Cuestionar el modo de hacer las cosas. Estás emocionado por tu nuevo trabajo y quieres dejar una buena impresión de inmediato y así demostrar tu valor. Pero antes de mostrar abiertamente tus opiniones, analiza todos los ángulos de cada situación. Esto implica los recursos, las fuentes, los procesos, los resultados… Cuando tengas esta información, podrás empezar a hacer preguntas (siempre con precaución): “Me puedes explicar por qué hacéis esto así”, “¿Cómo utilizáis esta información?”
Hacer referencia constantemente a cómo se hacían las cosas en tu anterior empresa. Tienes que mostrar adaptabilidad para aprender y funcionar bajo unas normas. Cuando te ganes la confianza de los demás en la empresa, podrás sugerir cambios o nuevas ideas (siempre en calidad de sugerencias).
Pedir vacaciones o tiempo libre de repente. Si cuando aceptas el trabajo sabes que tienes unas vacaciones cerradas para dentro de un mes y medio, házselo saber a tu jefe y busca una solución que sea beneficiosa para los dos.
Malgastar el tiempo cotilleando. Todo el mundo quiere conocer a las personas con las que va a trabajar. Pero no hace falta que las conozcas por medio del cotilleo. Conoce a las personas de una manera natural.
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