Partimos de un punto que resulta clave y decisivo: los directivos de las empresas son los trabajadores que presentan unas mayores necesidades de ahorro para la jubilación. El vigente sistema público de pensiones cubrirá menos de un tercio de su último salario y la posible ausencia de ahorro obligará a muchos de ellos a tener que prolongar su vida laboral activa más allá de la edad legal de jubilación o a cambiar de manera drástica el nivel de vida que hasta ese momento llevasen.
Muchas han sido las empresas que se han ido concienciando de dicho desajuste y para afrontarlo han establecido planes de previsión para sus directivos. Para la financiación de los mismos se han estado valiendo de seguros con intereses garantizados que, en algunos casos, se acompañaban de una participación en el beneficio de la aseguradora. Pero, y aquí está el problema, los bajos tipos de interés han dado lugar a garantías de rentabilidad muy bajas o negativas a las nuevas aportaciones. Y a medio plazo, la situación del mercado tampoco parece prever una normalización del entorno de tipos. De ahí que se deban buscar otras alternativas de inversión más interesantes.
Pólizas de gestión dinámica
En un entorno de tipos cero como el actual, se puede optar a una mayor expectativa de rentabilidad mediante la movilización a pólizas de gestión dinámica con riesgo tomador. En una póliza de este tipo, también conocidas como Unit Linked, las aportaciones que se realizan al plan se invierten en una cartera de activos de renta fija, renta variable y activos alternativos, siempre bajo una estrategia de inversión previamente definida.
Las ventajas de la movilización a una póliza Unit Linked de gestión dinámica son claras: optar a mayores expectativas de rentabilidad, manteniendo el papel que en el ahorro a largo plazo juega la capitalización; diseñar una estrategia de inversión a medida que se pueda adaptar a los cambios que se produzcan en el mercado o en el colectivo de directivos; y conocer en todo momento los activos en los que se invierte.
Desde Aon se ayuda a las empresas –y a sus directivos– a entender qué riesgo han de asumir para conseguir sus objetivos de prestación, cómo gestionar el riesgo entre las distintas clases de activo y además, cómo realizar un seguimiento adecuado.
