No es afán de alarmismo, pero si parte de sus ahorros de toda la vida están invertidos en un fondo de renta fija o un fondo mixto debería revisar cuáles son los activos en los que ha puesto su dinero. La previsible subida de los tipos de interés en Estados Unidos, las perspectivas sobre el crecimiento económico y la inflación podrían hacer estragos en su cartera.

Según datos de la gestora francesa Natixis, los fondos españoles más conservadores están compuestos en un 60% por bonos. Si se trata de un ahorrador con un perfil de riesgo moderado ese porcentaje se reduciría hasta poco más del 40%. Es la proporción más alta de entre algunos de nuestros vecinos, pues en Italia es del 33%, en Francia el 20% y en Reino Unido del 14%

Es probable que ese fondo de inversión seguro en el que ha invertido esté pagando intereses a Alemania, Francia o, incluso, a España. Para muchos expertos es un contrasentido pagar por prestar dinero y eso es lo que no pocos grandes inversores están haciendo. Según los últimos cálculos de la agencia de calificación crediticia Fitch, en estos momentos circulan por el mundo 9,1 billones de dólares en bonos emitidos a tipos de interés negativos. Hay que tener en cuenta que esa cantidad se ha reducido desde los más de 13 billones en julio del año pasado, cuando se alcanzó el máximo histórico coincidiendo con la incertidumbre generada por el brexit. Sin embargo, en los últimos meses la situación económica global parece haber dado un giro de 180 grados tras la victoria de Donald Trump. Todas las instituciones prevén un mayor crecimiento e inflación y, como consecuencia, mayores tipos de interés.

Durante los últimos 35 años tener bonos no solo no ha sido un problema, sino todo lo contrario: un recurso fácil. Con rentabilidades en muchos casos superiores a la inflación, un título emitido, por ejemplo, por el Tesoro español suponía un retorno más que decente para esos inversores conservadores y prácticamente no acarreaba riesgo de pérdidas. Todo eso ya ha cambiado. Javier Mallo, responsable en España de la gestora americana Legg Mason, explica a Forbes que “la subida de tipos de interés en Estados Unidos y las mayores expectativas de crecimiento mundial han incrementado la rentabilidad de los bonos para los nuevos compradores, pero puede haber causado pérdidas a los bonistas que tenían esa deuda”.

Según cálculos de la firma suiza de banca privada Julius Bär, un inversor que en julio del año pasado hubiera invertido 5.000 dólares en el bono estadounidense a 10 años tendría seis meses después un 9,4% menos: 4.530 dólares. Eso es lo que está pasando en las carteras más conservadoras y más moderadas de nuestro país.

Víctor de la Morena, director de gestión de carteras en Amundi, comenta a Forbes que “el inversor tradicional español es tremendamente conservador y por lo general poco sofisticado. Valora por encima de todo las inversiones seguras; es decir, es capaz de renunciar a mayores rentabilidades, [y] liquidez, o de alargar los plazos de su inversión antes que asumir el riesgo de perder su dinero. Por otra parte, la renta fija española, incluyendo los depósitos, ha aportado históricamente rendimientos atractivos. Estos dos factores han hecho que la renta fija haya sido y siga siendo el activo más demandado”.

En estos momentos parece que no todas las inversiones en renta fija cumplen con ese requisito de preservar el patrimonio que pide el inversor español. El experto de Amundi considera que “a pesar de todos los mensajes de advertencia y de las experiencias tan duras vividas en esta última crisis, creo que el inversor medio español mantiene la idea equivocada en la cabeza de que la renta fija es eso, fija, y por tanto sin riesgo”.

Los emergentes como propuesta

Con todo, los analistas coinciden en que no hay que huir de este activo, sino darle un peso apropiado y concentrarse en los títulos que más rentabilidad puedan ofrecernos. Sophie del Campo, directora general de Natixis Global AM para Iberia, Latinoamérica y US offshore explica a Forbes que “hay que saber elegir dentro de la renta fija la tipología de bonos que pueda capear mejor el temporal. Es aconsejable controlar el riesgo de la duración a través de fondos con vencimientos de corto plazo y adoptar un punto de vista más global que permita una mayor diversificación”. Son muchas las firmas que, como Amundi o Legg Mason, apuntan a los países emergentes como objetivo. Pero no es la única alternativa. Víctor de la Morena señala que “la deuda corporativa ofrecería más oportunidades en un entorno de subida de tipos. Los propios bonos ligados a la inflación serían una oportunidad si [ésta] siguiera subiendo”. Por su parte Sophie del Campo apunta que una de las opciones para huir de los riesgos que se avecinan es sustituir bonos gubernamentales por otros de vencimientos más cortos, incluir bonos flotantes, crédito corporativo e incluso bonos ligados a la inflación”.

Lo que está claro es que en el mundo de las finanzas cualquier apuesta tiene un riesgo, también la renta fija.