El creador fue un cazador que decidió ir un paso más allá y mezclar gastronomía y licores: como resultado obtuvo una bebida con más de 56 ingredientes. Así pues, en un principio fue diseñado para una noche que precedía a una exitosa jornada de caza entre amigos. Pero es agua pasada, actualmente se venden más de 90 millones de botellas al año en todo el mundo. ¿El secreto? 380 controles de calidad, un diseño innegable y un marketing que, poco a poco, ha posicionado al “ciervo” entre los paladares más exquisitos. Patrocinios culturales, grandes eventos musicales o fiestas en las que amenizan la velada de forma escandalosa son sus formas de presentación–los camareros de Jägermeister interrumpen en la sala con alarmas y pipetas para desnudar a quien se atreva con un shot del mismo-.
Con un sabor versátil y que parece adaptarse a casi cualquier mezcla, una de sus principales críticas es su virulencia “del día después”. Su alta graduación y su forma de consumo –normalmente se toma en chupitos semi congelados– hacen de esta bebida la fiera de la fiesta, parece que solo apto para los más fuertes de la cacería.
Sea como fuere, el licor se encuentra en el top de bebidas de cualquier bar alrededor del mundo, ¿aún no lo has probado?