Deberíamos dar las gracias a Perrault, Andersen o los hermanos Grimm por compartir con nosotros estas historias, de las que aprendimos de pequeños, y que con el tiempo, muchos han olvidado sus lecciones.
Intento echar por tierra la expresión “son cuentos de niños” enseñándoos que realmente se puede aprender mucho de esas historias que nos contaban de pequeños. Por eso, os voy a recordar algunas de ellas, y ya podéis sacar vuestras propias conclusiones.
Los tres cerditos nos enseñaron el valor del esfuerzo en el trabajo. Mientras que los dos primeros cerditos hicieron sus casas de paja y de madera porque suponía un menos esfuerzo. El tercer cerdito decidió construir una casa a prueba de “soplidos de lobos”. Al final, el tercer cerdito resulta recompensando, ya que el lobo no es capaz de derribar su casa.
Muchos solo recuerdan al Gato con botas, por eso mismo, por llevar botas, pero el cuento va mucho más allá. La historia cuenta que un viejo molinero fallece, y al pequeño de sus tres hijos, solo le deja en herencia un gato, que en un principio no podía darle ningún uso. Mientras que los dos mayores reciben un burro y un molino, que sí les servían para trabajar. Al final el que consigue casarse con la princesa es el hijo menor, gracias al gato. El cuento nos muestra que no importa lo que tengas, si no el uso que le otorgues. Puede que en la vida tengas menos facilidades para conseguir tus metas, pero eso no quiere decir que te imposibilite conseguirlas.
El problema de las personas tóxicas nos lo trae Caperucita, la niña que debe llevar una cesta con comida a su abuelita. Caperucita decide confiar en el lobo contándole sus planes, sin pensar en que el animal quizá no tenga intención de ayudarla, sino de otro lo contrario. Muchas veces confiamos en personas de nuestro alrededor que realmente son tóxicas, pero nos engañan para poder aprovecharse de nosotros. La historia nos enseña que bebes tener cuidado con las personas en las que confías, porque puede que no sean exactamente de la forma que crees.
El último cuento que os voy a enseñar es el de Pulgarcito, el niño que recibió ese nombre por su tamaño, parecido al de un pulgar. El final cuenta que consigue ser mensajero del reino, pero ¿cómo llega hasta allí? Gracias a su inversión. En un principio su propósito es volver con sus padres, entonces deja migas de pan por el camino, en vez de comérselas. Aunque no le saliera bien su inversión, porque se comen los pájaros sus migas, la historia da un giro inesperado. Y es lo que hace que Pulgarcito termine robándole las botas de sietes leguas al ogro.
Quizá vosotros habéis hecho otras interpretaciones de estos cuentos, pero seguro que también son aplicables a la vida adulta. Os invito a que volváis a leerlos de nuevo, porque podéis re-aprender mucho de ellos.