Muchas empresas empiezan con una o dos persona, y su visión y enfoque se centra en desarrollar una solución innovadora, no en desarrollar personas. Cuando se necesitan más miembros en el equipo, los fundadores tienden a asumir que todo aquel que se incorpore empezará con la misma pasión y la misma motivación que quien la creó. Tratar de situar a estos nuevos empleados por encima, más allá de los objetivos de la empresa, no es fácil.
Una cultura que sigue el esquema de producto-cliente-empleados es muy difícil de cambiar. Transformar una cultura establecida es incluso más difícil que inculcar una buena desde el principio. Con suerte, contamos con la ayuda de dos expertos en liderazgo, John Mattone y Nick Vaidya, que en su libro ‘Cultural Transformation’ confían en que por muy difícil que sea, es algo posible.
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