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El negocio de llamarse Springsteen

El Rock de Wikileaks
Bastante se sabe de los planes profesionales de futuro de Bruce Springsteen gracias a la organización de Julian Assange, que en abril de 2014 sacaba a la luz más de 30.000 documentos diversos de Sony Music interceptados por un pirata informático, entre los que había varios referentes a la relación de la compañía discográfica con el músico. En concreto, según explicaba la web española especializada en Springsteen Point Blank, el contenido más interesante eran una series de correos electrónicos dirigidos a varios ejecutivos de la compañía por una de las vicepresidentas de Sony, Susan Meisel, en los que comentaban una propuesta de renovación de contrato con el rockero (hasta 2027), adjunta para más detalle en uno de los mails.

En ese documento se detallaban aspectos como un aumento de los royalties por cada unidad vendida o adelantos por cada obra publicada (con un pago inmediato de 13 millones en el momento de la firma). Para los fans, sin embargo, resultaba mucho más jugosa la información referente a las obras que el artista se comprometería a entregar y publicar en los próximos años.

Para empezar, se especificaba –condición impuesta por el cantante– el lanzamiento de la web live.brucespringsteen.net, ya en marcha y de la que Sony recibe un 12,5% de los ingresos. En ella los fans pueden acceder a la compra de conciertos de archivo y de giras recientes (la de este año, como la de 2014, se grabará íntegra para tal fin). Junto a esta condición, se listaba una docena de proyectos, entre ellos cuatro nuevos discos de estudio (editados con un plazo mínimo de 12 meses entre cada uno de ellos), cinco directos, cajas de aniversario para los álbumes The River (editado a finales del pasado año), Born in the USA (con tres discos) y Nebraska (con dos discos), y una caja de 3 ó 4 discos con canciones inéditas de archivo, a modo de continuación de la caja Tracks.

Tal y como apuntan desde Point Blank, aunque Springsteen es siempre el propietario de todas las obras y corren de su cuenta todos los gastos de grabación y producción, Sony sí se comprometía en esa propuesta contractual a invertir un mínimo de 800.000 dólares en la promoción de cada uno de los cuatro discos de nuevas canciones, y marcaba como condición un máximo de 3 años entre la edición de cada producto. Además, es interesante observar cómo, al comentar entre los ejecutivos la cuantía del adelanto y el aumento de los royalties, lo veían como una inversión justificada ante los 25 millones de copias vendidas desde la firma del anterior contrato, en 2005, entre las novedades y sobre todo el fondo de catálogo del artista. Además, de este modo evitaban que otro sello pudiera robarles al que definían como “uno de los artistas más importantes del catálogo de Columbia” y “uno de los artistas más prominentes e influyentes de nuestra era”.

Las claves del ‘jefe’
Comparativamente, Springsteen es uno de los músicos de su generación en mejor estado artístico y comercial. Puede que sus discos no vendan como antaño ni gocen de las mismas alabanzas de la crítica, pero el veredicto rara vez se queda en un suspenso, y la fuerza y honestidad arrolladora de las giras ayuda a subir la nota media. Por eso, indudablemente, sigue siendo un valor a defender por parte de su compañía discográfica. ¿Pero dónde radica el secreto para mantenerse en las marcas más altas de popularidad? Sin duda, una de las claves es la calidad. Como ocurre con Bob Dylan, Neil Young o Tom Petty, uno sabe que un disco de Springsteen no será nunca mediocre. Es conocido el alto grado de exigencia del cantante con sus composiciones y el proceso de grabación, por lo que el resultado es siempre bastante ‘decente’ (aunque haya que asumir que el tiempo de las obras maestras ya quedó atrás… por ahora). Además, y a pesar de las ya respetables edades, la E Street Band sigue siendo una de las bandas de rock más poderosas sobre un escenario.

También es muy importante, de cara a mantener y alimentar el afecto del público, la ausencia de toda apostura de trascendencia en su actitud o su trabajo, como sí ocurre con otras superestrellas de su generación. En ese sentido, Springsteen sigue apostando por una actitud ruda y hasta vulgar, que entronca con la imagen de sus ídolos de juventud, las estrellas del rock’n’roll primigenio, de Jerry Lee Lewis a Elvis Presley o Chuck Berry. Esto transmite una imagen de cercanía, o más bien empatía con un público de ‘clase trabajadora’ que puede fácilmente identificarse con los sueños y problemas reflejados en sus canciones. De ahí que haya desarrollado además un gancho muy especial para su negocio: establecer un diálogo con el público que comienza con el disco y prosigue con el directo. Sus propuestas discográficas, en la mayoría de las ocasiones concebidas de forma conceptual, plantean una serie de reflexiones al oyente que adquieren nuevas dimensiones cuando las escucha en directo, con el aliciente de la ‘sentida’ interpretación a cargo del artista. Sería algo así como fidelizar al cliente a golpe de composición.

Por otro lado, tampoco es nada irrelevante para un artista de 66 años el hecho de seguir ganando adeptos entre los más jóvenes. Aunque en los conciertos de los cantantes de su quinta nunca faltan las ensaladas generacionales, en el caso de Springsteen va más allá del mero ejercicio de nostalgia. El de Freehold ha tratado de mantenerse siempre al día, no sólo como compositor, adaptando sus textos a las inquietudes precisas de cada momento de su vida, sino también como músico, fascinado siempre por las posibilidades que brinda la tecnología tanto en el estudio como a la hora de promocionar su música. Además, muy inteligentemente, disfruta compartiendo escenario con bandas jóvenes muy populares, que le permiten acercarse a toda esa legión de nuevos seguidores potenciales, caso de sus colaboraciones con gente como The Gaslight Anthem o The Arcade Fire (actuaciones que más tarde se mueven como la pólvora vía YouTube).

Esa aceptación y adaptación a las nuevas tecnologías le han permitido también salvar un grave problema que afecta de forma dramática a la mayoría de los veteranos: quedar excluidos de los nuevos circuitos de promoción. Mientras muchos quedaron anclados en una MTV que hace dos décadas que les dio la espalda, Springsteen ha sabido rodearse de un buen equipo que sabe emplear inteligentemente las redes sociales y los canales básicos de internet, con lanzamientos de temas nuevos en streaming, vídeos de sesiones de grabación, etc. Además, sabe jugar bien la baza de los medios de comunicación, la televisión sobre todo para, con pocas pero bien elegidas apariciones, conseguir transmitir el mensaje deseado: el Jefe sigue activo, está de vuelta y tiene previsto hacer vibrar una vez más la ‘Casa del Rock’.