cuando se instala en nuestros cuerpos, es absolutamente poderosa, por eso hemos de ser muy conscientes de la forma en la que nos comunicamos en los momentos de frustración. Por ejemplo, tenemos que tener mucho cuidado a la hora de hablar con nuestros compañeros para evitar alinearles o ponerles en una posición embarazosa en frente de los demás.
Si necesitas darles una crítica constructiva, asegúrate de hacerlo en privado y de que no se van a sentir humillados delante de nadie. También asegúrate de hablar con tacto a pesar de lo que vayas a decir. Es importante evitar la acumulación de frustración en el tiempo, incluso si la culpa es de la inadecuación de otra persona.
Si no lidiamos con nuestros problemas de inmediato, vamos a entrar en un círculo vicioso de frustración que lo único que va a suponer es un desenlace feo e innecesario. Toma el control de la situación y evita actuar de una forma que pueda suponer un problema o un quebradero de cabeza innecesario para la otra persona.