Greg Martin, profesor de matemáticas, después de atender a una conferencia de matemáticas con 19 hombres y una sola mujer en la tarima, hizo lo que los matemáticos hacen: comprobar las posibilidades. ¿El resultado? Es estadísticamente imposible que la ausencia de mujeres en las conferencias sea algo aleatorio. Así que ahora que tenemos una evidencia estadística, la razón por la que no hay una muestra representativa de hombres y mujeres en las conferencias es simple: la tendencia.
Pero la diversidad en el estrado tiene tanta importancia como la diversidad en los rangos ejecutivos, o los niveles superiores de gestión de una organización. Es de suponer, por tanto, que las mismas razones de parcialidad y falta de mujeres en estas áreas también afectan al mundo del habla, ya que la fuente de muchos de los oradores es el misma. Pero hay una razón adicional. Para entenderlo, es necesario entender la economía del mundo del habla profesional.
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Para la mayoría de la gente, el sueldo de los oradores principales son una fuente de asombro o maravilla, o indignación. ¿Cómo puede alguien ganar 40.000 dólares en una hora? Bien, las tarifas pueden ser altas. Por supuesto, conseguir una hora en el estrado y que esa hora sea interesante conlleva muchos años de preparación y mucho esfuerzo. Pero el principal interés por parte de los organizadores de conferencias es el poder de la estrella, alguien que pueda llevar clientes dispuestos a pagar.
Entonces, para corregir el desequilibrio de género en el estrado (y de paso el desequilibrio de ingresos) hay que crear más mujeres estrella dispuestas a hipnotizar con sus discursos. Por lo que menos mujeres contratadas para hablar en los medios disminuye la posibilidad de que surjan “mujeres estrella”. Necesitamos más conferencias para comenzar a contratar más mujeres que hablen. Y necesitamos más mujeres estrellas. Y todo esto se traduce en una necesidad de diversidad en general. ¿A qué estamos esperando?