Reconoce el cambio
Sabes que los cambios existen. Acabas de experimentar uno, reconoce que existen. Asúmelo y sigue hacia delante, no te ancles en tu pasado laboral, tómatelo como un nuevo reto.
Identifica tus temores
¿A qué tienes miedo realmente? Deberías anotarlo y tratar de pensar qué harías en las situaciones en las que uno de esos temores te acechara. Sabiendo que tienes determinados miedos y que puedes solucionarlos te sentirás más aliviado.
Busca apoyo
Si te come por dentro ese temor al cambio, deberías hablar con alguien. Familiares, amigos, especialistas… Con quien tú te sientas más cómodo, pero desahógate o acabarás tarumba dándole tantas vueltas en soledad.
Comunícate con tus superiores
Si te hueles cambios, habla con los responsables. Muchas veces los rumores y las sospechas propias se quedan en agua de borrajas, pero hasta que descubrimos que son mentira pasamos muy mal rato. Pregunta y no seas víctima de malentendidos.
Sé positivo
Piensa que no hay mal que por bien no venga. Un despido te puede ayudar a reorientar tu carrera, un cambio de departamento también. Piensa que no todo es tan malo como parece, busca motivaciones.
No caigas en el “¿y si…?”
Te han dicho como van a ser las cosas a partir de ahora, quédate con eso y no des más vueltas. El cambio ya está hecho, no depende de ti, pero que no sea un calvario si dependen en cierto modo de ti, así que estate tranquilo y confía.
Sé flexible
Las cosas no siempre salen como queremos, pero a veces dar un poquito nuestro brazo a torcer no está demás. Quizá las cosas no son como las esperábamos, pero un cambio en nuestra actitud y flexibilidad puede marcar mucho la diferencia.