Analizamos las claves que, según ella, nos ayudan a mejorar nuestro estado emocional en el ámbito personal, pero sobre todo en el trabajo.

1. Genética y actitud

Según la tesis realizada por Sonja Lyubomirsky, el 50% de nuestra capacidad para ser felices depende de nuestros genes. Esto es algo que no podemos cambiar pero sí lo podemos modificar. La memoria a corto plazo recuerda antes lo negativo que lo positivo. Sin embargo, la felicidad se puede trabajar ya que existen ejercicios que nos permiten olvidar lo negativo.

La forma que tenemos las personas de encajar los hechos que nos suceden permite determinar hasta en un 40% si somos o no felices.

2. Entorno

Los humanos somos seres sociales. Se ha comprobado que la felicidad es subjetiva, el entorno que nos rodea influye hasta en un 10% en nuestra capacidad para ser o no felices.

3. ¿Qué hacemos nosotros para ser felices?

Al igual que las acciones del entorno afectan a nuestro estado de ánimo, el sentir que somos capaces de provocar algo en los demás, nos hace más felices. Es importante asumir que cada uno tenemos una gran responsabilidad. Uno de los retos es conseguir contagiar a los que nos rodean de actitudes positivas.

4. Desarrollo y crecimiento personal

Según Maslow, el reconocimiento es una necesidad humana y cuando esta se ve cubierta, la persona es más feliz. Aplicado al terreno laboral, el reconocimiento hace que la persona se sienta integrada en el proyecto de la empresa. Saber que lo que hacemos es transcendente, nos permite crecer y ansiar nuevos proyectos.

5. Ser felices en el trabajo nos hace productivos

Estar comprometidos con nuestro trabajo nos permite trabajar mejor en equipo, dar más de nosotros mismos y encontrar más soluciones a las dificultades. Por ello, la persona debe casar sus ambiciones y propósitos personales con los de la empresa. El entorno laboral no debe frenar el avance personal y profesional de los empleados.