El 29 de abril de 2017 llegaba a la localidad china de Yiwu (ciudad de la provincia oriental china de Zheijang) el primer tren de mercancías desde Reino Unido, tras 19 días de viaje. La Corporación de Ferrocarriles de China (CRC) confirmaba los datos del convoy: un tren transcontinental, cargado con 32 contenedores que transportó, entre otras mercancías, botellas de whisky, refrescos y medicamentos.
Londres ha sido el ‘penúltimo trayecto’ de esta nueva ruta y la decimoquinta ciudad europea agregada a los servicios de trenes de carga China-Europa. La Nueva Ruta de la Seda, uno de los mayores proyectos de infraestructuras acometidos por el país asiático, abrirá más si cabe su economía al comercio internacional. El presidente chino, Xi Jinping, su principal promotor, ha anunciado una inversión adicional de 124.000 millones de dólares (113.000 millones de euros) para desarrollar esta ambiciosa red de transporte.
La Ruta de la Seda apareció por primera vez en 1877 cuando el geógrafo alemán Ferdinand Freiherr von Richthofen dibujó un mapa de la ruta de comercio entre Europa y Asia y lo llamó la Ruta de la Seda porque esta fibra era la mercancía con más prestigio que se comercializaba entre ambos continentes. Entonces la ruta iba desde la antigua capital china, Chang’an, atravesaba Asia Central, Afganistán, Irán, Iraq y Siria y llegaba hasta Roma.
El objetivo es ‘revivir’ la Ruta de la Seda pero con todos los avances tecnológicos del siglo XXI. Yi dai, Yi Lu (una franja, una ruta) o Nuevas Rutas de la Seda es como se conoce esta iniciativa, que incluye la construcción de las infraestructuras de transporte y comunicaciones para conectar Asia con Europa y África. La meta es establecer la mayor plataforma de cooperación económica del mundo.
El antiguo itinerario se realizaba con animales; ahora se hace en tren y se ha convertido en la vía más larga del mundo. Llega a Europa a través de nueve líneas: Chongqing-Duisburg (Alemania), Chengdu-Lodz (Polonia), Zhengzhou-Hamburgo (Alemania), Suzhou-Varsovia (Polonia), Wuhan-República Checa, Changsha-Duisburg (Alemania), Yiwu-Madrid (España), Harbin-Hamburgo (Alemania), Xining-Amberes (Bélgica) y la recién incorporada Yiwu-Londres.
La ruta que enlaza Yiwu y Madrid, conocida como Yixinou es la más larga, con 13.052 kilómetros y atraviesa ocho países. Desde Yiwu, por la vía de Kazajistán, pasa por Rusia, Bielorrusia, Polonia, República Checa, Alemania, Francia y llega finalmente Madrid. Un trayecto que tarda en recorrerse entre 19 y 21 días, una vez al mes. Generalmente, cada tren cuenta con una longitud de más de 550 metros y 41 vagones que transportan 82 contenedores.
España es el séptimo socio comercial de China dentro de la Unión Europea, con un volumen de comercio bilateral que supera los 20.100 millones de euros al año. Pero, además, es importante por su posición geoestratégica, al ser la puerta de acceso a los mercados europeo, latinoamericano y mediterráneo, con cerca de 1.300 millones de potenciales clientes.
El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, firmó el acuerdo de colaboración con el presidente Xi Jinping en 2014. Ahora ha vuelto este 12 de mayo a China para participar en el Foro de la Nueva Ruta de la Seda, considerado el gran evento diplomático del año en el gigante asiático. Entre otras cuestiones se ha aprobado la creación de nuevas infraestructuras para abrir seis rutas por tierra y mar. Todavía quedan por concretar las grandes inversiones que se necesitan.
Hasta el momento, cuenta con dos instrumentos financieros: el Fondo de la Ruta de la Seda (dotado con 40.000 millones de dólares), cuyos accionistas principales son el fondo soberano CIC, el Banco de Desarrollo de China y el Eximbank; y con el Banco Asiático de Inversiones e Infraestructuras, que cuenta con 70 miembros, entre ellos España, y un capital de 100.000 millones de dólares.
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Casi tres años funcionando
Desde que a finales de 2014 llegara el primer tren procedente de Yiwu, han arribado a Madrid otros 39 convoyes cargados desde China, y han regresado apenas ocho, según confirman en Timex, la empresa que gestiona las mercancías del tren.
Santiago Vivanco, presidente de bodegas Vivanco, empresa que exporta vino español a China, reconoce que el nuevo tren le ahorra costes y tiempo en los trámites aduaneros que debía atender antes, cuando sus caldos entraban a través del puerto de Shangai.
En la actualidad, lo que más llega al gigante asiático desde España es vino, aceite de oliva y agua con gas. En China aseguran que los productos españoles “están muy bien aceptados”. Algunos empresarios reconocen que la “zanahoria” que les ofrece el gobierno chino es la publicidad de sus productos en la televisión estatal. Cerca de veinte cmpañías españolas han apostado por la Nueva Ruta de la Seda. Otra ha sido Faccsa, dedicada a productos de porcino en la localidad malagueña de Cártama. “La demanda es tremenda” y los clientes chinos “se llevan todo lo que seamos capaces de producir”, aseguran desde la empresa andaluza. La carne de cerdo encabeza la lista de las exportaciones de alimentos. La clase media china come carne cada vez más veces al mes y hay más de 1.300 millones de habitantes a los que abastecer. Los cortes de cerdo preferidos en China son, casualmente, los que menos se comen en España: estómago, intestinos, oreja, fémur, cabeza o manos.
¿Qué obstáculos hay que superar? El principal es el miedo a que surja un problema sanitario en una fábrica española, lo que cerraría el mercado chino al cerdo español. O que se quiebren las relaciones entre ambos países, lo que parece improbable. Pero también el veto ruso a las importaciones de alimentos occidentales por las sanciones impuestas por el conflicto con Ucrania, ya que el tren pasa por tierras rusas.